Capítulo 2 - Parte II

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Matt y Atticus corrían a toda velocidad. Sabían que cada segundo que pasaba era un segundo menos en la vida de sus amigos.

La inmensidad de los pasillos los estaba dejando atónitos. Nunca les habían parecido tan grandes. Sin duda la desesperación podía jugarle en contra a veces.

—¿Por qué hoy?

Sus pasos eran coordinados, como si los hubiesen ensayado previamente.

—Saben que hoy es el día —replicó Matt en tono serio—. Hoy más que nunca tendríamos que haber estado preparados.

Odiaba cuando las cosas escapaban a su conocimiento; a la solidez, a la aprehensión de sus manos.

Los monstruos habían atacado constantemente a los chicos desde que alcanzaron la pubertad, pero el día de hoy era diferente, especial. Hoy tendrían que haber mantenido la guarda alta por cualquier cosa. No podían llegar a la Academia sin ellos a su lado.

Llegaron al salón donde supuestamente deberían haber estado y, sin embargo, sus pupitres estaban vacíos.

—¿Dónde demonios están? —Se lamentó Atticus.

Los minutos corrieron con rapidez. Cuando menos lo pensaron ya habían pasado siete minutos y aún no los encontraban.

Salieron al campo de entrenamiento. Vacío.

Llegaron donde las piscinas. Vacío.

Atticus pateó el suelo con estrépito.

—¡Maldición!

—Tal vez estén en los vestidores.

—¿Qué diablos harían en los vestidores?

—¡Yo que sé! Están enojados. Cualquier lugar es mejor que un aburrido salón de clases.

En otras circunstancias Atticus se habría escandalizado por los dichos de su amigo. ¿Acaso llamó "aburridos" a los salones de clases? El mismo chico que a pesar de estar amoratado por un entrenamiento intenso, no haber dormido por más de dos horas luego de estudiar los libros del mundo antiguo para obtener el título de guardián maestro, asistía a la escuela mortal porque esa era "su responsabilidad" y ahora la llamaba aburrida.

¿En dónde había estado hace siete años atrás?

Sin previo aviso un choque eléctrico les recorrió el cuerpo. Una energía magnética los impulsó hacia adelante.

El aire parecía haberse electrificado.

—Zues... —Susurró Matt.

Los dioses no tenían permitido intervenir en absolutamente nada que tuviera que ver con sus hijos guerreros; incluso si estos estaban al borde de la muerte. No obstante, ninguna regla decía que no podían ayudar a los guardianes.

Cuando las cosas se salían de control, intervenían para que sus hijos no murieran y la profecía no se viera alterada.

—Están cerca.

Conforme se acercaban la electricidad hormigueaba en sus dedos; tiraba de sus pechos hacia adelante como un guía.

La velocidad de Matt menguó y Atticus tomó la ventaja. La prioridad para Matt en aquellos cortos segundos fue darle las gracias a Zeus por haberlos ayudado. Siempre estaría agradecido con los dioses.

Atticus abrió la puerta del armario y la escena que había estado reprimiendo en su mente salió a la luz. Las ganas de vomitar lo invadieron y se vio forzado a hacer de tripas corazón y, junto con Matt, sacaron para afuera los cuerpos de Logan y Josh.

THE OLYMPIANS El Cetro de Cronos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora