Parte 27 - Final.

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Por la acera de la ciudad pasaba un chico con grandes zancadas y pasos acelerados, la respiración agitada y una gigantesca sonrisa en sus labios.

Con una serie de "disculpe"s y "con permiso"s, el chico se fue haciendo paso entre la multitud con el mediano cachorro en brazos.

A pesar de que Pequeñín ya no era tan pequeño, igual seguía teniendo patitas cortas como para seguir el paso acelerado de aquel pelinegro.

En pocos minutos el alto edificio corporativo se alzó sobre sus ojos y con una risotada emocionada y nerviosa, el chico subió dando saltos las escaleras hasta llegar a la entrada.

Cuando pasó por la puerta de la entrada principal, sacó su celular y revisó la hora.

'3:52pm. Joel debería salir pronto.' pensó el chico y empezó a dar vueltas por el vestíbulo, esperando impacientemente que su novio saliera por las puertas del elevador.

Los guardas del edificio lo conocían y lo dejarían subir, pero la última vez que había subido con Pequeñín, el travieso había orinado una de las plantas y Erick tuvo que salir huyendo antes de que alguien se diera cuenta.

Cada segundo sonaba la campana del ascensor y cada vez el chico alzaba la mirada con esperanzas de ver al ojinegro asomarse, pero siempre salían hombres y mujeres en trajes enteros.

Erick recordó la primera vez que Joel lo llevó al lugar y lo mal que se había sentido al ver tantas personas adineradas aglomeradas. Conforme fue yendo más seguido, se fue acostumbrando a no prestar atención a ese detalle pero no se lograba aún sentir totalmente cómodo.

Nunca nadie lo había visto mal, aún menos entrando con un protector brazo rodeando su torso, pero sabía que en efecto lo verían mal si conocieran su pasado.

De igual manera, en ese momento no le importaba más que ver a su hombre salir por las brillantes puertas y compartirle las emocionantes noticias.

Después de diez desesperantes minutos en los que dio mil vueltas, escuchó una vez más el ding pero esta vez al alzar la mirada en dirección al elevador, sí pudo ver a Joel salir por aquellas puertas hablando animadamente con Nora y con quien Erick conocía como uno de los jefes de Joel, es decir uno de los dueños de la editorial.

Tan pronto Joel alzó la mirada y sonrió al ver al ojiverde, el menor se acercó rápidamente a ellos y en un movimiento veloz, dejó al perrito en el piso y se lanzó en brazos del mayor, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del ojinegro.

"¿Er...?" preguntó Joel con los ojos muy abiertos, evidentemente preocupado por la actitud de Erick.

Nora se agachó para alzar a Pequeñín, sin importarle los rastros de pelo que quedaban en su traje por alzar al perrito.

Una vez había dicho que "Los pelitos de las mascotas son escarcha en la ropa de las personas solitarias." y ambos chicos la amaron más de lo que ya lo hacían.

"¿Estás bien?" habló de nuevo Joel y con sus manos frotó al temblorosa espalda del ojiverde.

"Me dieron el trabajo, Joe." susurró Erick y Joel sintió su pecho expandir de orgullo.

Era un trabajo pequeño y modesto en una cafetería, pero tocaría su música todas las noches y le darían una paga fija por primera vez en su vida.

Joel cerró sus ojos y apretó sus brazos en el torso del menor.

Recordó como unas semanas atrás había llegado Erick muy emocionado al apartamento a contarle sobre el aviso de trabajo que había visto. Ese día el ojiverde había estado caminando por toda la ciudad buscando cualquier trabajo disponible.

「mi hogar」 「joerick」 「terminada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora