8. El encuentro

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Era pasada la media noche y como hacía ya unos años atrás su mente no descansaba, había vivido tanto que sentía una gran carga sobre sus hombros. Miro por la ventana el agua nieve caer e inconscientemente apretó la taza de chocolate caliente entre sus manos. El invierno ese año estaba más frío de lo que recordaba algún otro. El vaho del chocolate empaño una parte de la ventana. Se sentía intranquilo, mirando aquella marca en el vidrio recordaba a Sasuke, dónde podía buscarlo si ya había recorrido todo Konoha y no aparecía, era como si la tierra se lo tragase. 

- Miras de nuevo la ventana - Escuchó detrás de él - Parece que siempre esperas a alguien. 

- Es que lo hago - se sincero. - He estado buscando a alguien desde casi cuatro años, no he podido pasar un día sin dejar de pensarle, necesito encontrarle para poder estar tranquilo, saber que está bien. 

- Para ser un adolescente hablas como todo un hombre - le molesto 

- Es que lo soy - le miro desafiante - No necesito ser alto para ser un hombre 

- Tienes razón - sonrió - Eres tan maduro, la juventud de hoy es tan abrumadora 

- Iruka... - le miró - ¿Crees que pueda encontrar a esa persona? 

-Con esa persistencia, sí, lo creo 

Le acarició la cabeza como niño pequeño y ahí Naruto, se sintió feliz, los ojos brillaron ante la ilusión, ante el deseo de pertenecer a esa familia que lo cuido durante su desmayo hace ya tiempo atrás. Eso es lo que había deseado desde que tenía memoria. 

- Gracias - susurro conteniendo las lagrimas 

Iruka, un hombre de alma noble lo había acogido después de que se desmayo tras aquel sucio basurero, él pasaba buscando un regalo de navidad atrasado, había olvidado la fecha por estar absorto en el trabajo. La sorpresa que se llevo fue encontrar una melena rubia cubierta de nieve tras haber perseguido a un gato que le había robado una bolsa con bollos de atún. El gato gris con grandes ojos negros lo había dirigido ahí a propósito o eso es lo que se seguía diciendo y lo que le decía a Naruto. Al verlo casi enterrado en la nieve lo levantó, al principio creyó que estaba muerto, pero tras verificar que no era así lo llevo a la casa que compartía con su pareja, Kakashi, quien al ser medico atendió a aquel niño que se veía abandonado; discutieron sobre su paradero pero al final lo adoptaron tras encariñarse con él por las semanas de recuperación que tuvo que pasar en su propia casa, la desnutrición era notoria y la falta de educación. Sabían que no era de casa. 

Estaba frustrado, aventó todo lo que estaba a su paso en aquella descuidad oficina, tomo la silla y la lanzó contra la pared destrozándola en el proceso, su experimento, su gran creación había desaparecido, era como si el final del invierno aquel año hubiera dado fin a su plan, a su creación. Gritó. Estaba enojado. 

Se recargo en el escritorio agitado, su respiración se asemejaba a un toro en pleno rodeo, mientras que su mirada se mostraba gélida y distante, Kabuto había sido su mejor secuaz, pero desde que Naruto le había hecho aquello todo estaba empeorando, ya no reaccionaba de la misma manera, apenas y lo pudo rescatar, un poco más y le perdía. Eso había significado que había más en aquel niño de lo que esperaba, había alguien maligno, alguien de quien pudo haberle sacado el mayor provecho mas sin embargo, no supo como hacerlo por dejarse cegar por aquellas travesuras de mal gusto que hacía. Necesitaba encontrarlo, y para encontrarlo rápido tenía que encontrar a Sasuke y exponérselo, no había pasado desapercibido por él que aquellos dos tenían una conexión más allá de lo normal. Le frustraba más ver como ambos se sabían esconder a la perfección pues llevaba años buscándolos. 

Soltó un gruñido de molestia, ni siquiera sus espías en el país le habían podido dar información confiable. ¿Dónde era qué estaban? No podía responder con exactitud aquella incógnita que le torturaba la mente día con día. 

Orfanato KonohaWhere stories live. Discover now