-Eva, es hora de levantarse, ¿Recuerdas el café que me prometiste?
-Ahora no, aun es de noche.
-Bien, entonces me iré y nos vemos el miércoles en Noruega.
-¡David! – Me levante de golpe.
-Pensé que preferías seguir durmiendo. – Se sentó a un costado de la cama.
-Te he extrañado tanto. – Lo abrace.
-Yo igual pequeña. – Me dio un beso en la cabeza.
-¿Por qué no te vi ayer?
-Tenía asuntos pendientes que atender y además tú tenías que familiarizarte con esto, pero veo que no te fue bien.
-David, ayer metí la pata hasta el fondo. ¿Crees que la abuela me quiera ver hoy?
-Eva, si no fueras su única nieta mujer te diría que lo has arruinado todo, pero no es así, la abuela te quiere a pesar de ser la nieta más chica. ¿Por qué mejor no te relajas un poco y tratas de ser mejor hoy?
-Estar aquí me causa demasiado conflicto, ni siquiera sé que es lo que hare primero y el cambio de horario me da muchos conflictos.
-Tranquila, poco a poco iras aprendiendo algo.
-Creo que será mejor que regrese, yo sé que lo echare a perder.
-Oye, hoy apenas es domingo, si quieres después del miércoles ya puedes regresarte.
-Voy a pensar en mis alternativas. – Le brinde una sonrisa de lado.
-Alteza. – Alguien comenzaba a entrar con una bandeja en mano. - ¡Oh! Príncipe David, disculpe, no pensé que estaría aquí.
-No, no importa, yo ya me iba. Eva por favor no te precipites, te quiero.
-También te quiero.
Salió por la puerta y yo volví a tumbarme en la cama.
-¿Alteza ha disfrutado de la noche?
-Si Carla, gracias por preguntar. ¿Qué es lo que traes en la bandeja? – Me acomode las pantuflas y me situé en la mesita que daba al jardín trasero.
-Es su desayuno.
-¡El desayuno! Por dios, me he levantado tan tarde que no lo alcance, no puede ser posible, he vuelto a meter la pata. – Tome mi cabeza con ambas manos.
-No se preocupe alteza. Su padre fue quien pidió que le subieran el desayuno.
-¿Crees que su majestad se haya molestado?
-No alteza, yo creo que ella comprenderá. – Me brindo una cariñosa sonrisa. – Es mejor que desayune pronto, porque vendrán unas personas para continuar con el protocolo.
-¿Protocolo? – Pregunte metiéndome un pan tostado con mermelada a la boca.
-Así es.
Después de cinco minutos la habitación que parecía grande, ahora se veía pequeña, pues se encontraban demasiadas personas en ella.
-Alteza buenos días. – Acto seguido cumplió con su reverencia.
Se presentó ante mí, una mujer de cabello castaño recogido pulcramente en una coleta, de estatura alta, con ojos marrones y un atuendo muy formal. Pareciendo aproximadamente de unos treinta años como mucho. Trayendo en mano una carpeta de la que sobresalían papeles.
-Buenos días. – Respondí.
-Mi nombre es Martina y seré su secretaria personal, me encargare de cosas básicas de su día a día.
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¿Jugamos? EDITANDO.
RomanceEva Charlotte Valentina, princesa de Italia. Es una joven universitaria que se ha mudado a Canadá con sus padres para salir de la prensa italiana y vivir una vida normal. Sin esperar nada de su nueva vida, el destino la sorprende y su nuevo profesor...