Prólogo

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El ambiente de ese antro es extremadamente cargado. Parece una jungla de personas. El olor a alcohol y sudor entra por sus fosas nasales. Su cabeza le da vueltas, y su visión comienza a nublarse poco a poco, haciéndola tambalear de un lado a otro.
Se dirige a los aseos abriéndose paso entre la multitud.
Al entrar, abre la llave del agua del lavabo y se moja la cara para refrescarse. Se queda mirando al espejo fijamente. Por alguna razón su maquillaje sigue prácticamente impecable.

Un repentino escalofrío recorre toda su espina dorsal. Empieza a sentirse vigilada.

Sin prestar atención a la extraña sensación que comienza a invadirla, sale de los aseos.
Se sienta de nuevo con Kevin y Sarah, sus dos mejores amigos. Las conversaciones cambian de rumbo animadamente entre copa y copa. Aunque Caroline ya no se siente tan bien como cuando llegó al principio de la noche. El ambiente se está volviendo extraño para ella. Quizá puede ser porque el alcohol está haciendo efecto en su cerebro. Definitivamente la música alta y las grandes multitudes no son de su estilo.
Al cabo de una media hora, decide volver a su casa.

-Hasta mañana chicos.- Dice dándole dos besos en la mejilla a cada uno para despedirse.
-¿Ya te vas?- Pregunta Sarah haciendo un puchero. Caroline asiente.
-Sí, no tengo muchas ganas de seguir aquí. Empiezo a encontrarme mal, y estoy cansada.- Responde la muchacha bajándose ligeramente los bordes de la falda del vestido.
-En fin, ¿quieres que te acompañemos a casa?- Vuelve a preguntar Kevin. Caroline noega con la cabeza.
-No, gracias. Prefiero ir andando, así me da un poco el aire.- Contesta colgándose el bolso en el hombro.

Sus dos amigos asienten, aunque no muy convencidos. Caroline les dedica una sonrisa a cada uno y camina entre la gente para salir por fin de ese garito.
Al pasar por la puerta, el aire limpio entra por sus fosas nasales proporcionándole un estado de gran alivio y libertad.
Caminando por la calle, no deja de cuestionarse a sí misma acerca de aquellas cartas tan extrañas que lleva recibiendo toda la semana.
Son cartas anónimas y muy cortas, con mensajes bastante misteriosos e inquietantes, mayormente de advertencia.
Se mueve insegura y al mismo tiempo algo apresurada. Su casa tampoco está muy lejos del garito, pero empieza a cansarse demasiado. Haberse puesto unos tacones tan altos no ha sido buena idea, o al menos eso piensa.
Grandes punzadas en sus pantorrillas la hacen flaquear en el camino, disminuyendo la velocidad por ende.
Al cabo de unos 15 minutos se encuentra rebuscando en su bolso las llaves del portal del edificio en el que vive. Las encuentra y sube a su casa.
Entra en el salón y se sienta en el sofá inmediatamente tras quitarse los zapatos. Se percata que en la mesa del centro de la sala hay otra nota.

«Nada es lo que parece. Te lo advertí, Caroline, te lo advertí.»

-Que extraño....- Dice la muchacha para sí misma. Un escalofrío la sumerge en la idea de recoger todas las cartas y unirlas para saber si los mensajes están unidos de una forma u otra entre sí.
Se dirige a su habitación y saca las otras seis cartas de la cajonera. Las lleva al salón y las coloca en la mesa, observando.

«Hoy estabas hermosa con esos vaqueros ajustados.», «No vayas a salir sola, eres mía y no de otro», «Te he dicho que no salgas sola. Y hoy te he visto caminando sola hacia la universidad.», «Me encanta esa blusa blanca que te has puesto, dejaba entrever tu ropa interior. Pero no salgas sola. Nada es lo que parece.», «No me estás haciendo caso, pequeña. No camines sola.», «Me cabrea tu desobediencia, te vas a llevar una sorpresa uno de estos días. Y no va a ser precisamente agradable.», «Nada es lo que parece. Te lo advertí, Caroline.Te lo advertí».

Cuando termina de leer todas las cartas conectando los mensajes uno por uno, se escucha un gran estruendo y se apagan todas las luces del apartamento. Caroline da un respingo asustada, llevándose una mano al pecho. Se levanta del sofá en el que estaba sentada y se dirige a la caja de fusibles. Extrañamente está todo en orden.
Vuelve a sentirse vigilada una vez más, y el terror comienza a invadirla.

-¿Quién anda ahí?- Vocifera asustada. Todo permanece en silencio. Un aire repentino hace que los bellos de sus brazos se ericen.

Comienza a escuchar pasos dirigiéndose al salón.

-¿Quién anda ahí?- Vuelve a preguntar, aún más asustada que antes.

Sale del salón con las rodillas temblando. Camina por el pasillo y puede distinguir una sombra al final de este. La muchacha se queda quieta al verla, sin saber muy bien qué hacer. 

La extraña sombra se acerca lentamente a ella, y hace que se de cuenta de que realmente es una persona. No puede distinguir bien sus rasgos. Únicamente, puede darse cuenta de que quien se esconde tras esa capucha es un hombre, por sus hombros anchos, sus caderas extrechas y su altura.

El extraño sujeto, suelta una risa diabólica que retumba en toda la casa.

-Te lo advertí, Caroline. Te lo advertí.- Es lo último que puede escuchar la chica antes de recibir un atroz golpe en la cabeza que la deja inconsciente.

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¡Hola! Soy Fallen Angel, y como ya avisé, tenía pensado escribir una novela nueva. Así que pues aquí os la traigo, deseando que os guste un montón. Un beso enorme y un abrazo a todos vosotros, y nos leemos en el siguiente capítulo ❤

Obsesión por tu sangreWhere stories live. Discover now