Capitulo 3

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Hola, espero les guste esta nueva historia y le den una oportunidad... Apreciaria sus comentarios para saber si voy bien encaminada!! 

Ahora dejo el capitulo para que puedan seguir descubriendo el mundo de Jason y Keyla.

Saludos 

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Intuyendo que él se tomaría su tiempo, ya que posiblemente hacia mucho que no obtenía una ducha caliente, Keyla aprovechó para cocinarle una apetitosa cena. Por fortuna había ido al mercado, así que sacó los filetes que había estado reservando para el fin de semana y preparó una suculenta ensalada, pensando en que las proteínas y las vitaminas de las verduras lo ayudarían en su recuperación.

Cuando tuvo todo preparado, buscó su botiquín de primeros auxilios, comprobando tener lo necesario para hacerse cargo de sus heridas.

Al cabo de unos treinta minutos, un hombre completamente aseado apareció ante su vista. Keyla tuvo que recordar cómo respirar al verlo vestido con la ropa de Philip. Llevaba unos pantalones de mezclilla que colgaban perfectos por debajo de su cadera, una camiseta azul y un suéter blanco que resaltaba su piel morena y sus impresionantes facciones. Su cabello, estaba peinado a dedo, dándole una apariencia desprolija pero pulcra. Su mandíbula estaba tensa, y sus brazos colaban a su costado, lánguidos, como si no supiera qué hacer con ellos.

—Me alegro que la ropa de Philip te quedara —logró murmurar —. Ven siéntate, así puedo revisar esas heridas.

Jason acató la petición y se dejó caer en el sofá. Keyla se ubicó a su lado, manteniendo el botiquín entre sus cuerpos, teniendo mucho cuidado de no tener contacto directo con él.

—Tendrás que quitarte el suéter y la camiseta para que pueda curarte —ésta vez fue su turno para ruborizarse ante la propuesta.

Él asintió con la cabeza, pero cómo la vez anterior, Keyla tuvo que ayudarlo a subir la ropa por encima de su cabeza. Cuando su torso estuvo desnudo, respiró hondo y se concentró en la tarea de pasar las compresas con alcohol sobre las heridas. Luego colocó una venda en la cortada, y se trasladó a continuar con su minuciosa tarea de enfermera en su rostro.

Viéndolo de cerca, pudo apreciar sus ojos, de un color verde pero unas vetas en amarillo los hacían únicos y hermosos. Su recta nariz tenía un ángulo perfecto, y su boca carnosa llamaba a cualquier mujer a cometer pecados. Se lamió el labio, tratando de quitar de su mente la imagen de esa boca sobre la suya, saboreando y succionando el labio inferior, un poco más grueso que el superior. 

Alzó la vista, para encontrarse con los ojos de Jason clavados en ella. El joven seguía sus movimientos, sin perder de vista las reacciones involuntarias que la lengua de Keyla producía en su cuerpo, acelerando su corazón y ocasionando que el ferviente deseo se despertara. El departamento estaba sumergido en un profundo silencio, solo se oían sus respiraciones agitadas. Keyla se apresuró en acabar, tratando de mantener el control de sus impulsos que la incitaban a cometer toda clase de locuras.

—Listo —murmuró poniéndose rápidamente de pie —. Solo hay que controlar que la herida de tu pecho no se infecte. Te daré unos antibióticos y unos analgésicos.

—Gracias... —él se ruborizó y habló en susurro —, esto es vergonzoso, estas ayudándome y no sé tu nombre.

—Es verdad, qué educación la mía. Soy Keyla —ella sonrió y volvió a la cocina para acabar la cena —. En la estantería hay libros si quieres leer algo, o puedes encender la televisión, si lo deseas.

Él carraspeó y tomó el mando a distancia. Si bien no tenía televisión en su precaria vivienda, sabía perfectamente cómo funcionaba. Su antigua casa, tenía una y cuando sus cuidadores se iban a dormir, él se escabullía y miraba películas en silencio, para no ser descubierto. Era lo más cercano a la diversión que obtenía. 

En Brazos de un AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora