Capitulo XVI

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-¿Fue productiva su tarde de compras?- Zabdiel se acercó a nosotras en cuanto cruzamos el umbral de la puerta.

-No, para nada-Comentó Blanca, a la vez que tecleaba en su celular. Zabdiel arqueó una ceja y rodeó mi cintura con un brazo.-Resulta que _________es mucho más terca de lo que parece, hermanito.

-¿En serio?-Comentó sarcástico. Si había alguien aquí que sabía sobre mi terquedad, ese era él.

Blanca se limitó a bufarle mientras guardaba el teléfono celular en el bolsillo trasero de sus jeans.

-No me permitió comprarle nada. ¡Nada!

Blanca  me miró inquisitivo.

-¡Pero me compraste cosas igual!-Protesté.

-Sí, pero fue sin tu permiso-Respondió con una enorme sonrisa.-De todas formas, debo irme, Christopher me está esperando.

Se acercó a nosotros y besó nuestras mejillas con rapidez. Esa tarde había descubierto que Blanca era así. Todo lo que hacía, lo hacía de forma rápida y eficiente.

Se alejó junto con dos guardaespaldas, hablando a la velocidad de la luz por teléfono.

-¿Estás bien?- Zabdiel tomó mi cintura con ambas manos y me giró, dejándome rodeada por sus brazos, y acercó sus labios a mi frente.-Estás pálida-Susurró, y luego depositó un beso allí.

-¿Pálida? Ah, no, no. Yo sólo…-Se alejó para mirarme con una ceja alzada-Estoy cansada. Muy cansada. Ya sabes, Blanca las compras. Eso…

Su expresión escéptica no cambió.

-Sabes que eres una mentirosa deplorable, ¿Verdad?-Me mordí el labio, pero decidí no alegar nada más. Zabdiel sacudió la cabeza y suspiró.- Supongo que en algún otro momento me lo dirás. ¿Quieres cenar?

-Lo cierto es que no tengo hambre-Comenté torciendo el gesto.

-Debes comer algo, ________. Lo llevaré a la habitación.

-¿Tú cenas en la cama?-Se encogió de hombros.

-Sólo cuando estoy cansado.

No pude contener una risita.

Imaginar a Zabdiel en momentos como esos era algo divertido.

-¿Se está riendo de mí, señorita Fernández?

-Oh, nunca me atrevería a hacer algo semejante, señor De Jesús

Zabdiel se limitó a rodar los ojos, y luego dejó caer su mano derecha sobre mi trasero, dándome una nalgada y haciéndome chillar.

-Vete a la cama, Fernández. Subo en un minuto.

Me apresuré a subir las escaleras, y cuando cerré la puerta de la habitación, comencé a hurgar en mi bolso.

Sí, allí estaba la cajita rosa, esperándome.

Suspiré.

¿Lo debería hacer ahora o más tarde?

Más tarde. Mañana, cuando Zabdiel estuviera trabajando

Si lo hacía ahora, estaría toda la cena comiéndome las uñas y eso no sería algo recomendable.

Volví a meter la cajita en mi bolso, y lo dejé sobre el sillón, bien cerrado.

Dios me salve si Zabdiel encontraba el test.

No, no quería ni pensar en eso.

Me dejé caer sobre la cama, agotada.

Acababa de descubrir que las tardes de compras con Blanca eran algo extremadamente cansador.

SUYA [(ZABDIEL Y TU)ADAPTADA]Where stories live. Discover now