29-. Astral

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Despierto sintiendo cómo alguien sacude mis hombros con fuerza, por lo que, asustado, lanzo un puñetazo que pasa de largo y me pongo en pie tan rápido como puedo, listo para luchar. Sin embargo, apenas levanto la vista, puedo ver que esta vez no corro ningún peligro.

—Oh, eres tú —suspiro, dirigiéndome a Larissa—. ¿Qué ocurre?

Había olvidado que ya no tengo una habitación propia, sino que ahora estoy obligado a compartirla con ella, quien duerme en una cama idéntica a la mía al otro lado de la estancia.

—Es hora de ir a entrenar. Miles me pidió que te despertara —responde, caminando hacia la puerta—. Te estamos esperando en el salón principal, será mejor que te muevas.

Inmediatamente, me cambio de camiseta, me pongo los zapatos y corro hasta el punto de encuentro, donde se hallan todos los demás Igmis aguardando mi llegada.  

—Ahora que estamos completos, procederé a explicarles en qué consiste el entrenamiento, y por supuesto,  cuál es el objetivo final de este —inicia el líder, dedicándome una mirada rápida—. Nos enfrentamos a un tipo de enemigo que no podemos golpear, inmovilizar ni matar a nivel físico. Por lo tanto, es necesario desarrollar la capacidad de movernos entre distintos planos o dimensiones más allá de la nuestra y así ser capaces de acabar con ellos en su propio terreno.

Se pasa una mano por el cabello, peinándolo hacia atrás.

—Es comprensible que muchos no estén familiarizados con esta información, y no los culpo, raras veces la usamos en la vida diaria —sonríe—. Aunque no se preocupen, para eso me tienen a mí. Existe una explicación y me aseguraré de que la escuchen antes de continuar.

Comienza a caminar de un lado a otro mientras habla.

—La gran mayoría de las especies humanoides pueden acceder al plano astral, aunque muy pocas pueden hacerlo sin necesidad de estar dormidos. Por ejemplo, gran parte de los licántropos requieren semanas de preparación para llevar a cabo el desdoblamiento, y luego de conseguir las condiciones necesarias, solo son capaces de hacerlo durante el sueño.

¿Licántropos? Esto es cada vez más extraño. ¿Y para qué negarlo? También resulta muy interesante.

—Con los humanos ocurre lo mismo, y los que pueden viajar de un plano a otro a voluntad son extremadamente escasos. En cambio, los Volavek contamos con la facultad de cambiar de dimensión en cualquier momento, estando conscientes y con un mayor control de la situación. Y eso es lo que quiero enseñarles.

Da un paso al frente.

—No es necesario ser extremadamente poderosos ni matarse durante años para lograrlo. De hecho, es probable que para el final del día todos, o casi todos, puedan transportarse al plano onírico a voluntad.

—¿Y cómo se supone que aprenderán tan rápido? —habla Larissa, quien se encuentra de pie a unos metros de él—. No es algo imposible, pero si les exiges tanto es probable que su motivación para continuar muera con rapidez.

—Por eso te pedí ayuda. Sé que dominas el tema de las habilidades mentales y has entrenado gente antes, esto no es nada que no sepas hacer —las palabras de Miles parecen convencerla, puesto que la chica permanece en silencio unos instantes.

—Puedo asesorarlos sin problema, pero no garantizo resultados milagrosos en un plazo tan corto de tiempo —indica—. Y lo mejor será empezar ya, cada segundo cuenta.

—Como gustes —su interlocutor asintió un par de veces—. Los dividiremos a la mitad y cada uno se hará cargo de un grupo.

Dicho esto, los presentes nos separamos en dos columnas, y seguimos a nuestros respectivos entrenadores —en mi caso Larissa— hasta el lado del salón que les correspondía. Allí nos formamos en un semicírculo alrededor de ella y permanecimos en silencio a la espera de instrucciones.

—Antes de tan siquiera decirles qué hacer o cómo hacerlo, quiero aclarar que esto requiere una concentración absoluta, o de lo contrario es completamente inútil —empieza a explicar—. Así que eliminen cualquier otro pensamiento de sus cabezas y enfóquense únicamente en flotar.

«¿Flotar?»

—Cierren los ojos y pongan la mente en blanco. Olviden que están entrenando, olviden a las Sombras y concéntrense en la nada —ordena—. Eso es todo por los momentos, los estaré esperando del otro lado.

Acto seguido, observamos cómo el cuerpo de Larissa cae sentado sobre el suelo en un aparente estado de trance. 

«Si ella puede, yo también», digo para mis adentros.

A continuación, cierro los ojos y sigo las indicaciones de la chica. Y a pesar de que al inicio es complicado, consigo alejar las cosas triviales de mi cabeza. Las preocupaciones, dudas, e incluso recuerdos se evaporan lentamente, dejándome en blanco...


Minutos después, siento cómo de la nada mi cuerpo se torna mucho más liviano de lo que alguna vez ha sido, y entonces un frío bastante peculiar me invade. Finalmente, decido abrir los ojos y me doy cuenta de que, a excepción de Larissa, no hay nadie más en la estancia.

—¿Qué se supone que haga ahora? —pregunto, aunque no obtengo ninguna respuesta. 

Sin comprender lo que sucede y temiendo haberme equivocado durante el proceso, repito la pregunta unas cuantas veces, hasta que la chica se digna en contestar.

—No harás nada más —su voz sonaba bastante cercana, como si me estuviera hablando al oído.

—¿Por qué? ¿Hice algo mal?

—Todo lo contrario, Jonathan. Fuiste el primero en salir.

Canción: The diary of Jane

Banda: Breaking Benjamin

JoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora