No me mires a los ojos, mírame al reflejo...

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EN EL MUNDO DE LOS ESPEJOS...

Oscuridad... negrura... oscuridad... negro... todo negro... más oscuridad...

- Uff, ¿qué ha pasado? - oí.

La voz provenía de... ¿Victoria?

Intenté vagamente recordar lo que había pasado, de repente me acordé de todo: cómo habíamos quedado, preparar el espejo y... el espíritu de Mateo, se me pusieron los pelos de punta.

Abrí los ojos de golpe y fui corriendo junto a Victoria que no se había espabilado del todo. Le expliqué rápidamente por qué estábamos allí para asegurarme que ella también había recuperado la consciencia de los últimos acontecimientos y juntos fuimos a despertar a Jack.

Sólo hay dos maneras de despertar a Jack: con un cubo de agua (esta es la más eficaz) o tirarte encima de él y zarandearle.

Dadas las circunstancias, sin agua a mano, tuvimos que utilizar la segunda.

- Ehhh, ¿qué ha pasado? - preguntó

Entre los dos le explicamos lo sucedido.

Sólo entonces nos percatamos de lo que teníamos a nuestro alrededor: todo eran espejos.

El gran árbol delante nuestro (hecho de espejos), el suelo (una extensión infinita hecha de espejos)... En resumen, todo estaba hecho de espejos.

- Qué guapo estoy - dijo Jack, al ver su imagen reflejada.

- Ja, ja, ja – dije yo, y añadí – ¡¡yo sí soy un chico diez!!

- Sí, sí... lo que vosotros digáis, pero entonces yo soy una chica once – añadió Victoria – que por cierto, ¡¡Se muere de hambre!!

- Y yo...

- Yo siempre tengo hambre - dijo Jack- Jhony, ¿qué tienes en la mochila?

¡La mochila! ¿No metí tres bocadillos?

- Ahora lo miro – dije - pero hay que repartirlo justamente Jack, que si no, no vale.

- Os propongo un método: yo me como dos y medio y vosotros os coméis lo que sobra repartiéndolo justamente.

- ¡Jack! - exclamamos Victoria y yo a la vez.

El mundo de los espejosWhere stories live. Discover now