[08] Por poco.

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Scarlett en multimedia.

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CHRISTIAN

Presentia que iba a ser un mal dia, obviamente, todo por culpa de Garlie, esa estupida no puede desaparecer de esa manera. Espero que venga con sus mejores excusas, porque no me agradaría tener que prohibirle la entrada al negocio.

Me senté en la silla de mi despacho observándolo, este era espacioso y sencillo, con las cosas necesarias, pero en sí me gustaba. Las paredes estaban hechas de cristal, lo cual hacía que tuviera una mejor vista de la ciudad. Una esquina del despacho la conformaban un par de comodos muebles blancos acompañados por una pequeña mesa de cristal, encima de esta, acostumbraba a tener una botella del mejor Whisky. Varios metros frente a la puerta se encontraba mi lugar de trabajo, una gran mesa negra, siempre abarrotada de papeles, y una silla comoda de cuero blanco, frente a la mesa un par de sillas. No era mucho, pero era lo suficiente para mí.

- Señor Walker, una mujer castaña y de estatura media-baja que dice llamarse Scarlett Stone quiere pasar a verle. ¿Le permito el paso? - Preguntó África, mi secretaria, entrando al despacho.

-¿Scarlett Stone? Me suena... Dígale que pase. - Dije confuso. ¿Quién era esa mujer?

- ¡Hola mister sexy! - Saludó la chica que acostumbra a discutir con mis guardias.

- No me llames así. - Se me escapó una pequeña sonrisa, la cual sustituí al instante por un semblante serio. - ¿Qué quieres? Tengo trabajo.

- Que mal educado... Vengo a secuestrarte. - Dijo como si eso fuera lo mas normal del mundo.

- No quiero juegos, ¿no ves lo ocupado que estoy? - Repliqué viendo como se tiraba y subia los tacones sobre el sofá. - Baja los pies, es blanco.

- No pareces ocupado, pareces aburrido... - Cuestionó sirviéndose un trago de Whisky. - Vamos, no seas aburrido, ¡vayamos a la playa, esta noche hay fiesta!

- Uno, son las diez de la mañana, y dos, no voy a ir a una fiesta de niñatos donde seguramente esten mis hermanos. - Solté cortante.

- Sé que son las diez, - Dijo mostrando su reloj. - No seas aburrido, viejito... - Se levantó del sofá juntando las manos de forma suplicante.

- Mira, no te conozco de nada y me estas empezando a enojar. De todas formas aunque te dijera que sí, esta empezando a llover. - Señalé el cristal.

- Okey... Pues nos quedaremos aquí, tu, yo, y la botella de Whisky. - Se acercó a mi peligrosamente.

- Deliras, este es mi puesto de trabajo, no voy a montarme una fiesta aquí. - Dije intentando finalizar la conversación.

- Pues yo no voy a irme. - Finalizó sirviéndose más Whisky y paseando por la habitación.

- Voy a llamar a seguridad. - Amenacé viendo como vacilaba.

- Hazlo. - Me retó andando hasta quedar frente a mi.

- Vale, ¡segur...! -

Mi grito fue interrumpido por sus labios. Seguí su beso con deseo, con necesidad, con ganas de más. Sin darme cuenta ya la tenía sobre mí. Me levanté de la silla con ella rodeando mi cintura con sus piernas. Me arrancó la camisa. Bajé la cremallera de su vestido haciendo que callera al suelo.

- ¿Interrumpo algo? - Dijo una grave voz varonil. Mi padre.

- Mierda. - Susurré en su oído bajándola. - Deberías llamar, Steve.

- Deberias trabajar, Christian. - Contraatacó sentándose frente a la mesa/escritorio.

- ¿Qué haces aquí? - Pregunté poniéndome la camisa.

- Vengo a presentarte a la secretaris de Michael, Ambar. Para que os vayais conociendo... - Dijo insinuando algo. - Pase señorita Miller.

- No puede ser... - Oí decir a Scarlett, quien aun estaba subiendo la cremallera de su vestido.

- Buenos dias, señor Walker. - Saludó entrando al despacho. - Buenos dias, Scarl... ¿Qué haces aquí? - Preguntó incrédula.

- No está aquí para hablar con Scarlett, esta aquí para presentarnos, y como ya la he conocido, pueden marcharse. - Dije rápido ahorrandole a Scarlett una segura conversación incómoda. - Márchense los dos.

- Soy tu padre. - Replicó.

- Soy tu hijo. - Me burlé. - Largo de aquí.

- Me decepcionas... - Oí decir a mi padre mientras se encaminaba a la puerta.

- ¡No te decepcionaría tanto si supieras que hacen tus otros dos hijos! 

SCARLETT

Nunca me he sentido tan incomoda. Quizás la incomodidad ha sido culpa del miedo a que Ambar dijera algo sobre mi verdadero trabajo o algo parecido. Me acerqué a la mesa de Christian buscando una respuesta. ¿A que? No lo se, pero una respuesta.

- Vete. - Susurró sacando un cigarrillo de un cajon.

- ¿Qué? - Pregunté sin saber que le pasaba.

- ¿Estas sorda? He dicho que te vayas. - Dijo y encendió su cigarrillo.

- Das asco. - Escupí sin pensarlo.

- Lo sé, ahora lárgate. - Hizo una seña con la mano indicando que me fuera.

Me fui de ahí ignorando el hecho de querer volver ahí dentro y gritarle miles de insultos. Pero no, no iba a hacerlo. No hoy. No ahora.

Salí del edificio y me dirigí a un bar diurno/nocturno, era temprano pero, ¿que importa? Solo queria divertirme, y ese bar siempre estaba abarrotado.

Infiltrada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora