¡Soy como tú! [Terminada]

•Capitulo 1•

-Hiciste un buen trabajo. Mis respetos.- sonreí mientras le chocaba los cinco.

Fin del flashback

Entré a la cafetería y me senté en una mesa alejada de la gente. Por si acaso alguien me reconocía, uno nunca sabe. Luego de unos pocos minutos se me acercó una chica a tomar mi pedido.

-Buenos tardes, señorita, ¿Qué le puedo ofrecer?- me sonrió con amabilidad mientras sostenía su bolígrafo y un anotador.

-Ah... un café.- murmuré viendo el menú, por si se me antojaba algo más.

-¿Algo más?-Miré una vez más el menú y vi rosquillas. En el palacio solo las podía comer a escondidas, ya que tenía una dieta bastante estricta.

-Un café y una rosquillas por favor.- Sonreí entregándole el menú.

-Está bien. Ya le traigo su pedido.

-Gracias.-Esperé unos minutos viendo un libro, el cual estaba terminando de leer hasta que me trajeron mi pedido.

-¿Azúcar o edulcorant...- la chica fue interrumpida por algo, o más bien alguien.

-¡Ah!- grité cuando el líquido caliente cayó sobre mí. La camarera me estaba sirviendo el café, cuando un chico salió de la cocina, empujando la puerta, haciendo que la chica se moviera y me derramase el líquido.

-¡Como lo siento! Buscaré algo con que limpiar eso.- hablaba apenada y desesperada.

-No pasa nada, de verdad. Fue un pequeño accidente- La verdad, me dolía mil infiernos.

El chico simplemente me miró y, después de un rato, se fue sin decir nada. ¿Es que acaso no sabe pedir disculpas? Lo seguí con la mirada y el ceño fruncido hasta ver como desaparecía.

***

Luego del incidente, me cambié de ropa y seguí mi rumbo. Pedí la orden para llevar, ya que el sol se estaba ocultando y no quería tardar más. Después de unos quince minutos más manejando, llegué al destino. Era una casa simple pero muy bonita, al igual que las restantes del barrio. Estacioné el auto y bajé, para luego dirigirme hasta la puerta y tocar el timbre mientras esperaba pacientemente a que abrieran. De la puerta se asomó un rostro familiar. Su cabello rubio ceniza revuelto, sus ojos cafés y sus labios rojos eran los mismos que vi antes en la cafetería. El mismo que no se disculpó.

-¿Qué haces aquí?- preguntamos al unísono, él confundido y yo enojada. Carraspeé y continué hablando.

-Ah... ¿está Susan?- pregunté mirando por encima de su hombro. Detrás del chico se escuchó una voz femenina.

-¿Ethan? ¿Quién es?- luego se asomó una mujer de edad parecida a la de mi madre. Su ondulado cabello rubio le caía por sus hombros como cascadas. Sus ojos azules como el cielo me veían junto con una bella y blanca sonrisa. A diferencia de sus ojos, su hijo era un calco perfecto de ella.

-¡Skyler!- se acercó a abrazarme al igual que lo hacía mi madre.

-Hola, Susan.- le seguí el abrazo, un poco más tímida.

-¿Cómo están tus padres?- me invitó a pasar.

-Bien, como siempre.- respondí con una sonrisa amable.

-Oh, te presento a Ethan, mi hijo.- lo apuntó con la mano como si no lo hubiera visto ya.

-Si, lo conocí hace un rato en la cafetería. Se le nota lo amable...- él sabrá si se disculpará por las buenas o por las malas.

-¡Oh! ¿Verdad que es un angelito? Mejor que ya se hayan conocido.- ¿Es que acaso no sabe hablar sin que su madre responda?-Hijo, saluda.- habló entre dientes su madre.