Capítulo 2. Time of my life*

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Clara Molina se encontraba inquieta, habían pasado tres años desde su partida, en ese tiempo apenas había mantenido contacto con Nicolás Navarro, su mejor amigo. Se había dedicado por completo a sus estudios, se esforzaba por destacar en todo, era la única forma en que su padre no sospechara de las clases de canto que ella tomaba a escondidas de él por las tardes, cuando le decía que iba a sus grupos de estudio. 

Su padre era amoroso, pero muy estricto con su educación, quería que ella se decidiera a estudiar medicina y se olvidara de la música ya que, para él, la música no era más que un pasatiempo. Clara había cursado dos años de preparatoria en su natal México, y ahora cursaría su último año en Argentina. No entendía por qué ahora su padre había querido regresar, simplemente después de sus últimas vacaciones le había dado la noticia de que volverían a vivir en Buenos Aires. La castaña se sentía preocupada, no sabía cómo sería volver a ver a sus dos amigos de la infancia, en tan sólo tres años la gente puede cambiar mucho. 

Sabía cómo era Nico, que seguía con su música aunque había cambiado la guitarra por el bajo, que tenía un nuevo mejor amigo con quien había formado una banda, la Roller Band. Y que seguía enamorado de la chica a la que conoció desde los siete años, aunque esa chica no le hablaba más. Sabía cómo era Ámbar ahora, siempre que hablaba con Nico le preguntaba por ella; la reina del colegio, la presidenta de la clase, la adolescente de ensueño. Lo que no sabía, era cómo reaccionaría ella con su regreso, después de que Clara se fue hace tres años, sin poder darle ninguna explicación, ni siquiera a lo largo de esos años se había atrevido a hablar con la rubia, ni siquiera estaba segura de que ella supiera todo lo que había pasado.

Suspiró. Al final no sabía nada de sus amigos, ni ellos de ella.

Se acomodó en el asiento del avión y volvió a cubrirse con su manta, ya podría preocuparse de todo eso cuando llegara el momento. Se colocó los audífonos y buscó la canción ideal para olvidarse de esos pensamientos. La encontró, Time of my life de Dirty Dancing, una de sus películas favoritas. Cerró sus ojos cuando la canción comenzó, y a su mente vinieron recuerdos de sus últimas vacaciones en Cancún, su padre le contó que ahí fue donde varios años atrás conoció a su madre, una mujer maravillosa que amaba cantar cerca del mar. La imagen de su madre cantando la hacía sonreír, la extrañaba mucho. Una tarde decidió ir ella misma a cantar una canción, decidió dedicársela no sólo al mar, sino también a su madre.

...

Cerró sus ojos y empezó a tararear I've been waiting for so long, now I've finally found someone to stand by me...-

("He estado esperando durante mucho tiempo, ahora finalmente he encontrado a alguien para estar a mi lado")

Sintió la brisa chocar contra su rostro, comprendiendo la magia que su madre sentía cuando hacía eso y sonrióYou're the one thing, I can't get enough of, so I'll tell you something ... this could be love.

("Tú eres la única cosa, de la que nunca tengo suficiente, así que voy a decirte algo ... esto podría ser amor")

De pronto sintió que alguien la observaba y se giró mientras abría los ojos lentamente.

–Perdona, no quise asustarte–Era un chico un poco más grande que ella, bastante guapo–Sólo quería escucharte, cantas muy lindo.

–Gracias–respondió Clara, sonriendo con el mismo nerviosismo que se reflejaba en la sonrisa del pelinegro.

Puedes seguir cantandosugirió esperanzado, llevando una mano detrás de su nuca, gesto que a Clara le pareció realmente tierno.

–Lo siento, pero ya debo irme, mi padre me espera.

Comenzó a caminar, y al principio el chico se quedó quieto, pero luego reaccionó y la alcanzó.

–¿Me dices tu nombre?

–Tú primero–respondió con su sonrisa más dulce, la cuál él correspondió sin dudar.

–Yo soy Simón, siempre ando por aquí a estas horas, mis amigos y yo jugamos futbol, tal vez nos volvamos a encontrar, quizá... ¿mañana?–sonrió aún más.

"No, I never felt this way before..." ("No, nunca me había sentido así antes...")

–Tal vez venga mañana, Simón, y podría decirte mi nombre–le sonrió por última vez y apresuró el paso, casi corriendo mientras sonreía ante una nueva sensación.


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