parte única

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— Te amo, Yoongichi. —le acarició la mejilla con ternura, y Yoon Gi no pudo evitar derretirse ante el dulce roce de sus yemas contra su piel. Los ojos castaños de Seok Jin le miraban llenos de adoración y amor, haciendo que el corazón de Yoon Gi latiera a niveles inhumanos y que sus mejillas tomaran un tenue color rosado.

E inmediatamente, el incidente en aquella entrevista apareció en sus pensamientos. Aún tenía presente el tacto gentil y algo torpe de la mano de Seok Jin sobre su hombro, su aparente actitud despreocupada, pero siendo delatado por el temblor de sus dedos, su piel expresiva que manifestaba cada pequeña mota de nerviosismo a través de cautivadoras tonalidades de rojo y sus ojos cafés, temerosos y expectantes a su respuesta. Recuerda también la presión en su pecho, el sudor en las manos y el color en sus mejillas, sumados a aquella sonrisa empalagosa que se le escapó al oír a Seok Jin profesarle aquellas palabras. Y una vez más, optó por guardar silencio, esquivando prontamente la mirada dulce del mayor y haciendo, sin siquiera ser consciente de ello, que  dentro de Seok Jin surgiera inmediatamente un deje de inseguridad.

Yoon Gi retiró la mano de Seok Jin de su rostro con delicadeza, tratando de ignorar la mirada impregnada de tristeza de aquellos preciosos ojos oscuros. Entrelazó sus dedos antes de ocultar su sonrojo en el pecho del mayor, aferrándose tímidamente a su camisa. Era injusto. Él también quería decirle eso a Seok Jin. Y sabía que la única razón por la que no podía expresarse sentimentalmente con él al igual que con los demás era porque el amor que le profesaba al mayor iba más allá de una amistad o una hermandad, era más fuerte y más profundo que cualquier emoción o sentimiento que pudo haber llegado a experimentar antes. Quería poder pronunciar aquellas palabras, probar sus rojos labios, acariciar su piel sonrosada y sonreír cuando le viera soltar pequeñas risitas cada vez que Yoon Gi besara con ternura su rostro.
Y sin embargo se encontró a sí mismo huyendo de los brazos de Seok Jin, temeroso de no ser correspondido, dejando atrás el aroma dulce y familiar, los toques gentiles y la calidez de su piel cada vez que el mayor le envolvía en sus brazos, dejando paso a la cobardía, una vez más, escapando a pesar de saber que en esos instantes Seok Jin probablemente estuviera preguntándose que había hecho mal, aunque no fuese en absoluto su culpa y todo el peso recayese en Yoon Gi.

Te amo. Esas palabras rondaron por su mente el resto de la tarde, confinado en la seguridad de su estudio, tras las cerraduras y hecho bolita en una de las butacas, jugando inquietamente con sus pies y sintiendo sus ojos humedecerse al compás del sonido de las agujas del reloj marcar otro segundo desperdiciado. Recordó con pesadez la expresión cálida del mayor, su voz dulce y aquella bonita sonrisa que relucía sus dientes perlados, marcaba sus cachetitos rojos y causaba que casi imperceptibles arrugas se formaran alrededor de sus ojos, que aunque su hyung tratara de ocultar con cientos de cremas hidratantes, él no muy secretamente adoraba, puesto que hacían que sus ojitos cafés se viesen aún más encantadores. No había sido la primera vez que Seok Jin había expresado abiertamente sus sentimientos, y tampoco la primera en que Yoon Gi huía, evadiendo hacer frente al mayor. Probablemente podrían llamarle cobarde, y de hecho él pensaba lo mismo, pero de algún modo se sentía incapaz de responder a aquella sencilla frase cada vez que Seok Jin le miraba con sus irises cafés centelleantes, el miedo le carcomía al imaginar que, al confesar sus sentimientos, Seok Jin le aclarase que sólo le veía como un querido amigo.

El constante centello de la pantalla de su móvil le distrajo, parpadeando con pesadez al ver al menos 5 llamadas perdidas de Jung Kook y algún que otro mensaje. Si mal no recordaba, en el apartamento tan sólo quedaban el mayor y el maknae, puesto que Ji Min había ido a por unas cervezas con amigos de otros grupos, y Tae Hyung había llevado consigo a Nam Joon y Ho Seok para una sesión de fotos improvisada.

— ¿Hyung? —Yoon Gi asintió a la nada, sonrojándose torpemente al notar que Jung Kook no podía verle, respondiendo con un suave 'hm' a un exaltado maknae al otro lado de la línea — ¿Sabe si ha ocurrido algo con Seok Jin hyung? Iba a proponerle una partida al Super Mario Odyssey, pero no quiere abrir la puerta. Incluso le he sobornado con dinero y comida, y ha dicho que no tiene ganas de comer nada y que va a saltarse la cena, ¿Puede creerlo?... Algo está mal con hyung, y no quiere hablar conmigo —murmuró Jung Kook con un deje de voz, recordando la voz suave y rasposa del mayor diciéndole gentilmente ''Jungkookie, ahora no me apetece hablar. Te prometo que jugaremos mañana, ¿está bien?''. Yoon Gi sonrió al teléfono, por muy tacaño y burlón que pudiese actuar a veces, Jung Kook seguía siendo aquel chiquillo dulce que conoció la primera vez.

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