Capitulo XIV

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-Y esta es tu habitación.- Zabdiel abrió la puerta de madera frente a nosotros, dejándome entrar en un cuarto espacioso, y extremadamente blanco.

Las paredes, los muebles, y la cama eran blancos, y un enorme ventanal ocupaba una de las paredes. Me encantó.

-Cuánto blanco.-Susurré, y sentí la suave risa de Zabdiel detrás de mí.

-Puedes cambiarla si quieres.-Se encogió de hombros, y rodeó mi cintura con los brazos, apoyando su mentón en mi hombro.

El calor que emanaba de su cuerpo me reconfortaba.

-¿Me encerrarás aquí y no podré salir en todo el día?

Zabdiel suspiró, y negó con la cabeza, rozando su mejilla con la mía.

-No. Podrás dar vueltas por todo el departamento.

-Pero no podré salir de él.

-No.

Asentí.

-¿Y si necesito algo de afuera?

-Me lo dices.-Susurró, y luego giró su cabeza hacia mí.

Estampó un leve beso en mi oreja y me soltó.

-Debo ir a trabajar.

-Oh, bien…

Me giré hacia él, y le sonreí cuando acarició mi mejilla con el dorso de su mano.

-Si sales de aquí, me enteraré. Y no estaré nada feliz. Toma.-Extendió un aparatito hacia mí, y lo miré intrigada.-Es por si necesitas comunicarte conmigo y yo no estoy aquí.

-Oh.-Tomé el pequeño teléfono celular, y lo hice girar en mi mano.

-Te veré esta noche.-Se inclinó y besó mi frente, y yo me limité a sonreírle mientras lo veía salir al pasillo nuevamente.

Apreté un botón del aparato, y la pantalla se iluminó, rezando la hora con grandes letras blancas.

Once treinta de la mañana.

Me giré sobre mis talones, echándole un vistazo a la cama.

Lucía increíblemente cómoda.

Solté una risita una risita, y me abalancé sobre ella.

Oh, era todavía más cómoda de lo que pensé.

Me acomodé boca abajo, y puse el teléfono a la altura de mi cabeza.

El único contacto guardado era el de Zabdiel,  y no había nada más allí. Ni fotos, ni música, ni viejos mensajes. Era nuevo.

Lo dejé caer sobre el colchón, y cerré los ojos.

Sé que debería sentirme mal, lo sé. Pero el haber visto a Zabdiel de nuevo me había hecho tan feliz.

Suspiré, recordando el miedo que había sentido hace una semana, cada vez que pensaba en que no volvería a verlo nunca más.

Y ahora estaba aquí. Y él me estaba protegiendo.

Me estremecí ante la idea de haber estado siendo vigilada todo ese tiempo. Con mi despiste, era normal que no lo hubiera notado.

Pero Zabdiel había llegado antes. Me había salvado.

Oh, mi héroe.

Solté una carcajada.

Me sentía tan bien aquí, pero tampoco podía ignorar la idea de que había alguien intentando matarme. Intentando matar a Zabdiel. Otro escalofrío. No podía pasarle nada a él.

SUYA [(ZABDIEL Y TU)ADAPTADA]Where stories live. Discover now