Capítulo 3

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Desperté con un par de ojos amarillos mirándome fijamente, seguido de una pata golpeando mi cara. Tomé al pequeño monstruo y lo abrace al lado mío obligándolo a quedarse ahí, aunque no le tomó mucho tiempo escapar de entre mis brazos para volver a molestarme.

Eran apenas las 6:20, me quedaban diez minutos más de descanso pero ¿Quién necesita una alarma cuando tienes un gato hambriento?

Lo había encontrado en la calle tres años atrás, era un pequeño ser abandonado en el frío, se me hizo imposible dejarlo a su suerte por lo que sin pensarlo demasiado  lo traje a casa. Era negro así que por su puesto lo llamé Salem.

No se supone que se quedara, el plan era buscarle una familia, pero aquí estaba tres años más tarde liderando el camino hacia su plato de comida.

Una vez que llene su plato y cambie su agua, me dirigí al baño para seguir con la rutina de cada mañana, no sin antes devolverme a mi cuarto a mitad de camino porque había olvidado desactivar la alarma cuando me levante.

Una vez lista baje a la cocina donde encontré a Michael comiendo una tostada. Lo salude ya acostumbrada a que apareciera de la nada por aquí algunas mañanas para irnos juntos, pensarías que me quería lo bastante para darse el tiempo de venir hasta acá tan temprano, pero la verdad era que solo me estaba utilizando porque vivía cerca y tenía auto. No me quejaba, si fuera al revés es probable que hubiera hecho lo mismo.

Prepare mi habitual desayuno el cual consistía en cereal con leche y me senté frente a él.

— ¿No te alimentan en tu casa?

— Es el desayuno, la comida más importante del día. No rechazo una porción extra

Ya casi terminaba de comer cuando mis padres entraron a la cocina para despedirse y dejarme saber que probablemente hoy llegarían algo más tarde, tenía la impresión de que querían decirme algo más pero no podían hacerlo ya que estaba Michael ahí lo cual era un beneficio para mí, era probable que quisieran hablar de lo que había pasado ayer, ya que luego de que me llenaran de información no había querido hablar mucho al respecto.

– Nos vamos, y Michael, recuerda que tengo cámaras, si intentas pasarte de listo, lo veré.

– Sí señor – respondió Mike al mismo tiempo que yo hacía una mueca de asco.

Era costumbre de papá amenazarlo, aunque la verdad confiaba en Michael y sospechaba que al igual que mamá a esta altura ya lo estimaba, claro que jamás se lo dejaría saber, le gustaba jugar su papel de papá amenazador cada vez que podía.

Un par de minutos más tarde terminé mi desayuno y dejé el tazón en el fregadero, me encargaría de eso al volver.

— ¿Nos vamos?

— Si, no puedo seguir llegando tarde.

Ambos tomamos nuestros bolsos y salimos de la casa, sin decir nada le entregue las llaves de mi auto a Michael. Como dije, estaba acostumbrada a tenerlo aquí en la mañana y cuando eso pasaba lo dejaba conducir, por alguna extraña razón le encantaba hacerlo y se había ganado mi confianza de que no terminariamos muertos estrellados contra un árbol.

Llegamos a una buena hora, aún faltaban minutos para que los pasillos se llenaran por completo de gente así que decidí aventurarme fuera del auto.

No fue una de mis mejores idea. No cuando una de las primeras cosas que vi fue a Sean siendo extremadamente cariño con como sea que se llame su noviecita.

— ¿Qué está haciendo ese idiota aca? — me sorprendí al escuchar a Michael justo al lado mío, estaba tan atenta a lo que estaba viendo que no lo sentí rodear el auto

— No lo sé ni me interesa

— ¿Quieres que lo golpee? Solo dilo y lo haré — finalmente aleje mi vista de la pareja y reí.

— No, estoy bien. Si quisiera que lo golpearan lo haría yo misma

Sean era... no sabía como llamarlo. No era mi ex, porque nunca salimos, pero me gustó por un largo tiempo hasta que en cierto momento él mostro interes de vuelta y comenzamos algo. No tengo ningún título que ponerle a lo que sea que pasó entre nosotros porque como dije, nunca fuimos nada, no realmente, solo fueron besos y toqueteos hasta que de un día para otro dejó de prestarme atención y una semana más tarde apareció con novia. Dolió y aún dolía un poco, no porque aún me gustara, – sí, tenía un rostro y cuerpo perfectos pero eso no le quitaría jamás lo imbécil que era – el problema es que era la primera vez que de verdad quise tener algo serio, por primera vez quise formar una conexión más profunda con alguien  y él me pagó jugando conmigo.

Pensé que no volvería a verlo, se había ido a una universidad quien sabe donde, sin embargo aquí estaba de nuevo. Al menos verlo sirvió de algo, más allá del golpe inicial de emociones revueltas en verdad era honesta al decir que estaba bien, sorprendentemente el único sentimiento que perduraba era un poco de rabia de que hubieran jugado conmigo, nada más que eso.

— ¿Segura que estás bien? — volvió a preguntar Michael tomando mi cara entre sus manos un poco demasiado fuerte y sin duda a propósito.

— Sí, Mikey — siguió observandome para luego dejarme ir una vez que comprobó a su manera de que no estaba mintiendo.

— Bien, te creo y no me digas Mikey.

— No apretujes mi cara.

Fue un día tranquilo y un regreso a casa igualmente tranquilo. De acuerdo, tal vez fue en exceso tranquilo porque fui lo más lento posible de vuelta a casa. Mientras estaba en clase mamá me dejó saber por mensaje de texto que Drayce estaría esperándome en casa una vez saliera de clases.

El no querer verlo no era nada contra él, ni siquiera lo conocía, era algo contra su mundo, lo que sea que se relacionaba con mi realidad era como un fuerte golpe recordandome que vivía una mentira y que no iba a durar para siempre.

Me paré frente a la puerta y comencé a buscar las llaves en mi bolso hasta que de pronto la puerta se abrió... y no había nadie al otro lado. Extrañada pero teniendo claro de que se trataba entré a mi casa y encontré a Drayce sentado en el sillón, sosteniendo a Salem frente a él y observandolo.

— Hola Princesa.

— No abras la puerta así, es raro y por favor por lo que más quieras no me llames Princesa

— Claro — Bajó a Salem y lo dejó a un lado suyo, probablemente iba a levantarse pero Salem fue rápido en subir a su regazo y acostarse ahí.

Pequeño gato traidor.

— Creo que le gustas.

— ¿Como se llama? He estado llamándolo perro raro la última media hora —  me preguntó mientras lo acariciaba. Ahora entendía porque lo observaba tanto, de seguro allá no existían los gatos

—  No es un perro, es un gato y se llama Salem —  siguio observandolo un par de segundos más antes de volver su vista a mí

—  ¿Lista para tu entrenamiento?

No pero no tenía opción.

Hola :) celebremos juntos que al fin no veo borroso el computador y pude subir.

Me operaron de la vista y por eso mi ausencia pero creo ya estar bien así que volverán a verme luego por aquí.

A quien sea que este leyendo esto millones de gracias y si comentas y/ votas te has ganado un abrazo virtual.

ResilienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora