Capítulo 34: Vestidito rojo de perra.

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Jade

—Grayson ya se fue—es lo primero que dice Sam apenas estacionamos en frente de la casa de Holden Lane.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunto.

Miro a través de la ventana, por si acaso Sam está equivocado, y puedo localizar a Grayson.

—Justo estoy estacionado en el lugar donde estaba mi auto, y yo le di mis llaves a él para que tuviera como regresar a casa. En fin, ¿te quieres ir?

Sam y Angie me miran interrogante. Es espeluznante como ya tienen las mismas expresiones.

—No—niego con la cabeza para reafirmar mi respuesta—. Aún tengo algo importante que resolver aquí.

Cuando me dispongo a salir del auto Angie toma mi mano.

—¿A dónde crees que vas?—pregunta con una mirada acusadora—Acabas de tener un ataque de pánico. ¿Piensas que te dejaré salir y enfrentarte a Sarah sola? ¡Acaso estás loca!—juro que sus gritos tienen la capacidad de aturdir a la gente. Lastimosamente para ella ya me acostumbre a ellos y eso no me va a detener.

—Angie, te amo, pero no puedes protegerme de todo—me mira como si le estuviera hablando en chino—. No te hagas la tonta, siempre me he dado cuenta de que de alguna forma u otra tú siempre me proteges. Que no diga nada, no quiere decir que no lo sepa—sus mejillas se sonrojan poco a poco—. No tienes que avergonzarte por eso, soy tu hermanita y las hermanas mayores siempre cuidan a sus hermanas más pequeñas. Pero no me puedes proteger de todo, a veces debes dejarme ir. Debo hacer esto yo sola.

No sé qué dije pero ver como se le escapan unas lágrimas a Angie me parte el corazón, así que la traigo en un abrazo.

—Sarah es la maleza en mi vida, y sola arrancándola de la raíz me desharé de ella. Déjame ir y te prometo que si en quince minutos no regreso podrás ir como la digna mama pájaro que eres y buscarme, ¿qué tal eso?

Eso la hace reír, por lo tanto yo estoy sonriendo de oreja a oreja.

—Tienes diez minutos, jovencita—sé que bromea, bueno, más o menos.

—Sí, mamá—le doy un beso en la mejilla—. Sam...—lo miro seriamente—Asegúrate de que espere los diez minutos antes de que quiera buscarme.

—No te prometo nada—dice con una sonrisa y un guiño.

Con un gran suspiro salgo de auto y me encamino nuevamente a la caso de Holden en busca de Sarah.

Mientras camino, lo único que ronda mi cabeza es que no puedo vivir con estos ataques de pánico toda mi vida. Sé que si enfrento a Sarah de una vez por todas podré estar en paz, es decir, no voy a estar con miedo toda mi vida y permitir que cada vez que la vea sufra estos ataques. Ella no controla mi vida.

Sarah sigue enfrente de la casa, riendo con un grupo de gente que la rodea. Nunca cambia, en donde este, siempre quiere ser el centro de atención.

Uno de los chicos que la rodea me señala para informarle que estoy justo detrás de ella.

—Pero miren que trajo el rio de regreso—dice Sarah cruzándose de brazos y luciendo ligeramente sorprendida—, tu novio ya se fue, así que tú también te puedes ir.

«Está bien Jade, tu puedes hacer esto, has sido una persona fría y cerrada desde hace cuatro años, solo debes de activar tu modo perra y superar a esta. Sarah no es más perra que tu» me digo esto internamente antes de responderle a Sarah con un sonrisa en la cara.

Fría como el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora