Cita.

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Apenas abrió los ojos le volvió su último recuerdo, casi vuelve el estomago delante de aquel guapo pianista rebelde, tiro de su cabello, llevaba a penas una camiseta y se sorprendió de encontrarse solo en bragas, había olvidado a qué hora se retiró la ropa pero la encontró tirada debajo de la cama de Dana.

Suspiro y bajo de inmediato la cabeza le dio un par de giros antes de que lograra recuperar el control total de su cuerpo, pero lo hizo.

—Mierda al menos no perdí la dignidad —dijo levantando su ropa y volviéndola a su lugar.

Noto que la cama de su amiga se encontraba exactamente como la había dejado el día anterior, seguramente había pasado la noche en la habitación del inglés, se alegró de que no se encontrarán ahí y aprovechó para darse una ducha y pasear un poco por el lugar.

Esta vez llevaba unos pantalones cortos y una playera sin mangas que se alcanzaba a sostener de sus senos, un poco de brillo en los labios fue suficiente y salió.

Los rayos del sol le besaban la piel, la gente pasaba a su lado casi sin percatarse de ella y eso lo amaba, si pudiera siempre ser así, su vida en la ciudad sería más sencilla.

Buscaba con la mirada por algunos rincones, sabía lo que buscaba, a quien buscaba tan arduamente con los ojos pero no había rastro de Norman por ningún lugar, comenzó a cuestionarse si había sido ruda o descortés con él, pero no recordaba haber tenido un mal comportamiento delante de él, simplemente debía estar descansando en su hotel, esperaría la noche para ir a verlo de nuevo al bar.

Comió algo en un restaurante sencillo a la orilla del mar, esta vez deseaba pasar la tarde cerca de la Costa, el aroma a mar era penetrante, el sonido de las olas que iban y venían sin cesar.

Irónicamente llevaba en la mano una piña colada con el mínimo de alcohol no deseaba perderse de nuevo dos días seguidos.

Se colocó las gafas y se tiro al sol un rato solo para observar el delicado movimiento del inmenso océano a sus pies.

Norman se pasaba la mañana dormido, su habitación improvisada en un cuarto rentado por algún nuevo conocido que se ganó su aprecio y confianza.

Los párpados le pesaban y lo que más deseaba en ese momento era seguir durmiendo, pero tenía ya planes, una visita a una misteriosa isla cercana a la Habana de la que le habían hablado, se quedo con ambos brazos debajo de la cabeza solo mirando el techo y envuelto en sus pensamientos.

Le gustaba la idea de partir a nuevas tierras, pero por otro lado estaba ella, Melissa, si pudiera llevarla con él las cosas serían aún más inquietantes.

Podía esperar un poco para invitarla, se puso en marcha y salió a buscarla. Sorpresivamente el encuentro no llego, quizás al caer la noche hiciera alguna aparición por el bar, eso era lo que esperaba.

Sentado en la barra del bar unas horas más tarde, un vaso con agua permanecía entre ambas manos solo esperando el momento de su espectáculo, pero Melissa no llegaba.

Dana y Andy al fin aparecieron en el hosta , la enorme sonrisa en el rostro de ambos lo decía todo sin decir nada, Melissa aún lidiaba con la decisión de un vestido o una blusa rosada. Ambas mujeres se quedaron frente al vestuario.

—Deberías elegir el vestido, es hora de mostrar más piel dulce Melissa, además sabes que si quieres conquistar al sensual pianista del bar deberías probar con algo más atrevido.

Melissa la miro de reojo, ella no buscaba conquistar a nadie, ni siquiera buscaba coquetearle, o tal vez de alguna manera inconsciente si buscaba hacerlo, tomó las prendas y las arrojó.

Caribe (Mcreedus  AU)Where stories live. Discover now