En el bar muggle

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Eileen Prince

Llovía a mares. Yo me encontraba en un barrio muggle, así que no podía desaparecerme como si nada. Para no mojarme, entré en el primer bar que encontré. Había poca gente allí dentro: unos hombres con pinta de obreros. Me arrepentí de haber entrado, no me estaba gustando el ambiente, pero cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde para irme.

-¿Qué va a querer? -me preguntó el camarero.

-Un café con leche -contesté.

Sabía que los muggles pedían cosas como esa. Menos mal que no se me ocurrió decir "una cerveza de mantequilla", o algo así. El camarero me habría tomado por loca.

Me senté en una de las mesas y el camarero enseguida me sirvió el café. Mientras lo tomaba, observé con incomodidad cómo un joven me miraba. Él estaba sentado en la barra y bebía una cerveza. Me pareció que tendría un par de años más que yo. Era alto, de pelo negro y nariz ganchuda.

Ese joven no me quitaba los ojos de encima. Eso me hacía sentir incómoda, así que me tomé el café a toda prisa. Ya me refugiaría de la lluvia en otro sitio, no quería estar allí. Pero él se adelantó. Se acercó a mí y me dijo:

-¿Qué tal ese café? ¿Te ha gustado?

-Sí, estaba muy bien-contesté.

Iba a levantarme para pagar y marcharme (menos mal que llevaba algún dinero muggle), pero entonces, el joven miró al camarero y le dijo:

-Ponle otro café, que corre de mi cuenta.

Intenté sonreír como agradecimiento, y el joven se sentó a mi lado.

-Soy Tobías Snape -comentó.

-Yo Eileen Prince.

-Buen apellido para una princesa.

Sonreí con incomodidad. Nunca ningún chico me había dicho algo así. En el colegio Hogwarts, yo nunca le había interesado a ninguno.

Me tomé el café al que me había invitado Tobías. El chico estuvo en silencio todo el tiempo mientras yo tomaba la bebida, no parecía hablador. Sin embargo, cuando terminé, me dijo:

-¿Me das tu número de teléfono? Me gustaría llamarte algún día.

Yo no sabía qué era "número de teléfono". Me imaginé que sería algún aparato muggle, así que contesté:

-Lo siento, lo tengo estropeado.

-Vaya, pues... si no te puedo llamar... tendremos que volver a vernos.

Lo miré. No era agraciado, y tampoco se podría decir que fuera muy simpático, sin embargo, era el primer chico que se había interesado en mí, así que decidí darle una oportunidad.

-Está bien. Podríamos vernos... el domingo por la tarde, ahí, en el parque de enfrente.

-Bueno. ¿A las cinco? -propuso.

-Sí. A las cinco.

Había tenido que pasar por ese barrio muggle para arreglar unos asuntos, y bueno, parecía que además de arreglar los asuntos, había conseguido mi primera cita con un chico.

La historia de los SnapeWhere stories live. Discover now