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NIRVANA

Roberta-ArcoIris

1.

Estoy tan malditamente agotada que a penas y puedo mantenerme sentada en mi pupitre y hago todo lo humanamente posible por no caerme al piso o por no terminar roncando en clase y juro que ya no puedo escuchar nada cuando alguien toca mi hombro.

-¿Quieres que llame a tus padres?-me pregunta, no puedo diferenciar su rostro porque lo veo todo borroso, pero reconozco su voz a la perfección. Es Calum-. Si quieres puedo llamarlos-me dice.

Está sentado a mi lado.

-No-le digo.

-No estás bien. ¿Fumaste antes de venir aquí?-me pregunta y niego.

-Son los antidepresivos, me hacen sentir tan jodidamente cansada.

Y a pesar de que no sé si Calum me considera su amiga, sé que es el único ser humano de buen corazón en quien puedo confiar en todo este asqueroso lugar al que llaman escuela, ya que a parte de ser mi compañero de clases es mi vecino y ya que mi madre y la suya se llevan de maravilla, ella le cuenta muchas cosas.

Entonces siento cómo se levanta de mi lado y estoy demasiado cansada como para mantenerme un segundo más despierta y cuando por fin me rindo para dormir siento cómo alguien me ayuda a levantarme.

-Le he dicho al profesor que no estás muy bien y me ha pedido que te ayude a salir del aula para ver si así te sientes mejor- es lo último que escucho y eso porque me lo susurra al oído.

(. . .)

Abro los ojos muy despacio, me duele la cabeza y no sé en dónde estoy. Las luces están apagadas y lo veo todo borroso; me doy cuenta de que estoy acostada. Mi jersey está a mi lado y hay una manta sobre mí, todo está oscuro y por más que trato de fijarme en dónde estoy no puedo descifrarlo ya que estoy de lo más confundida, no tengo noción de tiempo ni espacio pero rápidamente mi cerebro empieza a aclarar las cosas para mí y me doy cuenta de que estoy en mi cuarto y la puerta, al igual que la ventana están entre abiertas.

Recuerdo a Calum diciéndome algunas cosas pero no recuerdo el contenido de sus palabras e imagino que debió ser él quien me ha traído a casa, entonces le agradezco mentalmente y mientras me voy levantando de apoco de encima de la cama, sólo ruego porque no sean más de las nueve de la noche ya que en tales condiciones si quisiera llamarle a Calum para darle las gracias, no podría hacerlo ya que, si no estuviese en casa durmiendo, estaría en "El Café de Taylor" trabajando; pero cuando estaba a punto de encender la luz escuché palabras al otro lado de la puerta, como si se gritasen en susurros y así debía haber sido, probablemente mis padres estaban peleando en susurros.

Tocaron la puerta.

-¿¡Podemos pasar!?-desde afuera gritó mi mamá.

-Sí, claro-no hacía falta que grite pues se puede escuchar tranquilamente desde el otro lado de mi puerta.

La puerta se abrió y entraron los dos. Aún tenía sueño y no estaba dispuesta a que armasen sus típicas escenas.

-¿Qué?-fue lo primero que pregunté pues por la forma de la cual mi padre tenía cruzados los brazos y, por la manera de la cual me miraba, de seguro que me iba a salir con alguna de sus tantas estupideces, aunque no haya hecho nada.

-¿Qué hiciste?-me preguntó el hombre y me senté en la cama.

-Nada-le dije.

-¿Estás segura?-preguntó mi mamá.

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