Yo y mis anécdotas... ups, mis anécdotas y yo.

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UN RATO DESPUÉS...


Después de la cura con los escasos medios que teníamos Victoria se sintió algo más animada, comimos todos y nos sentamos a contar anécdotas de cuando éramos pequeños. Es algo que nos gusta hacer en el mundo real cuando no hay otra forma mejor de pasar el tiempo, y en ese momento, en el mundo de los espejos, tampoco teníamos nada que hacer, más que intentar distraernos y olvidar el encontronazo.

Yo conté una de mis anécdotas más graciosas: cuando se me durmieron los pies por primera vez.

- Fue en Semana Santa, cuando mis padres y mis tíos me llevaron a ver las procesiones de las iglesias.

Como era muy pequeño, me cansé rápido, y mi padre me cogió y me puso en sus hombros, cuando se acabaron las procesiones me quiso bajar al suelo pero se me habían dormido los pies y me sentía súper raro. Cada vez que me acercaban al suelo me ponía a llorar y a gritar, en plan ¡NO!¡NO!, encogiendo las piernas y todo el mundo que pasaba me miraba con cara de; ¿y a este niño qué le pasa ahora? - Terminé de contar, entre risas

Victoria intervino con su historia "claustrofóbica" aunque no tenía nada que ver con la claustrofobia...

- ¡Ahora me toca a mí por favor! - dijo - Era pequeña y estaba con una amiga de vacaciones en un hotel, no me acuerdo dónde.

El pueblo del hotel tenía una plaza donde estaba el ayuntamiento y una iglesia muy bonita que nuestros padres nos llevaron a ver. Una vez dentro, vimos un claustro, y les dijimos a nuestros padres: Vamos a esa "plaza pequeña" de ahí, puesto que no sabíamos que el nombre adecuado era claustro, pues resulta que ellos se pensaron que decíamos que íbamos a la plaza de fuera de la iglesia.

Media hora después nos estaban buscando como locos y nosotras tan panchas jugando en el claustro.

Al ver que no venían, fuimos también nosotras a buscarles a ellos, y encima, cuando les encontramos, empezaron a reñirnos. Fue súper, súper injusto - Dijo Victoria, con cara de indignación, aunque los tres sabíamos que se estaba partiendo de risa.

- ¡Mi turno! - exclamó Jack - Pues mi anécdota es sobre el día que mis padres compraron una hamaca...

Mis padres vinieron a casa diciendo que nos habían comprado una hamaca para todos (Con todos me refiero a mí, a mi hermano y a mi hermana). Dos horas después, mis padres consiguieron montarla y llamaron a los primos.

Vinieron mis tres primos y nos montamos los seis. Resulta que el peso máximo eran cien kilogramos, y entre todos ¡¡¡pasábamos de ciento cincuenta!!!... Cuando nos montamos la hamaca se cayó del árbol al que estaba agarrado y nos fuimos cayendo todos de lado, en plan torre - rio y después continuó - Mis padres llegaron corriendo diciendo que habían oído un ruido raro y nos vieron con esa posición.

Pero lo más gracioso es que mi primo dijo: ¡Me han descubierto!, es verdad, me tiré un pequeño pedo que sonó muy fuerte... Pensando que "ese sonido tan raro había sido su expulsión de ese gas"- terminó, desternillado de la risa.

Después tumbamos en el suelo, nos quedamos dormidos.

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El mundo de los espejosWhere stories live. Discover now