7. Vidas Cruzadas.

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―¿Quieres hacerlo? ―preguntó―. Está bien si no quieres contarme tu vida.

Me encogí de hombros y sonreí.

―Está bien si eres tú, creo.

Sonrió y me dio un rápido beso en los labios.

―Hagámoslo entonces.

Desayunamos lo único que sabía cocinar, sándwiches, y ahora estaba sentado junto a William en la cama, con una libreta en el regazo.

―¿Quién empieza? ―pregunté nervioso.

―Empieza tú. Entre más rápido mejor ¿no? ―musitó, tomando la libreta y el bolígrafo―. ¿Dónde naciste?

―En España ―contesté―. Viví dieciséis años ahí.

Lo escribió en la libreta sin mirarme. Escribía bastante rápido.

―¿Por qué te mudaste?

Respiré hondo, tratando de apartar el nudo que me oprimía la garganta.

―Porque.... ―vacilé―, asesinaron a mi padre ―solté, casi en un susurro. Hablar de ello era difícil para mí, pero de alguna manera tenía que hacerlo. William me miró con una expresión que no pude descifrar, sus labios estaban apretados en una fina línea pero sólo se volvió y escribió de nuevo.

―¿Relación con tu madre?

―¿Es necesario que preguntes? Ya lo viste tú mismo —suspiré.

—¿Hermanos?

—No.

―¿Vida amorosa?―preguntó sonriente. Maldito idiota.

―Tú ―murmuré.

―¿Nada más?

Negué con la cabeza, con la vista fija en mis manos. El rió y lo fulminé con la mirada.

―Mi turno ―mascullé arrancándole la libreta de las manos―. ¿Dónde naciste?

―España también, que pequeño es el mundo ―dijo entre dientes.

―¿En serio? Genial. ¿Razón de la mudanza?

―Mi padre quiso ―contestó y sentí como se tensaba, pero no dije nada.

―¿Relación con tus padres?

―Mi madre se fue con otro cuando tenía cuatro años, así que no la recuerdo y mi padre... ―apretó los puños―, es duro. ―soltó al fin.

―¿Hermanos?

―No.

―¿Vida amorosa?

Me miró y su expresión se suavizó, lo cual me calmó. Su típica sonrisa burlona apareció.

―¿Quieres la lista? ―preguntó.

Lo fulminé con la mirada y él se rió por lo bajo.

―Listo terminamos. ¿Tienes comida? Muero de hambre —dijo, levantándose del suelo, donde estaba sentado.

―Bueno yo... no se cocinar y mamá está de viaje. ¿Sabes cocinar?

―Como la mierda. Suelo comer afuera, creo tenemos un problema. ―contestó y en ese momento caí en cuenta de que había olvidado algo importante.

Jess.

Di un salto y miré el reloj. 13.50. Mierda, Jessica debía llegar en cualquier momento.

―William..., em... ―bajé la vista a mis manos, nervioso―. O-olvidé decirte algo.

―¿Qué pasa? —frunció el ceño.

Democracia del corazón [gay/yaoi]Where stories live. Discover now