Arco 3.5 :Los revolucionarios de Mirie.

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—¿Que les paso? —dijo, con una voz fría, sin mostrar ningún tipo de emoción.

—Fueron prisioneros, golpeados y...

—¡Kyl! —grito, sin dejarme terminar—. ¡Llevalos dentro! ¡Desocupa unas camas para los que estén peor y trae unas sillas para los otros!

Del edificio salió una joven morena un poco mayor que yo. Llevaba un vestido corto de color blanco, del mismo tipo que tenia Rina, quien en ese momento revisaba minuciosamente las heridas del grupo. Debía ser su uniforme, me pareció bonito. aunque les faltaba esa especie de delantal para parecer enfermeras de las que se ven en las fotografías viejas. Y el gorrito, no hay que olvidar el gorrito.

—Vayan todos adentro —indico Rina, con ese mismo tono de voz frío y profesional.

Para aquellos que la veían por primera vez, que los tratará de esa manera podría parecerles lo mas indicado, después de todo era su trabajo. Sin embargo, para mi, a quien siempre trató de la misma forma, solo conseguía traerme malos recuerdos.

—Gracias —dije, levantándole y mirándola a los ojos por primera vez en años. Lucia cansada, con arrugas bajo los párpados que la hacían parecer mayor de lo que realmente era—. Iré a buscar una posada, creó recordar que había una cerca de la fuente...

—Espera —Rina me detuvo con brusquedad en medio de mi cháchara, observando algo en mi cuello—. ¿Que es eso?

—No sé...

—Creemos que es veneno —intervino Yunei, adelantándose hasta colocarse junto a mi, para después romper mi camisa. ¡Oye, que tengo pocas!, creó que incluso era la ultima—. Una flecha lo golpeo en el brazo y eso negro se ha estado extendiendo desde entonces. Pero dice que no le duele.

No me había dado cuenta ya que nunca nos detuvimos mas de quince minutos a descansar, pero aquellas marcas negras se habían extendido hasta abarcar todo mi brazo y parte de mi cuello y pecho.

Era algo aterrador.

—Por supuesto que no le duele —contesto Rina, desdeñosa—. Es veneno de Lifis, se extiende poco a poco a través de los tejidos, contaminándolos y, cuando ya la mayor parte del cuerpo esta ennegrecida, comienza el efecto de descomposición. Todo es indoloro, una muerte lenta y horrible porque solo puedes ver como te caes a pedazos sin poder hacer nada.

Oh, mierda.

—Entra, el efecto aun esta en sus etapas iniciales, aun puedo hacer algo. Rápido, que no tengo todo el día.

Estaba tan anonadado por las cosas que había dicho, que no la escuche. Fue Yunei la que me jalo del brazo para obligarme a entrar en el edificio tras Rina.

El interior estaba repleto de camas, la mayoría vacías, con cómodas a los lados. Parecían las típicas de cualquier hospital, con la excepción de que no se podía ver maquinas por ningún lado y estanterías protegidas por vidrios y repletas de frascos con hierbas dentro decoraban el fondo de la habitación, flanqueando una única puerta de madera.

—Siganme.

Rina entro por la puerta de madera, dentro solamente se podían observar una estantería, mucho mas pequeña que las de afuera, un librero, el cual ocupaba la mayor parte de la pared de la izquierda y un escritorio con dos sillas delante de el y un pequeño sillón detrás. Esta era la oficina de la curandera jefe.

—Sientate ahí.

Rina señalo una de las sillas, luego se acerco a la estantería, de donde saco varios frascos llenos con hojas de flores que, en mi opinión, parecían ser muy venenosas.

Theria Volumen 4: Los revolucionarios de MirieWhere stories live. Discover now