Capítulo 9.

1.6K 178 27
                                    

     Persiguiendo a Natsu por el instituto, Lucy se dio cuenta de que era de lo más escurridizo; no se estaba quieto en una mesa o en una simple banca, siempre iba y venía a todos lados matando el tiempo, ni siquiera lo veía disfrutando de una conversación con alguien, sin disfrutar la compañía de alguien, entonces Lucy se dió cuenta de lo solo que él estaba, y de todo el tiempo que había estado así. Pero lo que ella no sabía era que Natsu había sentido los pasos de la rubia siguiendo los suyos, en un ritmo constante, entrado a donde él, a la misma distancia siempre, pensando que él no la notaba. 

—Está bien, basta. Estoy por entrar al baño y no deseo ser acosado incluso ahí —le dijo mintiendo, dándole la espalda sólo para esperar que saliera de su escondite nada secreto. Quería saber porqué, porqué de pronto hasta se molestaba en perseguirlo. 

    Lucy, atonita ante sus descuidos, dió unos cuantos pasos más hacia donde Natsu le daba la espalda para mantenerse a flote sin incluir a todos los estudiantes ahí al margen de lo que sucedía, y con cada paso pensaba en cómo le diría lo que estaba por soltarle, o más bien, los trucos que utilizaría para que ese chico que parecía nunca doblegarse, aceptara. 

—Natsu, ocupo pedirte un pequeño favor, nada fuera de tu alcance...

—No —la corta, sin tratar el predecir las peticiones de la rubia. No ocupaba ser lo suficientemente listo para saber que él quería evadir el tratar a toda costa con Lucy, mientras al mismo tiempo ella se empeñaba en probar que el destino había hecho una de las suyas para que se encontraran de nuevo. Dos ideas totalmente paralelas que tenían un mismo propósito; él otro. 

—Puedo pagarte, o sólo darte las gracias, depende de tu resistencia, pero de verdad dependo de ti para esto...

—Tu error fue depender de mi. 

—Natsu, por favor, por los viejos tiempos —intentó, de nuevo, sin exito. Se acercó más a él, y trató de intimidarlo sin ser brusca, lo que menos quería es que él pensara que lo estaba obligando y denegara totalmente. 

     Lucy tenía a su favor el ser una chica alta, una hermosa chica alta que aún así, Natsu pasaba con facilidad, lo que ocasionó el quedar al nivel de sus perfectos labios, se dió cuenta de manera involuntaria que ellos con sus proporciones se asemejaban a dos piezas de rompecabezas, talladas una para embonar total y completamente con la otra. 

—Mucho menos lo haría por los viejos tiempos, y si no estoy siendo muy claro con mis constantes rechazos; espero este sea el último encuentro entre nosotros, pues no apruebo eso de que por unos simples monólogos contigo estando ebria, ya seamos los mejores amigos. 

     Natsu no dijo nada más, sólo se dedicó a observarla, a notar sus algo simetricos rasgos que la hacían afrodisiaca, a admirarla pero sin un poco de estima. Natsu, como todo buen chico reconocía la belleza, pero como el hombre que era, sabía que eso no lo era todo. Alrededor de su vida había conocido a muchas mujeres, todas completamente diferentes, compartiendo unas escasas similitudes, y entendió que nunca iba a encontrar a alguien igual, que todas las mujeres valían la pena a su manera, aprendió a amarlas a todas, a quererlas y a extrañar su compañía cuando fue momento de partir, pero lo entendía. Todo era un ciclo, uno que dolía al empezar y al terminar, y Lucy ya había tenido su lugar en su ciclo, y con uno bastaba; no quería estar de nuevo perdiendo a su vecina, o a alguien más. 

—Pero, Natsu... —vaciló, había estado pensando en cuál sería su último recurso por si él no accedía y cuando lo encontró, supo que quería ver el rostro de Natsu al recordarlo—, tú me lo dijiste antes. Cuando fuimos al zoológico hace unos años, sacaste la pequeña navaja que te había regalado tu padre, y cortaste mi dedo, luego el tuyo y me hiciste prometer que en el futuro, cuando nos necesitáramos nos lo haríamos saber, y que estaríamos para ayudar. Lo juramos —y en directo, a poco de distancia, Lucy vio cómo el arrugado entrecejo de Natsu que siempre mostraba su molestia, se expandía con una total mueca de sorpresa. Vio por primera vez que el rostro de Natsu mostraba lo que nunca había hecho antes: transparencia. Con ese recuerdo, los orbes verdes del Dragneel le gritaron melancolía, añoranza, y muy en su interior, Lucy quiso creer que la extrañaba. 

—Éramos unos niños, no sabíamos de lo que hablábamos —se negó a aceptar lo que hace unos años era para él un vinculo, uno de apoyo. Sin saber a dónde iban sus pensamientos, Natsu comprendió que todas sus amigas después de Lucy eran diferentes a lo que muy en el fondo él necesitaba. Pensó en Juvia, a quien consideraba su amiga del momento, esa que sólo acudía a él cuando ocupaba algo de dinero y con la que compartía cigarrillos en la casa de Gray, era agradable, era casi como él, pero sólo eso. También pensó en Mirajane, una hermosa chica de pies a cabeza que conoció el verano pasado y con la que compartió una aventurilla que terminó cuando ella tuvo que irse de nuevo a Nueva York. Se había encaprichado tanto con ella que por un momento pensó en escaparse a su lado en busca de más que un verano. Y Lucy, ella sólo fue su gran amiga de la infancia, pero ya no eran unos niños, y ambos debían saberlo, Lucy tenía que dejar de buscar al niño revoltoso y gracioso en el hombre que era él ahora, y Natsu tenía que dejar de extrañar a esa niña incondicional que venía a su mente cada que la veía, tenía que dejar de hacerlo porque sólo se torturaba al notar que Lucy ya no era esa niña. 

—Nuestra amistad era especial, Natsu —le recordó como si él lo hubiera olvidado, y él le asintió en respuesta. 

—No jures nada en nombre de lo muerto, Lucy. 

—Es importante para mí —dijo, exagerando un poco. Era un hecho que amaba los bailes, y que se sentía oprimida por Levy, pero en el fondo quería verlo a él enfundado en un traje luciendo como sólo él. Quería ganarse a Levy, ganarse el baile y ganarse el ser venerada. 

    Natsu la miró, sin saber si aquello era o no cierto, pero de ser así, ella lo necesitaba, y él no quería ayudarla,  pero había algo más, lo necesitaba. 


The Bad BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora