Traté de levantarme pero me di cuenta de que estaba amarrada, fruncí el ceño y comencé a tironear para poder salir. Mi boca estaba tapada con un pañuelo, era la típica película de terror.

La puerta metálica se abrió y por ella entro un hombre con una máscara, lo único que veía de él eran unos ojos verdes oscuros.

—ah, ya despertaste. —dijo él con un tono de voz ronco. — ¿Qué tal, muñeca?

Un escalofrío me recorrió la espalda y lo miré mal.

—Pensé que me harías caso.

Volvió a hablar y supe inmediatamente quién era.

Trate de quitar el pañuelo con mi propia boca pero no podía, se acercó a mí con una sonrisa maliciosa y me quitó el pañuelo.

—Chad... —murmuré con asco.

—Hola, muñeca.

Reí sin ganas y lo mire directamente a la cara, a pesar de que estaba con una máscara, podía deducir que tenía al menos unos veintisiete años.

— ¿Te sorprendes?—preguntó con una sonrisa y se puso en cunclillas enfrente de mí.

—no, ya me lo esperaba. —Sonreí abiertamente. —Créeme que no me das ni miedo.

Su  rostro se endureció y me pegó una bofetada, mi cabeza quedó dada vuelta y mí pelo estaba en toda mi mejilla derecha. Reí y lentamente giré la cabeza para mirarlo.

— ¿Y ahora, que harás?—sonreí. —me importa una mierda que me hayas pegado, créeme que estoy acostumbrada a los golpes. 

—Dime dónde está Andrew. —susurró con la voz dura.

—deberías saberlo tú, me has estado vigilando ¿no es así? deberías saberlo. —nosé de donde había sacado tanto valor para hablar así, estaba aterrada pero rogaba por que él no se diera cuenta de aquello.

—Te he estado vigilando a ti, no a Andrew. —Se levantó y me  miro de arriba. —dime en donde está, porque sé que él no está en Detroit.

— ¿Y sí no quiero?—levanté una ceja. — ¿Que harás? 

—ni te lo imaginas. —sonrió maliciosamente y cerré los ojos un segundo intentando que se fuera el miedo.

Se acercó a mi cara, su nariz chocó con la mía y me beso ferozmente, entré en estado de desesperación y mis ojos se aguaron.

—oh, ¿me tienes miedo, muñeca? —hizo un puchero fingido y rio.

—Deja de llamarme así maldito imbécil. —le escupí en toda la cara.

Se limpió la saliva de su cara con la mano y luego me agarró del pelo fuertemente, tirándome al piso, mi brazo quedó debajo de todo mi cuerpo, estaba atada a la silla de pies y manos y no podía moverme y me estaba apretando el brazo con mi propio peso.

—me dirás o no. —Pateó la silla. — sí no me lo dices en 3 segundos atente a las consecuencias.

Lo mire con lágrimas en los ojos, me quedé callada, por ningún motivo hablaría, ni siquiera le diría donde esta Andrew porque quizás que es capaz de hacer. Como vio que no hablé me pegó una patada en el estómago, se me fue el aire y comencé a llorar.

— ¡no sabes de lo que soy capaz de hacer Annie, dime ahora donde esta! —se alteró. —ya eh tenido mucha paciencia contigo.

— ¡NO TE TENGO MIEDO! ¡HAZME LO QUE QUIERAS, NUNCA TE DIRÉ DONDE ESTA! —le grité mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas.

Me levanto y comenzó  a darme puñetazos en la cara, me dolía tanto, pero nunca le diría donde este Andrew sé que lo pueden llegar a matar, esta es gente peligrosa y no está jugando.

Sacó una navaja de su bolsillo y la puso enfrente de mi cara.

— ¿Me dirás? —sonó amenazante y cerré los ojos. —Bien, no me queda otra opción.

En un rápido movimiento le pegue una patada en su entrepierna con mis dos pies, caí hacía atrás, se retorció de dolor y luego se acercó a mí rápidamente.

—Maldita perra. —dijo mientras me clavo la navaja en el estómago.

Solté un grito de dolor y comencé a respirar entrecortadamente, me agarro el cabello y me levantó. Comencé a mover mis muñecas desesperadamente, tratando de soltarme pero era imposible.

Intenté una vez más con todas mis fuerzas y la soga se rompió. Le pegué un puñetazo en la cara mientras veía como soltaba la navaja. La agarre y solté mis piernas, me puse de pie y me acerqué a Chad.

Se abalanzo sobre mí y comencé a forcejear con él, mis manos temblaban por la fuerza que hacía, el costado de mí estomago estaba sangrando y sentía como me estaba desvaneciendo.

Le enterré la cuchilla en el ojo y comenzó a gritar, me levante cuándo él se tocó el ojo con las dos manos y comencé a correr hasta la puerta metálica, por suerte, está estaba abierta, escuchaba los gritos desgarradores de él y no me importaba.

Corrí por un largo pasillo en el cuál apenas había luz, las lágrimas caían de mis ojos y la sangre estaba quedando por todo el pasillo. Quería llamar a Andrew pero no le diría.

Luego de unos segundos llegué a la salida. Al salir todo estaba oscuro, no había ningún alma deambulando por la calle, hacía frio y solo llevaba  una polera. Saque mi celular y vi la hora, 4:37 a.m., marqué el número de Logan y espere impaciente mientras el dolor me hacía gritar.

— ¡Maldita sea, duele mucho! —Grité a la nada.

De repente contestaron.

— ¿Ann? —sonó la adormilada voz de Logan, en esos momentos no me quedaban fuerzas.

—Logan... —Susurré. —A-ayúdame.

— ¿Qué pasa? —preguntó más despierto. — ¿Dónde estás?

—Nosé... —negué con la cabeza, sabía que no me podía ver pero inconscientemente lo hacía. —Me secuestraron, La última vez que vi la calle fue en el negocio que queda cerca de mí casa, es el único que hay. —se escapó un sollozo de mí mientras me agarraba el estómago.

—Mierda Ann, ¿Éstas herida? estoy en un segundo allá, veré sí puedo encontrarte.

—Mi estómago... tengo una herida ahí. —miré a mi alrededor y pude ver a alguien saliendo de dónde yo salí. Chad. — ¡Ayúdame, viene por mí! —Chillé desesperada.

—Trata de esconderte, iré por ti. —colgó.


Mi profesor de Inglés. | Colton haynes | ©Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora