Ella perseguía un ideal y la asesinaron.


Ellos también pelean por algo y los matas. ¿Qué te hace diferente Kazuya? ¿Qué te hace pensar que a tu madre le habría gustado que te enfrascaras en una absurda venganza? ¿Tanta sangre derramada a llenado de nueva cuenta sus venas y ha hecho latir su corazón? ¡Tu sed de sangre no la revivirá!


Y Miyuki lo sabía pero no podía detener esa bestia que se desató aquel día que llegó a casa con la sonrisa floja y las mejillas doliendo ya que se habían visto desprovistas del contacto materno. Llegó gritando un debiste estar ahí que no encontró respuesta y que se desbarató ante el anormal silencio de las estancia. Entró temeroso, con el aliento trastabillando en los labios y la piel poniéndose de gallina. Se quedó en la entrada de la cocina. La puerta trasera estaba abierta y ahí, junto a las sillas destrozadas encontró el cuerpo de su madre hecho trizas. La ropa hecha jirones, el rostro siendo atravesado por un rictus de dolor, de desesperación y de miedo. La sangre cubriendo el piso y el cuerpo con la anormal palidez.


¿Está muerta?


Se acercó aunque por dentro se muriera por correr en otra dirección. Cayó de rodillas. Las lágrimas corrieron libres por sus mejillas. Gritó. Gritó tanto que ensordeció. Se lanzó hacia el cuerpo. Se aferró a él. Lloró. ¡Por favor mamá! Sin embargo, sus suplicas no encontraron una respuesta. Sintió unas manos aferrándose a sus hombros. En una fracción de segundo supo que lo separarían eternamente de ella. ¡Por favor! Por favor... no me dejes... Sujetó con fuerza los inertes hombros femeninos en un intento por asirse a ella. No sirvió de nada. Su infantil intento por permanecer con ella fue frustrado. Fue levantado en vuelo. ¡Lo estaban obligando a dejarla! Tomó por última vez su mano tratando de quedarse con ella. No sirvió de nada. Esa mano ya no era cálida ni maternal; sólo exudaba la gelidez de la tumba. Lo llevaron lejos. Lo dejaron al cuidado de su mejor amigo. Llovió en su hombro. En vano intento recoger los pedazos de su destrozado corazón...


—¡¿Qué demonios?! —Inquirió, furioso, al salir de su ensoñación y advertir el tirón que daba la cadena en su pie.


—¡Muévete general inútil! —Gritó Sawamura.


Bufó frustrado y (en parte) agradecido al ver interrumpidos sus recuerdos. No obstante, ser consciente de su realidad no le proporcionaba ningún alivio. ¿Qué tan bajo debía caer para estar amarrado a su peor "enemigo"? Chris estaba resultando ser realmente cruel. Porque no se le podía denominar de otra manera si se tomaba en consideración que estaba atado al ruidoso arquero. Porque, según él, sería más sencillo para Sawamura vigilarlo si los encadenaban. Así cortaban sus posibilidades de escape. Y si lo hacia pero resultaba humillante. Se sentía como un perro. Aunado a ello, su humor si parecía el de uno. Así que siendo demasiado orgulloso y obstinado sólo se limitó en mirar en dirección de castaño y permaneció de pie ahí donde estaba. Ven tú; ni de coña voy a seguirte el ritmo.


Aunque, no podía negar, que era placentero ver el enfado con el que ese chiquillo se acercaba a él cuando no bailaba a su son. Con pasos furiosos, Sawamura recorrió la distancia que los separaba, y lo tomó de la camina. Acto seguido lo sacudió.


—Pedazo de holgazan, ¡deja de hacer tan difícil mi trabajo! —Exclamó fastidiado lo cual solo ocasionó que se ensanchara la sonrisa ladina de Kazuya.

Lucha o Vuelo [MiSawa] [DNA]Where stories live. Discover now