—Adiós —me incliné para besarle la mejilla y luego me despedí de mis papás.

—¡Alix! —gritó pero yo ya estaba caminando hacia la puerta.

Cuando salí sentí el aire caliente y tomé la liga de mi muñeca para sujetarme el cabello.

Cuando llegué Ron ya estaba esperándome, tal vez debía de haberle pedido a Ethan que me llevara en su auto nuevo que le habían regalado mis tíos días después de nuestro “extravío” en las montañas, así no habría llegado tarde, pero si hubiera hecho eso no lo hubiese podido esposar….

—Disculpa por llegar tarde —le dije cuando estuve frente a él.

—No hay problema, no llevo mucho aquí —dijo sonriéndome.

—Ah, qué bien, ¿entonces a dónde iremos? —le pregunté.

Él se rascó la cabeza con nerviosismo y suspiró.

—Había planeado ir a un par de lugares pero mejor te pregunto ¿A dónde quieres ir tú?

—Amm bueno, solo te diré si prometes que no dirás que eres demasiado grande para eso —le dije y él dudó.

—¡Esto es diversión! —dijo con la pistola de juguete en sus manos—. Definitivamente sabes cómo divertirte.

—Sí, por lo regular el cine y una cena no es lo mío, aunque sí suelo salir ahí de vez en cuando —dije y Ron se encargó de salvarme de que un zombi se comiera mi cabeza—. Eres bueno.

Sopló a la pistola de juguete y le disparé a dos zombis que se acercaban a nosotros rápidamente, jum, en mis tiempos los zombis no eran tan rápidos. El piso del juego de simulación empezó a temblar y en las pantallas que nos rodeaban empezaron a salir muertos-come-cerebros de la tierra.

—¿Qué significa esto? —preguntó viendo a todos lados.

—Significa que tendremos que matar a 99 zombis en menos de 2 minutos porque el juego está por acabarse —le contesté poniéndome en guardia—. Buena suerte, intenta que ninguno se coma tu cerebro.

Empezamos a disparar como locos a todo lo que se nos atravesaba ganándonos cientos de puntos, cuando el juego terminó las paredes se abrieron dejando entrar la brillante luz del exterior, cerré los ojos y escuché los gritos de los otros jugadores que esperaban su turno. Ron y yo salimos y la mayoría de los chicos nos felicitaban y aplaudían, cuando bajamos las escaleras vi en una de las pantallas la cantidad de puntos que habíamos ganado.

—123, 000 puntos —dijo Ron a mi lado—. ¿Eso es bueno o malo?

Mi boca casi pegaba en el suelo.

—Es buenísimo —dije saltando de alegría—. ¡Rompimos el record! —le dije señalando a la pantalla—. Con estos puntos tendremos como tres meses gratis en todos los juegos. Eres de la suerte.

Él me sonrió y asintió.

Caminamos por el centro de videojuegos viendo y jugando en algunos, llevábamos casi tres horas dentro y ni llevábamos la mitad de los videojuegos. Nos sentamos en una mesa que tenía teclas de piano táctiles, empecé a tocar una pieza que Cam me había enseñado y Ron se quedó sorprendido.

—¿También tocas el piano? —preguntó.

—No mucho en realidad, Cam, la hermanita de Ethan es la que sabe tocar el piano y a veces me enseña una que otra pieza.

—Pero aprendes rápido ¿no?

—Bueno —dije—. Como crecí con Ethan y él ya iba en preescolar cuando yo era bebé me enseñaba las cosas que veía, prácticamente él me enseñó a colorear, recortar, escribir, leer, etc. y como desde pequeña tuve estimulación me gustaba aprender. Cuando entré al preescolar ya sabía todo lo que se suponía debía aprender ahí, lo mismo pasó cuando entré a la primaria, fue culpa de Ethan, él sabía que me gustaba aprender y me enseñaba lo que veía en sus clases. Y ahora por eso sé muchas cosas. Según un examen que tomé hace unos meses mis resultados decían que ya debía estar estudiando la universidad, pero no es algo que quiera en este momento, prefiero relacionarme con las personas de mi edad.

Catch me baby (KMB Libro #2)Where stories live. Discover now