CAPÍTULO CINCO: UN GRITO A LA LUNA

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— ¡Ya! — chilló y Goliat se apresuró a tomar una manta y envolverla alrededor de sus hombros ya que estaba desnuda, lo miró y él jadeó saliendo de la choza para gritar por ayuda.

— ¡Mireia va a parir! —avisó y Elihan fue el primero en ponerse de pie y acercarse con rapidez. La aludida hizo una mueca cuando el sanador se inclinó hacia ella y pasó sus dedos por si vientre, Elihan maldijo y miró a Goliat.

—Debemos llevarla al monte, dile a Fire que vaya por Gorkan —pidió Elihan viendo el estado en el que se encontraba la hembra. Él pasó sus manos por su espalda y la otra por sus piernas para cargarla y salir de ahí, Goliat hizo señas y varios de ellos lo siguieron protegiéndola con recelo. Ahora todos debían tener más cuidado, en los últimos ataques ya nadie confiaba en salir solo a cazar.

Cuando llegaron al monte Elihan la dejó con suavidad contra el pasto, ella gimió abriendo los ojos y viéndolo, el sanador le sonrió y Goliat se colocó a su lado tomando su mano para darle fuerzas.

—Debes transformarte Mireia, es la única forma para que el cachorro pueda nacer sin problemas.

—No tengo fuerzas Goliat, estoy muy cansada.

—Debes hacerlo Mireia.

— ¿Ya va a parir? —una voz ronca hizo sobresaltar a los demás. Gorkan se acercó hasta ella con el rostro inexpresivo, la mujer lo miró para después quejarse—. Debe convertirse o el cachorro no podrá nacer.

—No tiene fuerza, es que no se ha estado alimentando bien —murmuró Fuego atrás de Gorkan, éste gruñó haciéndolos sobresaltar a los demás.

— ¿Por qué no has estado comiendo? ¿Has querido poner en peligro la vida del cachorro? ¡Responde!

— ¡Claro que no! —chilló abriendo los ojos para encontrarse con los ahora oscuros de su líder, tembló y lanzó un quejido llevándose las manos a su vientre desnudo—. Extraño mucho a Gokan.

—Gokan ya no está, ahora debes de cuidar de ti y del cachorro —respondió con frialdad echándose hacia atrás, con una mirada dio la orden de que los demás se alejaran y la dejaran sola. Mireia apretó los labios sintiendo su pecho doler por las palabras del líder, él había sido tan cruel. Él no la entendía. Pero no podía esperar más de alguien como Gorkan.

La mujer soltó un gruñido y lentamente se giró dejando su vientre rozar contra el pasto del monte, lentamente abrió las palmas de sus manos para sostenerse juntó con sus pies. Se arqueó y echó la cabeza hacia atrás soltando otro gruñido que está vez son más fuerte y salvaje.

<<Ya cachorro, dame un poco más de tiempo —pidió con la poca fuerza que le quedaba>>

Su cuerpo pesaba y aún más para sostenerse con un vientre grande y duro. Cerró los ojos y sacudió con lentitud sus hombros, escuchando como estos tronaba, abrió la boca sacando los colmillos filudos que ella escondía, cerró la boca y los colmillos se clavaron en sus labios, gimió por el dolor pero no hizo caso. Volvió a sacudirse y abrió los ojos que de un pacífico color miel eran ahora amarillos oscuros. Dio una última sacudida y sus huesos crujieron con fuerza, aulló adolorida y negó repetidas veces apretando el pastó bajo sus manos. Le dolía, le dolía mucho. No aguantaría y si no paría, el cachorro y ella morirían.

—Tú puedes Mireia —murmuró Goliat a unos metros de la compañera de su hermano. Mireia volvió a sacudirse y está vez se dejó caer al suelo ante la intensidad del dolor, sus huesos crujieron con más fuerza y su columna se rompió provocando su caída al suelo. Aulló de dolor y los machos cerraron sus ojos sintiendo el mismo dolor que la mujer, ellos podían entender cómo se sentía. Mireia, lentamente se puso de pie en cuatro patas. Abrió sus patas traseras y rugió a la luna que le daba la bienvenida.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Where stories live. Discover now