Capítulo once: Giro

172 37 42
                                    


### ### ### ###

"¡JongIn!"

Terror.

"¡Oh Dios mío, JongIn!"

Había terror y desesperación en los ojos de JunMyeon.

"JongIn-..."

Cuando entró en la oficina de su pareja, ahora compañero de vida, lo encontró tendido en el suelo, manchado con sangre en la cara y manos.

"¡Oh Dios mío, mi amor! Mi amor, estoy aquí..."

Se acercó a él, lo acorrucó entre sus brazos, cogió luego el rostro del más joven entre sus manos. Lo besó, le beso las manchas de sangre, besó su dolor.

Acariciando su pelo, aún suave y brillante.

¡Por qué no se había ido con él!

¡Por qué no lo había llamado antes!

"Lo siento, JongIn..."

Se sentía muerto por dentro, como si estuviese agonizando, tenía un vació en el estómago que aumentaba cada vez que pasaba por los ojos del otro, enormes, hinchados, cansados.

Mojado en lágrimas.

"Estoy... Lo siento mucho, lo siento..."

Porque no estaba ahí.

No te he protegido.

No me ocupé de ti.

Tú, a quien amo tanto.

"Jun... Myeon..."

Tú, a quien amo más que a mi propia vida.

"No... No... No es... no lo es..."

El abogado de cabello de chocolate consiguió hablar algo tan leve que era casi imperceptible.

"Tú no tienes..."

JunMyeon se giró hacia KyungSoo, que había permanecido inmóvil como una estatua durante todo ese tiempo, completamente congelado y conmocionado.

"¡Oye, tú!"

Sus manos a en su cabeza y con los ojos bien abiertos.

Con una profunda sensación de culpa, indestructible e insoportable.

"Abogado JongIn, yo..."

Porque ÉL había interrumpido a los dos abogados mientras estos hablaban, y sólo para hacerles sus estúpidas felicitaciones.

"Todo es culpa mía, yo..."

"¡KyungSoo!"

Él había advertido a JongIn, sí, pero entonces lo había dejado solo, indefenso, desarmado contra alguien o algo desconocido, muchísimo más fuerte que todos ellos.

Cayó de rodillas.

"¿Qué... Qué he hecho?"

"¡KyungSoo, maldición!"

JunMyeon le gritó directamente, haciéndole sonreír.

"¡Ayúdame, ahora! ¡Vamos, saquémoslo de aquí!"

Y él se rompió como un manantial, llegando hasta ellos y agarrando al pobre JongIn por el brazo, haciendo que se recostara de espaldas.

Qué tremenda decepción le había dado a su amado abogado pelirrojo, pensó KyungSoo.

Room n.72Donde viven las historias. Descúbrelo ahora