Capitulo 27

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Desperté por los intensos rayos de sol que entraban por la ventada.

¡Malditas cortinas que había olvidado bajar!

Intenté moverme para evitar la luz, pero un cuerpo junto al mío me detuvo. Tardé unos segundos en entender la situación.

Camila dormía cubierta únicamente por las sabanas blancas que nos envolvían.

Recordé lo que había pasado durante la noche y la palabra “te amo” regresó a mi memoria.

Ella estaba junto a mí con un brazo bajo la almohada y una mano sujetando las sabanas a su cuerpo. Lucía increíblemente tierna con su cabello alborotado y esparcido por todo el lugar.

Deseaba besarla y una parte de mi, moría por volver a tenerla gimiendo mi nombre. Me levanté suavemente y haciendo el menor ruido posible, fui al baño por una corta ducha antes de ponerme una ropa ligera y bajar a la cocina para preparar el desayuno. Debo admitir que la cocina nunca fue mi especialidad, de hecho, soy terrible en esto, teniendo en cuenta que tenemos empleadas en casa que lo hacen por nosotros. Preparé algo de café, tostadas y jugo antes de volver a la habitación. Estas tres pequeñas cosas me tomó mas tiempo del que planeaba pero aun así, Camila seguía durmiendo y parecía no tener intención de despertar.

Dejé todo sobre el velador y suavemente me acerqué a ella para depositar un pequeño beso en su mejilla.

-Camz.- la llamé pero no respondió.- vamos, bebé, es hora de despertar.-

La vi moverse, y suspiró como deseando no hacerlo.

-Preparé el desayuno, arriba dormilona- seguía molestando mientras dejaba pequeños besos alrededor de su rostro.

-Quiero dormir, amor.- pidió manteniendo los ojos fuertemente cerrados.

-Vamos, nena. Desayuna y si deseas puedes seguir durmiendo.- la escuché quejarse pero finalmente se levantó, asegurándose de mantener las sabanas alrededor de su cuerpo. Sonreí por la timidez que aun mantenía después de lo ocurrido la noche anterior.

-¿Tu lo preparaste?- preguntó sonriendo cuando vio mi sencillo desayuno.

-Lo intenté.- respondí volviendo a la cama junto a ella para desayunar.

Tomamos un poco del café y duele admitir lo terrible que estaba. Tenía mucha azúcar para mi gusto pero aparentemente no calculé bien la cantidad de dulce que necesitaba. Camila sonrió tiernamente mientras dejaba el café sobre la mesita. Tomamos el jugo con las tostadas y aunque no fue el mejor desayuno, fue suficiente para evitar que pasáramos hambre.

-Anna no debería irse nunca.- comentó con una sonrisa mientras me miraba.

-Si ella se va, en casa moriríamos de hambre.- reconocí el increíble trabajo de nuestra cocinera.

-Gracias por intentarlo y preparar el desayuno.- finalmente se acercó para depositar un suave beso en mis labios. Respondí con todo gusto a su gesto de agradecimiento y antes de poder apartarme, sentí sus manos alrededor de mi cuello intensificando el inocente beso. Lentamente empezó a empujar su cuerpo sobre el mío y en un abrir y cerrar de ojos, mi mano ya vagaba por su espalada desnuda causando delirantes tensiones en el cuerpo de mi novia.

-Camz…- llamé terminando con el beso. Gruño de frustración antes de mirarme. -Quiero mostrarte la casa.-

-¿Hablas en serio? ¿Justo ahora?- sonreí por su incredulidad y simplemente asentí.

-De acuerdo.- cedió mientras bajaba de mi cuerpo. Me levanté y busque algo de ropa cómoda que pudiera utilizar. Todo en mi armario era muy veraniego y le quedaba grande. Le di una camiseta de un viejo grupo y unos short pequeños que resaltaban con perfección sus piernas. Dudaba de mi capacidad para salir del cuarto sin tocarla pero no quería que pensara que la intimidad era lo único que me importaba. Tomó una ducha increíblemente rápido y salimos de la casa.

-Es mas intimidante en el día- murmuró mirando la fachada.

-Ven, hay algo que quiero mostrarte.-

Tomé su mano y caminamos por el césped recién cortado hasta la parte trasera de la mansión. Vi a Adam recogiendo unas cuantas hojas caídas bajo un gran árbol y mi mirada asesina causó que no mirara a Camila mas de la cuenta. Caminamos varios metros hasta llegar a la valla que delimitaba el patio hasta encontrar una pequeña puerta, casi oculta por las ramas sin podar.

-¿A dónde vamos?-

-Es un secreto.- fue todo lo que respondí mientras abría la cerradura oxidada por el tiempo.

Al salir logré divisar mi objetivo así que seguimos caminando hasta llegar a una pared rodeada de alambrado que lo mantenía cuidado.

-Déjame adivinar.- pidió divertida.- ¿Ahí dentro esta la sorpresa?

-Realmente intuitiva, bebé.- sonreí antes de depositar un casto beso en sus labios. Buscamos la puerta y al llegar saque una llave de mi bolsillo que me daba el acceso al sitio que esperaba.

-No puede ser…-

Simplemente sonreí.

-¿Qué es esto?-

-Lo que parece.- me encogí de hombros. Empezamos a caminar mirando cada una de las atracciones.

-Lauren, ¿Por qué hay un mini parque de diversiones en tu patio trasero?-

Sonreí complacida por el reconocimiento de que había sido una sorpresa para ella. Caminé hacia la pequeña caja de energía dándole vida al lugar. La suave música del tiovivo empezó a sonar atrayendo mi atención. Me subí y caminé dentro del juego mirando como Camila tenia su mirada fija en mi pero se mantenía de pie en el mismo lugar.

-¿Vienes?- pregunté pasando un hermoso pony.

Ella no lo dudo y se subió caminando hacia mi. Nos detuvimos frente a un hermoso unicornio en el que me subí, Camila se ubicó de espaldas a la cabeza de la mágica criatura, frente a mí y con sus piernas sobre las mías para entrar en el corto espacio. 

-¿Por que hay un mini parque temático en tu patio trasero?- volvió a preguntar mirándome fijamente a los ojos.

-Porque mi padre quería inmortalizar su amor.- expliqué. Ella me miró sorprendida pero no dijo nada esperando a que continúe.- Cuando mis padres se casaron, mi papá compró esta casa para pasar sus días libres lejos de todo el caótico mundo exterior. Mi papá estaba tan enamorado de mi madre que sentía que nunca hacía lo suficiente para demostrárselo. El sentía miedo de que ella tan siquiera dudara del amor que le tenía, así que un día, mandó a construir este lugar para ella. Él quería plasmar su amor en algo tan puro, inocente e incluso infantil como su amor solía ser, en algo que mi madre viera como un lugar mágico.

-¿Funcionó?-

-Nunca he conocido a dos personas que se amen tanto como mis padres lo hacen.-

-Resulta romántico.- murmuró mirando fijamente mis labios  -y asombroso pensar que estamos en el lugar que un día fue la muestra de amor de dos personas verdaderamente enamoradas-

-Siento que la historia se repite.-confesé.- Siento que ahora yo intento convencerte del amor que te tengo y olvidar el miedo de que tu no lo sepas.-

-Lolo...- susurró mientras tomaba mi rostro entre sus manos para mirarme a los ojos. -Se lo intenso que esto se siente y ahora comprendo el significado que este lugar tiene para ti. Gracias por compartirlo conmigo.-

-No podría hacerlo con nadie mas.-

Finalmente selle nuestro momento con un suave beso. El reconocimiento de lo real que era esto podía sacarme de este mundo y mandarme a un extraño lugar de placer y felicidad. No podía pedirle más a la vida que este increíble momento junto a ella.

Salimos del tiovivo para jugar un poco en el resto de los juegos. La música seguía sonando suavemente envolviéndonos en un mundo que solo nos pertenecía a ella y a mí.

Te deje ir (Camren)Where stories live. Discover now