Uno

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Capítulo Uno

"-El no es como los demás niños Evan.- los gritos de la mujer de cabellos castaños se escuchaba por todos los rincones de la casa, incluyendo la habitación del pequeño Leonardo. El niño ya estaba acostumbrado a las habituales discusiones que siempre hacían sus padres a lo que nunca se acostumbraría era el motivo de las mismas: el.

-Es nuestro hijo.

-¡Pero el no está bien! ¿cuando lo entenderás?... tu lo viste, viste lo que le hizo a ese pobre niño.

-Sólo fue un accidente.

-Ambos sabemos que no lo fue, Leo tiro a un compañero por las escaleras, y no, no fue un accidente, el ni siquiera está arrepentido de sus actos. Peter se fracturó ambos brazos Evan...

Un sonido en seco se escuchó en el lugar. La pareja se giró para ver a su hijo en las gradas con gruesas lágrimas corriendo de por sus ojos, unas tijeras en sus manos. 

-¿yo soy la manzana de la discordia, cierto mami?- incluso la vos del niño era tétrica"

-Señor Miller- el hombre fue interrumpido de sus espeluznantes recuerdos que a menudo lo visitaban. Con cara sería se giró- llamaron de la clínica para confirmar su cita con la nueva psiquiatra- informó la secretaria con los nervios de punta, siempre que hablaba con su jefe era la misma situación. El arrogante individuo no hizo más que asentir. Leonardo sabía cuál era la reacción que causaba en el género contrario, su secretaria no era la excepción así que vio ese momento como su oportunidad para obtener un poco de diversión.

-Amber- la llamó con voz ronca. Era una mujer joven máximo unos veinticinco años con un peculiar atractivo era alta, delgada, de figura esbelta, chillantes ojos de un profundo color miel y larga cabellera rubia. Amber temerosa se volteó hacia su patrón.- Acércate- Demandó. Ella obedeció acercándose.

-¿S-si se-señor?

Leonardo río con altanería.

-¿Siempre eres tartamuda o sólo lo eres en mi presencia?- las mejillas de la joven se tornaron de un tono carmesí. Lo que provocó satisfacción en el.

Con paso seguro rodeo el gran escritorio que los separaba. Dio dos pasos más para acortar la pequeña distancia que entre ellos había. Poso sus labios sobre los de la joven, comenzó a besarla con desenfreno y pasión mientras sus manos exploraban su cuerpo, su lengua recorría cada rincón de su boca. Leonardo dirigió sus labios al cuello de Amber trazando un delicado camino hasta sus senos, succionando, besando y mordiendo llenaron el lugar de gemidos y jadeos. En cuestión de segundos las camisas de ambos fueron despojadas de sus cuerpos entre besos.

El sonido de un teléfono hizo presencia provocando que se separaran, era el móvil de Amber. El cabello de la joven estaba alborotado y sus mejillas muy sonrojadas.

-Vístete y sal de mi oficina- la decepción inundó el sistema de la joven, no era primera vez que las cosas se salían de control con su jefe. Siempre se prometía a si misma que pondría fin a eso, que Leonardo ya no jugaría más con ella pero cuando estaba en presencia de ese hombre las palabras y el valor brillaban por su ausencia.

Amber salió de la oficina dejando un sepulcral silencio. Leonardo nunca aceptaba un no por repuesta, no había existido una mujer aún que fuese capaz de rechazarlo y eso lo hacía sentir a un mas poderoso.

*******

Estaba ya aburrido de ver el monótono paisaje de grandes edificios pero estando encerrado en ese automóvil no había nada más interesante que el pudiera hacer. Ni siquiera era el quien conducía, siempre había tenido un chófer con una disponibilidad total.

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