◽ Si, Mi Señor ◽

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— El amo Hotaru no quiere ser interrumpido — informó apareciendo a las espaldas de Ellis, quien se sintió descubierto.

Ah, y él... es Draco — miró con odio al mas alto — El perro fiel del amo, jamás se despega de su lado — ¿Qué? ¿El amo se está tocando y solo tú quieres escucharlo? — preguntó burlón despertando en el peliplata un leve sonrojo.

— Él está ocupado hablando por teléfono con unos comensales, no tiene tiempo para ti — insinuó con despecho haciéndole a un lado, colocándose delante del único acceso como el guardaespaldas que también era — Te recomiendo que regreses a tu trabajo — se ganó una acostumbrada mirada de odio por parte del otro.

Parece tener algún problema conmigo — Tú no me dices que hacer... — valiente, condujo su mano al picaporte que planeaba girar con rapidez, claro, si es que el peliplata no era mas veloz.

—¡Ellis no me parece correcto que descuides el trabajo por tus absurdos...! — se calmó un poco, antes de decir cosas que en realidad serían groseras — Vuelve a trabajar, yo le diré al amo que veniste a hablar con él — había conseguido tranquilizarse lo suficiente como para no gritarle al pelirrojo en su cara.

— No lo harás, te conozco — Se interpone entre él y yo — quiso empujar lejos al más alto, pero obviamente no era quien ganaba en fuerza — ¡Quitate del medio, idiota! — dijo en tono fuerte, sin importarle que alguien además de ellos oyera el insulto.

— ¡Basta! — le tomó fuerte por el brazo, alejándolo de la puerta — ¡No te pagan por chuparsela a Shane! ¡Ve y aprende a quererte un poco! — su paciencia había acabado junto a esos molestos límites que se puso a si mismo de no tocarlo.

Como si él... estuviera... — ¡Callate! Sueltame o... o yo... — en verdad estaba un tanto asustado de ésta nueva actitud tan agresiva del mayor.

— ¡Si tantas ganas tienes de que te follen, entonces yo lo haré con gusto! ¡No tienes que mendigar el amor de alguien que solo te usa! — un quejido hizo salir de la boca de Ellis cuando le estrelló contra la pared de pura cara, doblando su brazo para hacer más fácil el someterle — ¿O acaso te gusta ser el sucio juguete de Hotaru? — susurró con obscenidad encerrándolo con el cuerpo.

Enamorado — Dra-Draco... — sollozó con un patético alarido — Me duele — informó tratando de impedir algunas lágrimas que amenazaban con traicionarle.

— Draco — la voz de alguien con mucho más enfado que cualquiera de los dos les hizo detener aquel show tan ridículo — Si quieren gritarse gilipolleces hasta coger haganlo fuera de mi restaurante — ambos se separaron y escucharon el regaño atentamente — Y Ellis... — el nombrado levantó la cabeza para mirarlo — Te he dicho que no descuides tu puesto, hay muchos que estarían encantados de reemplazarte, y para mi sería más sencillo que aguantar tus rabietas — cerró con firmeza la oficina de la que acababa de salir — Cuando te necesite, yo lo diré, así que, por favor, no hagas que me aburra pronto de ti — observó a los dos con total desaprobación — Vámonos, Draco — giró un poco su cuerpo para comenzar a caminar.

— Si, amo Hotaru — le reverenció y veloz se colocó detrás del empresario. Inmediatamente iniciaron el andar con esos finos zapatos de charol que tanto lustro mostraban.

— Draco — llamó el más bajo, quien espero a que la cara del peliplata se hallara en una posición perfecta para haber logrado plantarle tal bofetada, enrojeciendo su mejilla. Luego, sin más, solo regresó con los otros trabajadores.

Soy Tu AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora