Parte tres.

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Recuerdo estar ahogada en lagrimas cuando tocaron la puerta de mi habitación y ahí la vi a Samanta.

-Pasa.- Le dije.
S .-Fran, ya no podes estar así...
-Vos no entendes, no lo voy a ver más nunca más. No me dijo nada el.

Luego me abrazo mientras me decía "Yo sabía lo que te pasaba con él, nunca se lo mencionaste a nadie, pero al menos todos los que te rodeaban se daban cuenta." Y ahí note lo boba que fui al no decirle lo que sentía por el, mientras lo tenía cerca.
Seguimos hablando con Samanta hasta la madrugada y ahí me di cuenta lo esencial que es ella en mi vida, que si estoy mal siempre me calma. La abrace y le dije "Te amo, sami" me dio un beso en la mejilla y dormimos.
Entendí que hacerse el frío o intentar serlo, no nos sirve de nada. Al final, ¿Qué sentido podría llegar a tener la vida sino somos claros con nadie, sino damos amor a nuestra gente?.

Desperté, Sami ya se había ido.
Agarre mi celular y me metí a el chat de José, lo último que me dijo fue "aveces vos te volves muy loca tratando de encontrarle sentido a todo". Sentí que me lo quería decir, pero que no le daba la cara. Les juro que lo entiendo, pero a la vez no. Yo tampoco encontraría un buen momento NUNCA para decirle a las personas que me dieron la vida "me voy a suicidar". Y a mi tampoco, no me lo dijo seguramente porque se lo hubiese impedido a toda costa.

- ¡COMO ME GUSTARÍA MANDARLE AL MENOS UNA PUTA CARTA!.

Y así grite lo mismo unas cinco veces, hasta que mi propia mente razonó y me mando respuestas por si sola. "Aún puedes hacerlo, boba". Y si, aún podía hacerlo, el no las iba a responder. Pero yo podía darle cartas y dejarlas en su tumba.

Jamás les explique como fue su funeral, porque no sentí que estuviese el presente.
Fue un día con mucho sol, pero para mi llovía, yo lo voy a recordar con lluvia siempre. La policía encontró el cuerpo de José triturado y eso solo me hacía pensar en el dolor que el sufrió. Iba a decir unas palabras frente al cajón, pero no me salía ni hablar. Fue ese día que sentí que la muerte me tocaba el hombro... Todos se refieren a ella como algo muy malo, hasta me incluyo en ese "todos" desde lo que pasó con José. Pero sentí que había alguien que me decía "no fue tu culpa".
No sé si realmente paso, o si fue una de las tantas señales que recibí para darme cuenta de la escasa salud mental que me estaba quedando.

El lunes cuando fui a la escuela, me paso algo absolutamente raro. Sabía que había gente en la escuela, como de costumbre, pero no veía a nadie. Me di la vuelta y vi a José, me veía llorando con cara preocupada. Le dije "Vos no sos real" mientras mis lagrimas se iban derramando. Me agarro la mano y me llevo al baño. "Vos no sos real, soltame" le seguía diciendo.

J. - ¿Qué te hace pensar que no lo soy?.
- Tu cuerpo triturado en el cajón, la carta de tus padres... Todo.
J. - Te estás volviendo loca.

En ese momento desapareció lo que me hizo dar cuenta que cada vez estaba más mal de la cabeza.

En ese mismo día, le conté a los maestros, a mis padres, a todos los que conozco lo que me paso al creer ver a José y no verlos a los demás por un rato. Y absolutamente todos me tomaron por loca. Gracias a Dios fue la única vez que me paso eso de imaginar a José y no ser capaz de ver a las demás personas. Esos quince minutos fueron horribles.

Cartas a José.Where stories live. Discover now