6 PM

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Diciembre 24, del 2017.

-6 PM-

Sus manos se rozaron suavemente apenas y con los meñiques uno al lado del otro. Sintió como las mariposas se alborotaron en el interior, chocando como desquiciadas las unas con las otras, aleteando entre sus entrañas y subiendo por la garganta para fundirse en una tonta sonrisa que él le devolvió. Esto era real, no una más de sus tontas ilusiones u otra de las historias acarameladas que escribía en su diario antes de irse a dormir.

No, ya no viviría más de cuentos y sueños, forjaría experiencias propias.

Tikki respiró en el interior de su bolsillo, orgullosa de lo bien que estaban yendo las cosas para su portadora. Habían armado un alocado plan con cronometro en mano para que cada minuto de ese día fuera perfecto, se habían levantado a las cinco de la mañana para escoger el atuendo perfecto y apenas y había conseguido desayunar debido a los nervios. Su mamá la había tranquilizado y junto a Tom, su padre, la habían avergonzado con La Charla.

Una víspera de Navidad diferente, un diferente bueno. Luego, Alya y el resto de su clase la llamaron para ir todos juntos a la intimidante mansión Agreste, donde el amable y cuasi perfecto Adrien había organizado una cena, una excusa perfecta para poder pasar más tiempo juntos. Apenas llegar, Adrien había acaparado su compañía. Durante toda la cena se lanzaron pequeñas miradas que se filtraban entre los dos y que resultaban inevitables de ignorar. Consiguió tener el suficiente valor para pedirle que salieran un rato a solas.

Se encontraban en uno de los jardines, sus demás compañeros los observaban de lejos, el momento por fin estaba ocurriendo. Alya chocó los cinco con Nino, mientras el resto de sus amigos mordisqueaban unas galletas que Nathalie les había llevado.

—Tus mejillas están muy...— Marinette lo miró embelesada, él titubeó, cosa que nunca creyó provocar en él— Estás muy ruborizada.

—Debe ser por el frío— respondió, con una diminuta sonrisa. Por dentro, estaba maldiciendo que no se le ocurriera un mejor discurso.

—Ah, ¿con que tienes frio? – Temblando ligeramente, Marinette se enderezó apenas y sintió el brazo del modelo apropiarse de su pequeña cintura. Se mordió la lengua, conteniendo las ganas de gritar de emoción.

Las escritoras de fanfics no sabían nada, nunca podrían plasmar la emoción que recorre el cuerpo, aquella pequeña corriente que forma nudos en la garganta, cuando la calidez de la otra persona se funde con la tuya. Las palabras nunca superarían lo físico. Marinette había decidido algo:  Ya no soñaría con ser la protagonista de aquella novela rosa.

Sabía que debía voltear, pero no se sentía capaz. No tenía idea de cómo habían llegado a esa posición o al lugar en donde se encontraban. Aspiró su aroma, una combinación de colonia de la más reciente colección de Gabriel Agreste, chocolate y su esencia particular que lo seguía a todas partes, ese toque dulzón y seductor. Así olería su Amortentia.

Los dedos del modelo se aproximaron en cámara lenta a los suyos, hasta entrelazarse con torpeza. Había valido cada maldito segundo el hecho de quitarse los guantes media hora antes, todo ese frío que amenazaba con congelar sus extremidades se había marchado para convertirse en una pequeña nevada brillante que aterrizaba en descontrol en su oscura melena.

—Marinette, tu no me gustabas— la azabache sintió como su corazón se detenía por un segundo—, o eso creía. Luego dejaste de ser tan tímida, te volviste más valiente, transmitías confianza. Me hiciste sentir seguro en un mundo al que yo no le veía motivos luego de la desaparición de mi madre...

—Y fue cuando descubriste que yo...

—Yo pensaba que estaba enamorado de dos personas al mismo tiempo— la interrumpió Adrien, sonriéndole—, pero nunca fue así. No tenía que decidirme por una o por otra, porque eran la misma persona. Tú eras my lady.

Marinette se quedó en la espera de lo que llevaba meses anhelando, pero el modelo no sería el primero en ceder, por supuesto que no. Así que ella tomaría la iniciativa, como la estaba obligando a hacer. No debería ser tan difícil, era cosa de tomar aire, abrir la boca y...

— ¡Me gustas!— soltó, había querido decirlo por tanto tiempo, que temía que nunca lograría sacarlo. Ni siquiera parecía su voz. El rubio infló el pecho, satisfecho y orgulloso. Marinette sentía que en cualquier momento sus piernas flaquearían y caería al vacío, despertando en su confortable cama. Así que si todo esto era otra ilusión, ¿por qué no disfrutarlo?

Con la mano que continuaba libre, acarició las mejillas pronunciadas que formaban parte de la casi perfecta simetría del modelo. Era todo lo que toda chica de dieciséis años soñaría con tener. El modelo la hizo esperar un minuto más para responder, disfrutando de la expresión ansiosa de la diseñadora. Poco le faltó para deletrear la oración:

—También me gustas, Marinette. 

Su corazón se aceleró, su cuerpo entero entro en una extraña sintonía que la hacía sentir capaz de correr por la Antártida sin ninguna clase abrigo. Adrien, ni lento ni perezoso, hizo que la escasa distancia desapareciera.

Jengibre, sus labios sabían a jengibre y caramelo. Se limitó a seguir el ritmo, dejarse sentir querida y preciosa, por una noche. Sus inseguridades disminuyeron un poco, en aquel entonces, dependía totalmente de lo que opinaran de ella, como toda adolescente. Y si alguien como Adrien era capaz de verla bonita, podía significar que lo era. Tal vez si tenía un valor...

Vaya mentalidad idiota, ¿verdad?

Alguien tomó una fotografía del momento en el que, por fin, la chica torpe había ganado al tan codiciado modelo. Cualquiera que la viera, podría hervir de celos pensando que era la viva imagen de una película, con las luces de París al fondo, la nieve en pequeños copos, la bella chica y el guapo chico. Por desgracia, la imagen solo era eso: Un cuadro que podría colgar de cualquier casa en venta. Una apariencia, un espejismo.

Esa misma foto colgaba encima de la chimenea de lo que sería su nuevo apartamento, varios años después. La misma cantidad de años que tardó Marinette en darse cuenta de que ella misma había escrito una novela demasiado pretenciosa y plástica como para ser verdadera.

Nadie contaba el después del beso de amor.


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¡Hola, hola, gente bella!

Me estoy reportando por estos lares luego de un largo tiempo, pero cuando la inspiración te llega y no te suelta. Espero que este nuevo proyecto les guste.

Como siempre, los leo entre las sombras. Estrellitas y comentarios (en especial comentarios, me encantaría saber que es lo que esperan de este nuevo fanfic) son siempre bienvenidos.

Un enorme abrazo. <3

ROCKSTARWhere stories live. Discover now