Capítulo 6. No quiero quererte

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Lauren


Solo un beso bastó para descubrir la verdad.... Ella no era mía, pero ya yo era de ella.

"Mierda" eso fue lo único que pensé cuando por primera vez había probado la miel del pecado, ¡por supuesto que era un pecado caer a los pies de Camila con tan solo un minúsculo beso! La razón: ella nunca me correspondería. Si tan solo pudiera armarme de valor y encontrar alguna forma de...

-...imposible. – Se me escapó de los labios inconscientemente.

-Jamás creí vivir para presenciar este día, ¿Lauren Jauregui con ojeras? ¿Estás enferma? De seguro tu "amada" esposa te está matando paulatinamente con alguna especie de veneno, bueno, si ese fuera el caso, te lo mereces. – De la nada apareció mi extraviada amiga, Lucía, estaba por jurar que nunca volvería a dirigirme la palabra, sin poder disimular mi emoción esbocé una sonrisa y me colgué de su cuello, todos en la cafetería me miraban de una forma extraña. – Guau, no pensé que la estabas pasando tan mal, nunca eres así de expresiva o fue que en verdad me extrañaste. – Sonrió.

-¡Claro que te extrañé! Sabes bien que eres la dueña y señora de este corazón de piedra.

-¿Desde cuándo el corazón de piedra de Jauregui habla solo y tiene ese semblante de desesperación? Lauren, créeme, no te ves bien, creo que si sigues así empezarás a perder algunas admiradoras. – Mi castaña amiga empezó a bromear como de costumbre y me arrancó otra sonrisa, yo prefería pensar que ella solo quería exagerar para fastidiarme. – Venga, Lauren, mejor cuéntame y para de sufrir ¿cuál es tu problema? – indagó clavando su mirada intensamente, no le podría mentir.

-Es Camila. – Contesté en un susurro.

-¿Camila Cabello? No me salgas con que ahora resulta que sí tienes conciencia. – Exclamó y soltó una carcajada. – Admitiré que lo que le hiciste fue... sinceramente, no hay palabra para eso, pero nunca es tarde para arrepentirse, me alegro que por fin hayas abierto los ojos. – Agregó abrazándome, yo me alejé un poco, claramente inexpresiva, ella aún no me tomaba en serio o quizás ni siquiera lo sospechaba.

-Creo que estoy enamorándome de ella. – Le solté sin preámbulo alguno y la soda de mi amiga se dispersó sobre nuestra mesa, luego de que la expulsara por su boca... y nariz, creo.

-¿Qué estás diciendo? – Empezó a hablar un poco confundida. - No cabe duda... estás enferma. – Agregó mientras palpaba mi frente y mis mejillas, pero yo continuaba con la misma actitud y mis pupilas se clavaron en las de ella, Lucía volvió a su asiento, su expresión variaba entre sorprendida, confundida y terminaba con incrédula para luego volver a empezar. – cielos, Lauren, no puedes hacer eso ¡Le arruinaste la vida! No te puedes enamorar de ella, porque si yo fuera Camila, nunca te lo perdonaría, lo que se traduce en que no tienes oportunidad...

-Gracias por recordármelo, aunque no era necesario.

-Hablando del rey de Roma. – Ambas dirigimos la mirada hacia la entrada principal de la cafetería y observamos que se acercaban Verónica y Camila, creo que mi mente no pudo bloquear el recuerdo de la noche del fin de semana, cada vez que la miraba me parecía aún más bella que la última vez, ¿Cómo describirla sin ofenderla? Por todo el cielo, la palabra perfecta era una injuria ante lo que ella representaba y no estaba exagerando. - ¿Crees que su amiga aún me odie? – Preguntó Lucía con nostalgia, de lo único que me arrepentía era de haber arruinado su casi cita con Verónica.

-A ti precisamente te estaba buscando. – Camila se veía muy seria, ni siquiera saludó a mi acompañante. – A ver Jauregui, tú y yo teníamos un trato, ¿Cómo es que me has comprometido para la fiesta de playa de los McMillan este fin de semana? – De hecho no había olvidado nuestro trato, pero era de suma importancia asistir.

No quiero ser tu esposa (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora