Diego se levanta y viene hasta nosotros, sin decir nada y cruzándose de brazos. Le rodeo el hombro y le doy dos palmadas.

-¿Cuanto mas vais a estar aquí? -le pregunto para aliviar el ambiente.

-Hasta que Simon esté completamente bien. Es muy pequeño y los médicos dicen que corre el riesgo de empeorar si se va demasiado pronto.

Asiento con la cabeza.

-Si necesitáis cualquier cosa, decírmelo.

-Si, a mi también. -dice Peyton.- No tengo tan buen sueldo como Eros, pero puedo ayudar.

-Gracias. -pronuncia Diego, luego su vista se posa sobre Reese, la cual aún sigue jugando con Simon, que ríe a carcajada limpia por algo que ha dicho ella.

-Bueno, yo tengo que irme, volveré a visitaros pronto. -pronuncia Peyton.

Todos nos despedimos de ella, incluida Reese, a la cual Peyton le da un abrazo que se que a Reese no le gustaría devolver. Pero lo hace. Bruce se encargó de educarla para no ser maleducada. Y menos mal, porque con el carácter que tiene quien sabe qué hubiera pasado.

Diego sigue mirándola, como si estuviera intentando descifrarla, pero con algún destello de nostalgia en la mirada.

-¿Que pasa?

-Nada, cosas mías.

-Dímelo. -exijo.

-Es que... miro a Reese jugar con Simon, y pienso que es una lástima que Simon haya crecido sin una figura materna que le de cariño y se preocupe por él.

-Diego, todos los que estamos en esta sala hemos crecido sin una figura materna. Y estamos bien. No te preocupes. -digo intentando consolarle. Es triste, pero no todo el mundo corre la misma suerte.

-¿Ella también?

Asiento con la cabeza.

-Su madre murió el mismo día que los míos. -Diego frunce el ceño.- Sí, yo tampoco creo que sea una casualidad. Pero estamos intentando averiguarlo. -luego suspiro.- El puto anónimo me está jodiendo la vida. Y no quiero que haga lo mismo con ella.

-Te gusta. -murmura Diego después de unos segundos de silencio.

-¿Que? -pregunto confuso.

-Que te gusta, mucho.

No digo nada. Claro que me gusta. ¿Como no iba a gustarme cuando he comprobado que daría mi vida para protegerla? Y por mucho que intente convencerme a mi mismo que fue por la promesa que le hice, en el fondo se que no es por eso.

-¿Vas a vengarte entonces?

Suelto un carraspeo incómodo cuando Reese mira hacia nosotros y temo porque haya oído la pregunta que acaba de hacer Diego. A este le echo una mirada de, "tío, no es un buen momento", y parece que lo entiende, porque asiente con la cabeza.

Al cabo de un rato nos vamos del hospital. Dejamos que Diego duerma un rato y Simon también se queda descansando, los médicos dicen que no es bueno que pase mucho rato alterado y que debe de llevar una vida tranquila hasta que esté bien. Al no tener coche y haber salido tarde del hospital no quedan buses, por lo tanto no podemos ir hasta el bar de los escorpiones, así que nos vemos obligados a caminar hacia la mansión, la cual no es que esté muy cerca, y para rematar, Reese apenas me habla.

-¿Piensas decirme algo o pretendes quedarte callada todo el camino?

Su mirada sigue sobre sus pies, que chutan una pequeña piedra que hay en el camino. Como decide no hablar, yo también me quedo callado. La verdad es que yo no solía de la forma que soy ahora. ¿Desde cuando voy rogándole a una chica para que me hable? ¿O para que no se enfade conmigo? La respuesta está clara: desde que conocí a Reese. Pero eso me hace pensar que no tengo nada de práctica con estas situaciones. Sí, cuando me escapaba del reformatorio las chicas con las que salía se solían enfadar conmigo porque me acostaba con otras, pero a mí eso me daba igual. Ya tenía lo que quería. Y joder, ahora me siento mal por no haberlas valorado lo suficiente. Quizás si lo hubiera hecho sabría como manejar esto.

Vuelvo a mirarla. Está concentrada en la piedra. Dandole pequeñas patadas con el ceño fruncido. Se que la situación por la que estamos no es la más adecuada para estar juntos, pero si decidí arriesgarme es porque valía la pena. Ella vale la pena.

-Russell...-vuelvo a llamarla. Estoy a punto de decir algo cuando se gira y me besa.

-Lo siento. -dice separándose antes de que pueda reaccionar.- Estaba celosa. Te juro que yo nunca he sido así, es que no se lo que me pasa.

-Está bien, no pasa nada. -suspiro.

-Si, si que pasa. No quiero ser esa clase de persona que se enfada todo el rato por tonterías, y tú no has hecho nada mal.

Al verla tan frustrada la acerco a mi y la rodeo con mis brazos, sintiendo como me quito un peso de encima. El resto del camino nos lo pasamos hablando y riendo y ella me pregunta si aún me duelen las magulladuras de la caída de la explosión. La verdad es que con tanto ajetreo ya casi se me había olvidado que las tenía así que simplemente niego con la cabeza. Respiro hondo. Pasear tranquilamente por la ciudad sin tener que preocuparte de la policía es como estar en el puto cielo. Tampoco he tenido mucho tiempo de hacerlo desde que salí del reformatorio, ya que mi única vocación ha sido proteger a Reese e intentar no morir, pero me gustaría poder hacerlo en cuanto podamos a atrapar al puto anónimo, o mejor dicho, anónima.

Al llegar a la mansión, (después de haber pasado por dos heladerías diferentes porque Reese tenía hambre), me dirijo a mi habitación para darme una ducha. Busco la toalla entre toda la multitud de trastos que tengo esparcida por la habitación hasta que la encuentro tirada encima de ese mueble que utiliza Reese para hacer sus tareas del instituto. Escritorio creo que lo llama. La verdad es que nunca lo he utilizado ni lo haré, la única utilidad que le veo es para amontonar la ropa que no me apetece guardar. El caso, es que voy a coger la toalla cuando veo que un papelito sale volando por los aires, cayendo a mis pies.

-No me jodas. -murmuro en voz baja para mi mismo.

Me agacho y lo cojo firmemente, descubriendo que está escrito a máquina.

Eros Douglas... ¿Sabe tu querida Russell cual era tu plan desde un principio? Si no se lo cuentas , lo haré yo.

Releo el papel para comprobar que es verdad lo que pone y lo arrugo sin poder evitarlo.

-¡Mierda! -exclamo dándole una patada a la cómoda.

Respiro hondo e intento no perder los nervios, tengo que controlar mi ira o quien sabe que puede pasar.

¿Pero como cojones sabe la puta Ariadna lo de mi plan? Es completamente imposible. Esa zorra ha tenido que entrar en mi habitación de alguna manera.

-¿Va todo bien? -pregunta Reese desde el pasillo. Deberá de haber oído el ruido.

-¡Si, no te preocupes! -exclamo para tranquilizarla, aunque en mi voz hay un claro tono de preocupación. Después oigo sus pasos marchándose.- Todo va bien. -vuelvo a repetir, esta vez, para mi mismo.

Salgo al pasillo abriendo la puerta cautelosamente para comprobar que de verdad ya no está y la vuelvo a cerrar, poniendo el seguro está vez.

Me acerco a la pared y abro la trampilla del conducto de ventilación, sacando mi libro donde tengo apuntados mis planes de venganza, el cual escondo ahí para que nadie lo encuentre. No tengo ni idea de cuando algún criado o criada se dignara a recoger mi cuarto, y no quiero correr el peligro de que alguien pueda verlo.

Lo registro de forma rápida pasando hoja por hoja hasta que veo que faltan dos páginas. Las páginas de venganza de Bruce y Reese Russell. Alguien las ha arrancado.

Alguien que está a punto de joderme pero bien.

******

instagram: teennsspirit

¡Heeey! ¿Que taaal?
¿Echabais de menos los capítulos de Mala Influencia? ¡Yo si! (Y sobretodo vuestros comentarios❤️ xd)

Espero que os haya gustado la segunda parte del maratón, mañana subiré la tercera y última parte, y después ya seguiré publicando capítulos de forma normal.

Por cierto, muchísimas gracias a lxs que me habéis seguido en Instagram (y me habéis hablado), ¡sois enormes!❤️

Os amo❤️🧡💛💚💙💜💗

Mala influencia®  Where stories live. Discover now