—¿Estás bien? —dije con preocupación apoyándome en un codo para verle mejor.

Harry sonrió y volteó hacía mí con ojos llorosos.

—Sí —susurró.

—¿Estás seguro? —dije.

Harry sacudió su cabeza y limpió sus lágrimas con la palma de ambas manos.

—Es solo que... Jamás pensé que podrías perdonarme —confesó apretando su labios.

Me acerqué a sus brazos y me acurruqué en su pecho, podía escuchar el latir de su corazón y me concentré en él; era perfecto, podría ser el compás de una hermosa melodía.

Harry apoyó su mentón en la parte superior de mi cabeza y depósito un beso.

—Te amo Emma —escuché su voz suavemente cerca de mi oidó y sentí su mano acariciar mi cabello.

—Te amo Harry —respondí.

Y así no solo le deposité mi corazón en sus manos, sino, que, deposité mi alma entera quedándome dormida entre sus brazos.

...

—¡¿Puedes dejar de llamar?! —exclamé mandando a volar el aparato frente a la mirada atónita de Lis que venía entrando en la habitación y pudo ver el celular pasar frente a sus ojos antes de estrellarse en la pared a su lado.

—¿Estás bien? —fue lo único que salió de su boca ante la escena en su casa.

—¡No! ¡No estoy bien! —grite histérica.

Lis se acercó a mí a paso lento y sigilosa tocó mi hombro.

—Toma aire, piensa en algo lindo y dime qué te pasa —dijo en voz suave.

Tomé asiento en el sofá y seguí las instrucciones de mí amiga. Respiré hondo y pensé en algo lindo pero lo último no hizo más que empeorar las cosas pues lo que víno a mi mente fue Harry.

—Emma... Ya, ya, tranquila ¿Qué pasa? —Lis acariciaba mi espalda mientras lloriqueaba como niña pequeña.

—No, no puedo hacerlo... No ahora —negué con la cabeza ante la mirada confundida y preocupada de Lis.

—¿Qué no puedes hacer?.

—No puedo —repetí más para mí que para ella.

—Ok, primero dime... ¿Porqué destrozaste tu celular así y con quién hablabas?.

—Lis... Esto no puede ser... No puede ser ¿Entiendes? —le dije.

—¿Qué no puede ser? Entendería si me explicaras un poco —arrastró su cabello rubio para atrás frustrada.

Traté calmarme nuevamente para lograr ser coherente.

—Es Adam —dije.

—¡Ese imbécil! —exclamó Lis.

—Me llamó exigiendo que regrese con él —continúe.

—¡Bastardo! ¿Acaso no se cansa de existir? —exclamó.

Woman || h.s.  (Completa/En Edición).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora