A LA DEFENSIVA

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Me quedé paralizado al ver tal cosa, sentía que debía hacer algo pero mi cuerpo no respondía, cuando por fin logré moverme ya podía divisar a la bestia a unos 200 metros de la primera barrera. Era muy grande, aproximadamente de unos 7 metros de alto, con un exuberante pelaje negro como la noche, solo delatando su presencia 3 marcas blancas circulares en su lomo y sus ojos rojos que parecían llameantes.

Cuando por fin pude despertar a mis amigos y hacerles entender lo que sucedía, la bestia ya había llegado hasta la barrera, esto lo sabía porque podía escuchar las sólidas estacas que habíamos clavado, quebrándose bajo la aplastante fuerza de sus patas.

Después de una corta discusión, decidimos que, como la barrera no duraría mucho, ocupariamos pólvora para hacerla estallar y tratar de asustar a la bestia.

Jax se ofreció para ser el que ponga la pólvora, así que, barril en mano, fue corriendo hacia la barrera cada vez más débil. Tanto así que ya había varios troncos que se desplomaban casi aplastandolo, pero siendo el ágil pudo esquivarlos.
Cuando ya estaba regresando, la bestia logro derrumbar suficientemente la barrera como para pasar una de sus patas. En ese momento vimos con horror como con una de su gigantescas garras de casi 40 centimetros, lograba atravesar el cuerpo de Jax, mientras sus gritos se mezclaban con los rugidos de la bestia y el llanto de Franchesca.
Dándome cuenta ya que Jax ya no podría ser salvado, reaccioné y corriendo logré prender la pólvora, quedándome apenas tiempo de ponerme a cubierto, arrastrando a Frankie conmigo.
La explosión fue mayor a lo esperado y no solo destruimos la barrera, sino que también los incinerados troncos empezaron a caer sobre el área circundante, con tanta mala suerte que uno cayó encima de nuestro campamento. Igualmente la explosión cumplió su objeto principal, ya que la aterradora criatura huyó, lamentablemente, llevándose a Jax con ella, mientras sus desgarradores gritos se perdían en la noche.

Viendo que Frankie se encontraba demasiado impactada todavía para hacer algo la lleve a un lugar seguro y, arriesgando mi vida, me introduje en nuestro incinerado campamento, tratando de rescatar la mayor cantidad de cosas posibles.
Me vi obligado a retirarme pronto, cuando las reservas de pólvora que quedaban empezaron a estallar, lanzando trozos del barril en todas las direcciones.

Cuando volví junto a Franchesca, revise lo que había podido rescatar: una manta grande en la que había puesto las otras cosas, un poco de comida, una botella de latón, uno de sus libros (que en realidad estaba en la manta ya que ella lo había estado revisando antes de dormir) además de un rifle y una pistola, con un barril de pólvora y un poco de munición.

Cuando me levanté, me sorprendió una exclamación de parte de Frankie. Me volví, pero no logré descubrir el motivo de su sorpresa. Hasta que ella me se acercó y me mostró lo que había visto: una gigante astilla estaba incrustada en mi espalda, pero yo no la había sentido seguramente por la conmoción de la situación.

Ella me dijo que no me moviera, y con un trozo de la manta improviso una venda que me colocó después de retirar la astilla.
Decidimos dormir en la playa, donde tendríamos más visibilidad, y mientras caminabamos hacia allí, Frankie divisó algo en la arena, se acercó y cuando lo levanto estalló en llanto otra vez: era el reloj de bolsillo de Jax, que el siempre llevaba consigo y debía habérsele caído cuando la bestia se lo llevó. Me acerqué a ella y la abracé, luego la levanté y me la llevé hasta un lugar donde podíamos descansar.

Cuando hube dejado las cosas, caí rendido en la arena.

Me desperté sintiendo algo frío en la espalda, era Frankie que me trataba la herida con un ungüento de hierbas que olía espantoso.
Al notar que me desperté me saludó y me preguntó cómo me sentía

- Mejor - respondí

Sin embargo ella parecía no haber dormido en toda la noche, y se notaba todavía la conmoción de perder a su hermano.

-¿Estas bien tu?-le pregunté

-No, Johannes, ¡no estoy bien! Nada está bien, nuestro campamento está destruido, estamos en esta maldita isla con esa cosa y Jax está... -no pudo terminar, rompiendo en llanto.

Me incorporé y le dije que yo iba a hacer que saliéramos de esa isla, y acercandome más aún, le dije que sentía mucho lo de Jax.

Ella paro de llorar y se me quedo mirando muy fijamente, luego de un rato se durmió y yo comencé a pensar en que podía hacer.
Al parecer había dormido más de lo que pensé, porque empezó a anochecer unos minutos luego, quedando bajo el manto de un cielo repleto de estrellas.
Pensé que nuestra posibilidad más grande de sobrevivir era saliendo de la isla en la balsa que habíamos construido, pero ¿hacia adonde?

Viendo las estrellas recordé que me podía orientar sobre dónde me encontraba usandolas y en cuestión de minutos ya había calculado una ruta que nos podía llevar a una transitada ruta comercial en pocos días y podríamos llegar a la civilización en apenas una semana.

Pero debíamos quedarnos un tiempo más aún en la isla, para reunir más provisiones para el viaje.

Al día siguiente, me desperté (aunque no recuerdo haberme dormido) y luego de un rato Frankie despertó, entonces le comenté mi plan y ella estuvo de acuerdo, entonces comenzamos a recolectar mucha fruta y agua, hasta que comenzó a anochecer.
Luego de ver cuánto recogimos supuse que podríamos zarpar al día siguiente si hacia buen tiempo. Entonces nos trasladamos hasta donde amarramos la balsa y dejamos todo listo para zarpar.

Me despertaron los gritos de Frankie al otro día, primero creí que había algún peligro, pero cuando ví a que le gritaba comenzé a hacerlo yo también: había dos pequeños veleros a unos 100 metros de la playa, entonces eché hojas a la fogata que produjeron un humo más intenso, pensé en disparar con el cañón para asegurarnos de ser vistos, pero considere que ya estaban demasiado cerca para no vernos.
Cuando los veleros se acercaron mas pare de gritar inmediatamente, y me apresuré a juntar nuestras cosas y apagar la fogata le dije a Frankie que me siguiera: los botes eran conducidos por caníbales.

Nos escondimos entre la maleza, hasta que llegaron. Cuando los primeros que descendieron empezaron a adentrarse en la jungla, creí que nos encontrarían, pero al poco tiempo volvieron con leña y encendieron una fogata. Luego bajaron dos más con tres prisioneros y un anciano con una máscara horriblemente parecida a la bestia que habíamos visto. El anciano después de gritar unas cosas en un idioma que no conocía y hacer unos bailes alrededor de los prisioneros, los degolló uno por uno y juntando su sangre en una cáscara de coco, las mezclo con unas hierbas y echó la mezcla sobre el fuego apagandolo, luego subió de nuevo a uno de los botes, dejando tirado a los cadáveres.
Luego, los otros salvajes empezaron a subir a los botes, pero uno repentinamente se frenó y mirando al suelo levanto el reloj de Jax que había quedado en la playa tirado en la arena. Cuando vio esto Frankie salió de nuestro escondite gritándole a el caníbal que le devolviera el reloj.
Yo salí tras ella, con el rifle y la pistola cargados, justo en el momento que los caníbales se disponían a atacarla.
El que tenía el reloj fue el primero al que abati con el rifle, luego su compañero cayó con un disparo de la pistola bañando en sangre a los demás salvajes, que frenaron en seco su ataque y huyeron hacia sus veleros asustados por las armas. Mire a Frankie severamente, y le pregunté en que estaba pensando cuando hizo eso, ella solamente dijo:

-No podía permitir que se lo llevaran, Johannes-

Me acerqué a ella y la abracé, preguntándole como se encontraba. Afortunadamente los caníbales no tenían armas  a excepción de el anciano y no le habían hecho ningún daño a Frankie.

Pensé que deberíamos zarpar lo antes posible por si los caníbales volvían con más gente, pero infortunadamente el tiempo había empeorado y parecía no haber posibilidades de irnos ese día.

Entonces decidí que debíamos ir por la playa llevando la balsa con nosotros, En la dirección en la que planeabamos zarpar y eso hicimos.

Cuando llegamos a un lugar que parecía seguro, caímos los dos rendidos en la arena, y después de una ligera cena nos dormimos.

Pero nuestro sueño no iba a durar mucho.

La Bestia de la islaWhere stories live. Discover now