epílogo

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Acomodé en el mostrador los martillos para el cliente que estaba conmigo. Mi padre estaba atendiendo a una señora que buscaba caños de tubería.

Hace dos años que vivo con mi padre, ahora que tengo mi mayoria de edad puedo tomar el trabajo enserio y tener una mejor paga que cuando tenía 17, cuando apenas me había mudado con el.

Estos dos años pasaron rápido, los fines de semana iba a casa de mi madre y me encontraba con Laura y Taylor quienes como predije un día, son novios.

Sin embargo, mi vida romántica sigue vacía y aun sin alguien especial a quien querer.

Aunque Pam me sigue gustando, no tanto como antes pero al fin y al cabo ese sentimiento por ella sigue en mi.

Sonó la campaña de la tienda dando a entender que había entrado alguien nuevo. Cuando ordene a mi actual cliente a ir a la caja a pagar me dispuse a atender a los que recien habían entrado.

Pam.

Era Pam quien acababa de entrar, esta con un hombre mas alto que yo y con un rastro de barba. Van de la mano.

Cuando me vio, sus ojos demostraron sorpresa. Yo tampoco me esperaba encontrarla aquí.

—Buenas tardes, quería ver los taladros, no busco ninguno en especial — habló lo que creo yo es su novio.

Me quede mirando a Pam, seguía igual, pero tenia el pelo mas largo, pero luego era la misma. Sólo que ahora iba acomoañada de un veinteañero.

Reaccioné a tiempo antes de que su acompañante me dijera algo. Fui a buscar los taladros, una vez los agarre los deje sobre el mostrador.

—¿Estos son todos?— asentí —¿Este esta bueno?— preguntó agarrando el taladro Bosch FBC 2-26 dre.

Volví a asentir. Él lo inspeccionó. Agarró otro taladro y volvio a preguntar lo mismo. Hice mi cabeza de un lado a otro dandole a entender que era "maso maso" comparado con el otro. Él hizo un "ajá".

—¿Cual me recomiendas? — le señale el primer taladro que había agarrado— ¿Cuanto vale?— agarre la etiqueta entre mis dedos y le mostré.

El me miro ceñudo. En cambio Pam me miraba algo sonrosada.

—¿Te crees lo suficiete mejor que yo como para no hablarme?— preguntó agarrando el taladro Bosch entre sus manos. Negué con la cabeza — por que en verdad me esta exasperando que no me hables.

Pam se giro a verlo, al parecer no conocía esa actitud suya o tal vez si y le miraba con mirada reprochadora. No lo se.

Le señale el cartel que tenia en mi lado derecho de la remera, donde se leía "Nate" como la típica tarjeta de identificación, abajo se leía "soy mudo".

—¿Me lo dices enserio? ¿Me estas jodiendo? ¿Enserio ponen a un mudo a trabajar en una ferretería? Es un lugar donde se hacen muchas preguntas y trabaja un mudo y ¿justo a mi me tiene que tocar? ¿Pam, viste esto? Es horrible, no pueden hacerme esto.

—Tranquilo, Robert, dejalo — Pam me miro un momento y volvio a dirigir su mirada a el.

—Quiero hablar con alguien que si tenga cuerdas vocales activas— lo mire enfurecido. Nunca ningún cliente se había quejado de mi.

Justo el que debe hacerlo tiene que venir con Pam, quien por su culpa recibí mucho bullying.

Fui a buscar a mi padre para que lo atendiera. Yo me quede con su cliente a cambio.

—Señor, disculpeme pero ¿usted ve necesario contratar a un persona con discapacidad? No creo que le sea eficiente en esta clase de trabajo — escuche que decia.

—Joven, el es mi hijo y si quiero contratarlo lo hago,  si no le gusta ser atendido por alguien con discapacidad le informo que puede largarse, no necesito que alguien como usted este en mi tienda.

Con la boca abierta y refunfuñando se fue de la tienda. Pam antes de irse se acerco a donde me encontraba.

—Lo siento mucho, Nate. Por esto y por todo lo que antes hice.— abrió la puerta y se fue.

Si tan solo no la hubiera ayudado a ella con su estupido dibujo de flores y hubiera ido al baño o ayudado a la chica rubia quizás esto jamas hubiera sucedido. Yo nunca hubiera experimentado el bullying y tampoco un corazón roto.

Si tan solo las cosas hubieran sido diferentes...

Cinco Cartas, Cuatro Razones.Where stories live. Discover now