5. Contenedor

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Lo miraron como si le comenzarán a salir tres cabezas; estaba loco y no había duda de que su locura aumentaba conforme pasaban los segundos

– Si que eres un demente – bromeó con la intención de que el ambiente tan tenso comenzará a aligerarse – ahora te convertirás en el científico loco

– Tus estúpidas bromas terminarán en un santiamén, Naruto, solo espera y verás, serás el primero y después no te quedarán ganas de reír.

Trago saliva ajeno a lo que vendría, preso del miedo se dejó guiar por el mayor, en cambio, Sasuke, no sabía que hacer, su amigo iba a sufrir por su culpa. Si tan solo no hubiera sido tan egoísta, si tan solo hubiera aceptado las decisiones de su madre, nada de esto estaría pasando. Sin hacer nada miro como Naruto iba siendo alejado de su lado, la mano de Kabuto, le impedía cualquier movimiento.
Naruto, siempre tan vivaz lo observó por el rabillo del ojo, sonrió tan deslumbrante como solo él sabía, de repente su boca se seco y las ansias se apoderaron de él, pero antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, Kabuto ya lo dirigía fuera de la oficina.

La noche llego como una tortura, no había señales de su amigo, ni gritos, ni quejidos, nada. Las ojeras se pronunciaban en sus ojos conforme la madrugada se adentraba en la oscuridad y por si fuera poco la boca se le secaba, incapaz de moverse de su cama miraba la puerta a espenzas de que en cualquier momento se abriría, pero eso nunca pasó.

El sueño le venció apenas unos minutos cuando el sol se asomaba, la pesadez quería albergarlo a seguir durmiendo, pero en cuanto vio a Naruto, postrado en su cama, sintió que había dormido suficiente así que se levantó y camino con cautela, no quería despertarle, pero al llegar hasta él, vio como abrió los ojos, se le antojaban rojos;tan rojos como si hubiesen estado a punto de salir de sus orbes. Se sintió temblar pero su cuerpo no lo demostró 

-Naruto... - No recibió respuesta, por lo que intento de nuevo - Naruto, perdóname 

Vio como el rubio se sentó en su cama, apretó sus manos sobre las rodillas y frunció el labio, tomando fuerzas que no tenía para sonreírle conciliador, pero eso lejos de tranquilizarlo, lo altero más. No podía hablar, no por el momento. Sasuke, dio un paso hacía atrás buscando donde apoyarse pero no lo encontró; todos dormían, ajenos a lo que pasaba. Su labio tembló y una lágrima traicionera escapo de sus ojos, ahogo un sollozo y dejo que los brazos de su amigo lo abrazaran. Le ardía todo el cuerpo. Sentía que le quemaba. 

La risa estrepitosa se escuchaba entre las paredes de aquel despacho que fuera de gracioso se tornaba frío. Su asistente Kabuto, guardaba una sonrisa más tímida, pero de igual manera maligna. 

- Las cosas han ido de maravilla - Sonrió - Quién diría que Naruto, es el niño al que tanto había estado buscando, esto es sin duda el inicio del gran  Dios, Orochimaru

Sus ojos brillaban como si fuese un niño a quien le daban su primer regalo de navidad, o como aquel que comía su platillo favorito en medio de una noche desolada. No estaba, sino, excitado por la emoción. 

Mikoto, a quién su plan estaba fallando por muchos lados se sintió indignada, se estaba desesperando y sabía que tenía que hacer algo pero no sabía el qué ¿Qué podría hacer para estar siempre con su amado? claro sin que sus odiosos hijos; por qué si, para ella lo eran, intervinieran. Después como si hubiera tenido una idea revolucionaría, su sonrisa se ensancho, la adrenalina pulsaba entre sus venas y su pecho se contrajo en un sentimiento de total excitación. Lo tenía. 

Itachi Uchiha, siempre tan prometedor, tan listo y tan sobre protector con su hermano había investigado su paradero, tenía la necesidad de encontrarlo y llevárselo con él; darle, en sí, lo que su madre nunca le supo dar a ninguno.

Orfanato KonohaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz