[05] Niñata.

52 3 0
                                    

Christian Walker en multimedia.

---•---

CHRISTIAN

Puto negocio, putos hermanos, puta Garlie. Era lo único que repetía mi mente. Garlie, es una ex-novia loca, la cual se encargó de hacer que mis polvos con la pequeña Collins, salieran a la luz.
Mi padre estaba con su nueva novia treinta años menor que él de vacaciones, y no se enteró, pero cuando llegó, mis hermanos no tardaron en contarle.

He estado a punto de mandar a ese viejo a la mierda cuando me a amenazado con quitarme la jefatura y la herencia por follarme a Leah, esa perra lo hace bien, eso es todo.

Tras dejar todo en orden en la maldita empresa me dirigí a mi gran negocio clandestino, estaba tranquilo, aun preparaban lo necesario para la pelea de esta noche, pero me percaté de una cosa. Una chica no paraba de gritar en la puerta trasera, como discutiendo con el guardia.

- ¡Mierda! ¡Dejame pasar! - Gritó la renacuaja intentando empujarlo, digo intentando porque no se movía ni un milímetro.

- ¿Qué pasa? - Pregunté mirando como el guardia la ignoraba.

- Hola Christian, ¡este imbecil no me deja entrar! - ¿Esa perra dijo mi nombre sin mi autorización?

- Mira niñata agarra tu culo y márchate de aquí. - Ordené enojado.

- ¿Enojado, christian? - Se burló.

- Escúchame perra, largaté antes de que te arrepientas hasta de haber nacido. ¿Eso lo entendiste? - Me acerqué a ella amenazante, haciendo que retrocediera hasta chocar con una mugrienta pared.

- Si, lo entendí, pero no me importa, quiero hablar con el dueño. - Dijo evitando mirar mis ojos.

- Yo soy el dueño. - Informé relajandome.

- ¿Tú? - Comenzó a reir como una loca, hasta que la agarre haciendo que se pusiera seria y empezara a golpear mi espalda gritando.

Entré al local y al llegar a los vestuarios la solté. Estaba roja y enfurecida, como una niña pequeña a la que no le compraron el juguete que tanto deseaba.

- ¿Puedo irme? - Aun estaba roja, pero ahora de la vergüenza.

- Solo si me la chupas. - Dije rapidamente.

- ¡¿Qué!? - Parecía que iba a matarme, pero sus ojos no tardaron en mirar hacia abajo.

- Que te quedes y disfrutas. - Mentí disfrutando de sus cambios de humor.

- No dijiste eso. - Replicó.

- ¿Prefieres lo anterior? - La miré sonriendo pervertidamente.

- ¡Claro que si! ¡Digo... Claro que no! ¡No se! En realidad si lo se pero tengo mi dignidad. - Sus nervios se notaban a simple vista. Nunca había disfrutado tanto.

- ¿Tienes dignidad? No lo parece, peleando con el guardia aun sabiendo que no se moverá. -

- Callate Christian. - Recalcó mi nombre.

Infiltrada Where stories live. Discover now