Capítulo 8

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Estaba muy nervioso, tenía miedo de que me golpeara o me insultara.

Llegué a la escuela pero me di cuenta de que ella no había ido. Era una ventaja, tendría más tiempo para preparar lo que le diría.

Al día siguiente no fue tampoco, ni al que pasó después, comenzaba a preocuparme, los maestros comentaban que ella estaba muy enferma y que debía guardar reposo. Luego de más días en los que no fue, me enteré que fue porque había ido a otras ciudades a visitar distintas universidades, eso me mantuvo tranquilo, esperaría a que ella llegara para poder hablarle.

Al llegar de la escuela, miré que fuera de su casa, estaba la camioneta de sus padres, sonreí, ella había vuelto.

Decidí esperar un poco para poder hablar con ella, mientras hice tarea y tomé una ducha.

Miré por mi ventana la cual daba vista directamente al balcón en su habitación, ahí estaba ella, sentada en una silla con un libro sobre las manos, parecía escribir en éste en lugar de leerlo.

Pasaron un par de horas, ella seguía escribiendo en su libro, mis padres llegaron de trabajar y cenamos, al volver a mi habitación, ella seguía escribiendo.

Unas horas más pasaron, mis padres se durmieron, y ella seguía ahí.

Al fin me decidí y salí de casa. No quise molestar a sus padres, entonces intenté trepar por el árbol hacia su balcón. Pero ¡Oh sorpresa! No había ningún árbol.

Miré la pared cubierta por una reja que guiaba una enredadera. Lo pensé mucho, esa cosa no aguantaba mucho peso y yo soy puro hueso con pellejo, así que tal vez me aguantaría bien.

Comencé a trepar, la reja no se sentía muy resistente, en cualquier momento caería y lo peor es que Jackson se burlaría de mi muerte tan ridícula.

Cuando al fin llegué al final de la reja, pude trepar hasta el balcón. Intenté no hacer mucho ruido pero tropecé y caí. Escuché que ella se sobresaltó y corrió a golpearme con su libro.

—¡Ah! Espera, soy yo, no me mates, aún no es hora —exclamé.

—Ya sé que eres tú, por eso te golpeo idiota —dijo alejándose un poco.

Me levanté con dificultad y la miré, estaba un poco pálida.

—Necesito hablar contigo. ¿Por qué no has ido a la escuela? —pregunté.

Ella tomó su libro y el bolígrafo con el que estaba escribiendo. Cogió mi mano y tiró de ella a su habitación.

—No he estado muy bien de salud — dijo guardando su libro en un cajón.

—Me enteré de eso, ¿Estás mejor? ¿Qué te pasó?

—Fue una gripe muy fuerte, tuve que descansar unos días. Pero ya me siento mejor, sólo necesitaba un poco más de tiempo.

—Escuché que visitaste unas universidades.

—Sí, ahm, mis padres aprovecharon que no estaba yendo a clases y fuimos a unos cuantos lugares —su voz se distorsionó un poco.

—Eso es bueno ¿No? —traté de animarla— ¿Hubo alguna que te gustara?

—Todas están muy lejos —musitó con algo de tristeza—. Yo... No quiero irme.

—¿Por qué no escoges una que quede cerca?

—Porque para la carrera de medicina no hay universidades aquí —¿Quería estudiar medicina? Eso no lo esperaba, ¿Porqué quería estudiar una carrera tan complicada?—. La razón por la que me interesa la medicina es porque quiero ayudar a las personas que no tienen recursos económicos —dijo como si me leyera la mente—. Mi abuelo murió hace años. Una maldita enfermedad terminal acabó con él, no se la detectaron a tiempo y no pudieron hacer nada.

Se sentó en la cama, sus ojos se cristalizaron, me partió el alma verla así. Me senté junto a ella y la abracé, esperé que me golpeara pero no lo hizo, ella me correspondió.

—Serás la mejor doctora que el mundo tenga —le dije. Escuché que sollozó.

—En verdad no quiero irme —dijo—. Extrañaré a mis padres y... y a ti también.

La ví mirarme con esos hermosos ojos, tomé su barbilla y me incliné a su rostro besando delicadamente sus suaves labios.

Ella me correspondió, no me sorprendió, con aquella declaración supe que ella no me odiaba.

Con cada segundo, pedí más de sus labios, ella se sentó sobre mis piernas y me recostó en la cama, mis manos acariciaron su cintura, caderas y piernas. Estaba perdiendo el control sobre mí, entonces decidí parar.

—Krystel. Me gustas mucho, en verdad eres muy hermosa pero no quiero ir tan rápido.

Ella asintió. Se reincorporó y noté que un par de lágrimas recorrían su rostro.

Una vez más, hice que me mirara y la besé, podría acostumbrarme a eso.

—Es tarde, debo irme antes de que mis padres se den cuenta de que no estoy.— dije y me levanté de la cama.

—Preferiría que salieras por la puerta.

Sonreí sintiéndome un idiota, un idiota afortunado.

Salí de su casa, justo antes de llegar a mi casa escuché que ella me llamó.

—¡Mark! —volteé— Me gustas.

Sólo sonreí, esperaría hasta mañana para decirle que también me gustaba y le pediría que fuera mi novia.

La primera vez que me llama Mark... sin duda, fue la mejor noche de mi vida.

I Like You, Do You Like Me Too? [마크 트안]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora