―Siempre estamos para apoyarte. ―aseguré

―Sí ―asintió ella con la cabeza, con los ojos cristalizados. Samantha sorbió su nariz y nos dio una de sus radiantes sonrisas. Dándonos a entender, que ya se sentía un poco mejor.

―Pero hay algo que... Ahora no sé qué hacer. ¿Qué voy hacer? ―habló más para ella misma que para nosotras

¿Ahora qué?

―¿Qué? ¿De qué hablas?

―Es que no sé qué ponerme.

Samantha se encogió de hombros avergonzada. Alice y yo soltamos una carcajada.

―No tienes remedio. ―dijo negando divertida, mientras nos dirigíamos hacia la salida. Solo quedaba caminar hacia la casa de Samantha.

―Entonces cual les gusta más- preguntó por décima vez Samantha

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―Entonces cual les gusta más- preguntó por décima vez Samantha.

Nos encontrábamos en el cuatro de Samantha, bueno más específicamente, Alice estaba sentada en una silla la cual era de la cómoda de Samantha la cual era un color entre blanco y beige. Yo en mi caso me encontraba sentada cómodamente en el puf rosa que se encontraba al lado de la ventana, este estaba pintado de un lila, contrastaba bien con las cortinas a que estas era del mismo color de la cómoda. Era un cuarto bastante espacioso a decir vedad, pero con tanto el desorden que tenía Samantha en este momento en el cuarto aparentaba más pequeño. En estos momentos, nuestro esfuerzo de esta mañana por acomodar, fue en vano.

La cama que ocupaba casi un tercio de la habitación, y estaba llena de ropa que Sam había colocado sobre ella.

Desde que entramos Samantha se dedicó a sacar prendas de ropa que podría usar, llegando hasta el punto de que casi toda su ropa este sobre su cama.

―¿Y bien? ―arqueo una de su cejas, y golpeó el piso con su pie, como si tuviera un tic. Nos miró atenta, como si esperará a que contestáramos. Pero no dábamos ningún indicio de contestar. Nos había mostrado mucha ropa, y muy bonita, pero no lográbamos coincidir.

―¿Hola? He estado preguntando como una hora y no me dicen nada. Sólo se quedan ahí y ya. ―se quejó ella a regañadientes.

Me aclaro la garganta y luego la miré.

―Bueno ―mi vista se enfocó en la cama donde se encontraba la ropa, y después de tomar una decisión la miré otra vez. ―, creo que este es el más bonito conjunto.- me levante, y camine hacia la cama. Tomé una blusa de manga larga de color palo rosa, un jeans claro. Estas dos cosas ella le quedaría bien y las podría perfectamente con unas botas marrones.

Moví un poco la ropa que estaba en la cama las hacer espacio y extender el conjunto elegido.

Samntha me dio una mirada de aprobación.

Luego me giré otra vez y busqué otra, que posiblemente le gustaría.

―O esté, ¿qué te parece? ―le mostré un vestido, era negro y flojo, tenía un estampado del mismo color en la falda y lo dividía un cinturón rojo que podría acentuar muy bien sus curvas.

Lo que nadie diceWhere stories live. Discover now