"Pichoncita"

70 4 0
                                    

Me consumía la curiosidad,pero aún me sentía demasiado confundida como para prestar atención a aquello que me rodeaba.

Mis nuevos compañeros se quedaron en silencio mientras recorría el lugar con la vista, tratando de abarcar todo.

Los chicos me miraban fijamente, desconcertados y algunos con temor. No entendía que era lo que pasaba hasta que alguien hablo

-¿Porque esa cara Novata?- dijo una voz áspera, que no pude distinguir a quién pertenecía - ¿Nunca has estado rodeada de tantos hombres?- Al mencionarlo comencé a prestarle mas atención.

Debían de ser por lo menos unos cincuenta: sudorosos, con la ropa manchada como si hubieran estado trabajando duro; eran de todos los tipos, tamaños y razas, con el pelo de distintos largos

-Cierra la miertera boca Gally - respondió una voz más profunda . Me concentre nuevamente en las decenas de extraños que me contemplaban

De repente, me sentí mareada por el constante parpadeo de mis ojos, que

no dejaban de observar a los chicos ni el extraño sitio al que había llegado.

Me encontraba en un enorme patio, superior en tamaño a una cancha de fútbol, bordeado por cuatro inmensos muros de piedra gris,cubiertos por una enredadera tupida. 

Las paredes debían de tener más de cien metros de altura y formaban un cuadrado perfecto. En la mitad de cada uno de los lados había una abertura tan alta como los mismos muros que, por lo que pude ver, conducía a unos pasadizos que se perdían a lo lejos.

-No te vayas a romper el cuello al inspeccionar tu nueva morada- La voz que reconocía como la primera que oí con claridad al llegar comento sonriendo. Me limite a sonreír de manera fingida

El chico alto, de pelo rubio y mandíbula cuadrada, se acercó a mi con rostro inexpresivo y me olió. Otro, bajo y regordete, se movía nerviosamente, mirándome con los ojos muy abiertos.

Un muchacho de aspecto asiático, fornido y musculoso, se cruzó de brazos mientras me examinaba, con la playera arremangada para mostrar sus bíceps.

Otro, de piel oscura, frunció el entrecejo. Una infinidad de caras la observaban atentamente.

-¿Donde estoy?- Pregunte

-En un lugar no muy bueno —dijo el muchacho de piel oscura—. Relájate y descansa, aunque no estemos acostumbrados a convivir con chicas hay lugar para ti.

—¿Qué encargado le va a tocar? —gritó alguien al fondo de la multitud

-Ya te lo dije, larcho —respondió una voz chillona—. Es una niña, así que será fregona, ni lo dudes —agregó, y lanzó una risita tonta, como si acabara de decir la cosa más graciosa del mundo.

Al escuchar tantas palabras y frases sin sentido, volví a sentir que el desconcierto presionaba mi pecho. Larcho. Encargado. Fregona.

Brotaban tan naturalmente de las bocas de todos que me resultaba extraño no entenderlas.

Estaba desorientada: parecía que la memoria perdida también se hubiera llevado parte de mi lenguaje.

En mi mente y en mi corazón se había desencadenado una batalla de emociones.

Confusión. Curiosidad. Pánico. Miedo. Pero mezclada con todo eso, había una oscura sensación de absoluta desesperanza, como si el mundo se hubiera acabado, borrado de mi cabeza, y hubiese sido reemplazado por algo terrible.

Quiero correr y esconderme de esta gente.

El chico de la voz áspera estaba hablando.

—... ni siquiera hizo tanto. Te apuesto lo que quieras que así es.

SalvameWhere stories live. Discover now