—¡El bebé!—susurro temerosa, forzando mi voz que sale demasiado rasposa y baja, posando una mano en mi vientre plano.

Hudson acaricia mi cabellera mientras susurra.

—El bebé está bien, no te preocupes. Lia... si tan sólo hubiera sabido, yo...

Niego con la cabeza y termino por alejarme de su torso. Mis brazos extrañan el calor que emana su cuerpo, pero de todas formas pongo un poco de distancia entre nosotros.

—No. No digas que... que pudiste ayudar porque no... no hubieras creído nada—digo, con el dolor que me provoca abrir la boca.

Hudson asiente, sé que hay muchas cosas por discutir, pero guarda silencio, gracias al cielo. No me veo teniendo una discusión con él ahora, no después de lo que pasó.

Ambos nos quedamos en silencio, no nos movemos, solo nos observamos fijamente.

—Mi padre...—susurro entonces—. ¿Sabe lo del bebé?

Por la pena que veo en sus ojos si lo sabe. 

—Alguien del hospital lo llamó. Además, puede que haya dejado en claro queel bebé es mío así que...

Sacudo la cabeza. Sé que mi padre buscará por todos los medios saber quién es, a qué se dedica y cuando lo sepa, el signo de dinero será lo único en lo que va a pensar. 

Nunca va a dejarme tranquila. No podré vivir en paz en esta ciudad, no mientras él viva.

Querer escapar es inútil, porque esa bestia siempre me encuentra, no sé cómo pero él va a ser mi perdición. Y me siento como la peor mierda porque ¿Qué pude haber hecho en mis cortos años de vida como para ganar su odio total? ¡Soy su hija, sangre de su sangre! 

Cubro mi rostro con ambas manos cuando las lágrimas comienzan a salir otra vez al sentirme acorralada.

—No estás sola, no te dejaré. Voy a cuidar de ti y nuestro bebé, esto se va a solucionar y luego podrás vivir tranquila, no te preocupes por eso ahora, trata de descansar—susurra Hudson, pasando su mano por mi espalda tratando de consolarme.

De todo su discurso, lo único que puedo rescatar son dos palabras que se negó a decir hasta entonces.

—¿Ahora si es tu hijo?—pregunto entre hipidos.

Sabe que estuvo mal, así que solo asiente.

—La prueba llegó y antes de que te enfades más todavía, debes aceptar que tenía derecho a dudar. Ninguno se conoce y no podía cambiar mi vida por cualquier mujer que asegurara tener a mi hijo. —responde, encogiéndose de hombros.

Sé que tiene razón, así que no discuto eso.

—De todas formas no podrás protegerme desde Miami—susurro, haciéndole saber que sé que se irá.

Asiente pensativo y toma aire. Pasa la mano por su cabello y se levanta para tomar asiento frente a mí.

—Mi vuelto salía hoy por la tarde, pero tomaré el siguiente. Pensaba decírtelo, pero como ya lo sabes, ahora debemos pensar una forma en que te mantengas segura y creo que eso solo sucederá si vienes conmigo. —dice calmado. —No puedo protegerte aquí, no cuando estaré semanas completas fuera. Pensé en rentar un apartamento para ti, donde tengas las comodidades que necesitas, no lo sé, no lo pensé bien todavía.

Asiento ausente. La verdad no es una mala idea, y considerando que necesito su dinero, puedo ahorrar lo que tengo reservado para el bebé y no gastarlo en un apartamento o comida.

Quiero decir tantas cosas pero mi garganta seca no me lo permite, así que me mantengo en silencio oyendo cómo habla acerca del campeonato. Está bastante conversador ahora y es algo raro, sin decir que es demasiado espeluznante el que quiera parecer amable cuando hasta ahora solo hemos hablado para pelear. 

Entre Sábanas de Seda (AQS #1)Where stories live. Discover now