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Freddy bajaba de un largo viaje de 5 horas desde su antiguo hogar hasta Madrid. Todo era tan distinto. Desde la gente hasta las casas.
Llevó su valija y las dejó en la entrada apenas su madre abrió la puerta. Su hermano mayor lo seguía.
—Escojan cuarto, chicos— Les dijo su madre, feliz ya que ambos estaban emocionados por su nuevo hogar.
Freddy corrió y empujó a su hermano, para poder sacar ventaja y elejir con mayor tiempo.
Primero estaba la de su madre, continuó. El baño. Luego encontró una espaciosa habitacion.
Entró corriendo y la inspeccionó hasta que vio una cucaracha muerta que movía una de sus antenas. Su cara cambió a una de repugnancia.
—Definitivamente, esta no.
Continuó corriendo al ver que su hermano venia tras él. Encontró una pequeña habitación.
«Dime que aquí no hay cucarachas semi muertas, por favor» pensó.
La inspeccionó, parecía echa a su medida. El color era acertado, la ubicación de las cosas antiguas que el propietario anterior no pudo llevar también. Se sentó en la cama.
—Genial, esta es la mía— Susurró observando a su alrededor.
Freddy caminó hasta una ventana. Abrió las cortinas blancas como la nieve, estaban bien cuidadas ya que no había una sola mancha. Vio un balcón.
—¡Cool!— Dijo entusiasmado al ver la gran ciudad. Sus ojos brillaban al compás de las luces nocturnas de la ciudad. Había un café, departamentos, un restaurante, un lugar donde tatuaban y hacían percings.
Miró hacia la derecha. Habia un baldío.
—Que creepy... Eso me va a dar pesadillas— Dijo para el mismo, tocando con sus delicadas manos el balcón. El baldío contaba con incontables bolsas de basura, césped sobre crecido y un grafiti de una mujer muerta— Da mas miedo que la cucaracha... Algún día bajaré y lo pintaré para que no se vea... Le haré un favor al vecindario.
Quiso echar un vistazo a su izquierda, mas notó que había dos casas mas idénticas a la suya, pero en que daba justo a su lado, yacía un joven azabache, que recargaba sus ante brazos en el balcón. Sus oscuros ojos atraparon inmediatamente a Freddy de un instante al otro y pudo notar que sus ojos solo demostraban dolor. Quiso preguntar, pero prefirió cerrar la boca y entrar a su hogar nuevamente.
—Todo genial, pero ¿que les contaré a mis amigos? Hay una chica muerta mirándome 24/7 y tengo un vecino depresivo.... Ah, cierto, no tengo amigos— Freddy parecía contagiado por la depresión de aquel azabache.
Freddy bajó las escaleras para llegar con su madre y ayudarla a desempacar todo.
Luego de unas horas ya se habían echo las 3am. Freddy no iniciaría las clases si no hasta dentro de unas semanas, por lo que aprovecharía estas semanas para desvelarse.
Mientras escuchaba musica y leía un libro recostado en su habitación escuchó unos sollozos nuevamente de aquel balcón. Dejó su libro en la mesada y apagó la musica. Apagó su lampara y acarició la punta de ella. Se levantó de la cama para acercarse al balcón. Tenia miedo de lo que podría pasar, por lo que llevó a la lampara con sigo.
—Tal vez sea un demente así que tu único deber, sexy lampara, es protegerme y dar tu vida por mi ¿okay?
Se asomó lentamente por el balcón y escondió la lampara detrás del pórtico.
Pensó un momento lo que diría. Miró al chico, parecía no tener ninguna intención de matarlo, por lo que creyó que llevar una lampara con el sería extraño. El era extraño.
—Amm...— El azabache se incorporó velozmente al oír su balbuceo y secó sus lágrimas con la manga de aquel gran sueter que traía con sigo.
El azabache dirigió su mirada al balcón de Freddy y comenzó a gritar.
Freddy miró al azabache confundido y luego hacia donde la mirada del azabache se dirigía y pudo notar una gran cucaracha. Ambos comenzaron a gritar y Freddy disparó su lampara protectora a aquel insecto, quien calló muerto al cemento de la acera.
Ambos cerraron la boca y comenzaron a suspirar agitados. Sus miradas volvieron a conectar.
—¿Traes siempre una lampara con tigo?— Preguntó confuso.
—Amm....— Freddy no podía emitir ningún sonido coherente y sintió sus mejillas arder. Un fuerte sonrojo se apoderó de sus mejillas.
«Vamos Freddy, di algo que te haga ver astuto» Pensaba.
—¿Y? ¿No vas a contestar?— Preguntó el azabache, arqueando una ceja.
—Amm....— Nuevamente, no podía hablar por la vergüenza.
«Vamos, di algo, no importa si no es astuto, sólo di algo» Se esforzaba Freddy.
—¿Eres mudo? ¿Sordo?—Preguntaba, algo burrido ya aquel joven de cabellos azabaches.
—Amm....— Su sonrojo aumentaba a cada pregunta.
«¡Vamos! Ya no necesito que sea algo coherente, emite algún sonido! Un chillido o un gemido estará bien! Pero muestra alguna señal de vida» Gritaba internamente Freddy para si mismo.
—Bueno, creo que tienes problemas...— El azabache volteó y se dispuso abrir las cortinas para entrar nuevamente a su habitacion— Adiós niño.
Freddy miraba sonrojado como su vecino se retiraba.
Escuchó cerraba la ventana y se arrojó al suelo.
—Eres un grandísimo idiota, Freddy Fazbear— Se repetía golpeando su cabeza con la palma de su mano.
Luego de unos minutos regresó a su habitacion y continuó con su lectura.
“Sus miradas nunca cruzaron. Su historia nunca comenzó ” Leía “Nacieron para no estar juntos”.
Por alguna causa sintió culpa. Una presión en su cuerpo. Se sentía identificado y no sabia por que. Se sentía desesperado por que sus mundos chocaran, pero no sabia con que mundo quería chocar. No sabia. Aun no sabia.

The Balcony »Frededdy« [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora