Capítulo 4

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Theodosia.

Últimamente peleaba mucho con mi padre, la biblioteca de la ciudad se volvió mi resguardo cuando estaba demasiado enfurecida para hablar con alguien, la biblioteca era silenciosa y podía leer el libro que quisiera en el momento, a veces me topaba ahí a algunas hijas de políticos, yo solía imaginar que ellas también tenían problemas con su familia, y aunque todas estuviéramos en silencio era como si nos consoláramos unas a las otras con una mirada y una sutil sonrisa.

A veces Eleanor estaba allí y entre murmullos hablábamos, ella era mayor que yo por 3 años, prácticamente fue la hermana mayor que nunca tuve, además ella me apoyó mucho cuando mi madre murió, siempre ha estado ahí para mí y eso siempre lo apreciaré.

- ¿Ya viste quién está ahí?- giré mi cabeza y ahí estaba Philip Hamilton y otros tres chicos.- Todo el squad.

- Hola hermosas.- Hablo un chico rubio de ojos cafés. Philip le dio un golpe en el estómago y el chico se retorció un poco en su dolor.

- Hola Theodosia.- Su sonrisa era muy radiante y me veía directamente a los ojos.

- Señor Philip.

- No esperaba encontrarla acá.

- Normalmente me resguardo entre las letras de los libros antiguos de esta biblioteca, ¿Usted a qué ha venido?

- Normalmente me inspiro en libros para escribir poemas.

- ¡Ya que lo recuerdo!...— Entre uno de mis libros saque todos los poemas firmados con su nombre, se los extendí.- Creo que son suyos, ¿Philip Hamilton?

Abrió mucho los ojos, al tomarlos y ver cuáles eran sus mejillas se sonrojaron.

- No me diga que los ha leído.

- Podré decirle eso pero estaría mintiendo.- Sus amigos empezaron a reír.- Disculpen, pero ¿Podría saber de qué ríen?

Un chico de ojos azules y pelo castaño respondió.

- Phil no deja que nadie lea sus poemas.

- ¿Pero por qué?, si son muy buenos.

- Me alaga pero normalmente no es mi fuerte mostrar mis escritos a los demás.

- Leí uno de una chica extrañamente hermosa, fue mi favorito.

- Que bueno que le haya gustado, lo escribí inspirándome en usted.- No sentía nada por el chico pero toda Señorita en Manhattan se hubiera sonrojado como yo ante ese momento.

Mordí el interior de mis mejillas para evitar esbozar una sonrrisa.

- No esperaba que palabras tan hermosas pudieran encargarse de describir a alguien tan mediocre como yo.

- Usted es todo menos mediocre.

- ¿Por qué dice todo eso de mí?

- Porque en verdad pienso que usted es diferente.- Mi sonrisa se transformó en una cara con seriedad.

- Disculpe Señor pero, ¿Ya a cuántas mujeres les ha dicho eso?

Todos se pusieron algo serios tal vez no lo debí haber dicho pero era cierto, ya eran muchas chicas a las que Philip había roto el corazón, "Los Hamilton son todos unos gatos" siempre han dicho eso del linaje masculino de aquella familia.

- No pretendía molestarla.- Philip se encogió de hombros, en su voz había un tono de tristeza.

- Lo lamento Señor.- Me encogí de hombros al igual que él y le pedí a Eleanor que nos fuéramos inmediatamente.

- ¿Sabes que lo has echado a perder no?- Eleanor siempre ha sido muy franca y directa, lo cual por lo común apreciaba de ella, pero hoy no era el día indicado

- Prefiero quedarme así, él me hubiera roto el corazón. Me merezco algo mejor que eso.

Eleanor suspiró cansada y al parecer decepcionada.

Cuando llegué a casa más que cansada, subí a mi cuarto, solo quería descansar y dormir.

Philip

- Estás loco Hamilton.- Richard era el único de mis amigos que había aceptado acompañarme a aquella casa pintada de blanco con azulejos azules.- ¿En verdad lo vale?

- Sabes que si se niega lo hace más tentador.- Richard asintió sonriendo.- ¡Así que espérame Theodosia ahí te voy!

- Cállate, no querrás que nos escuchen y nos saquen de aquí.- Ignore su comentario mientras empezaba a subir por la fachada de la casa.- Philip si te escuchan te matarán, y si caes te lastimaras y tus padres te matarán.

- En todo caso me matarán a mí no a ti.

- A mí me matarán contigo.

- Deja de exagerar.- Llegué al balcón y para mí suerte la ventana estaba abierta, parecía que esa habitación pertenecía a la oficina de su padre.

Tras el pequeño incidente en la biblioteca creí conveniente restaurar mi error, o mas bien solo quería demostrarle a esa morena que yo era más perseverante. Si ella me seguía rechazando le dedicaría cada uno de mis poemas.

Entre por ahí, la luz estaba apagada, con cuidado abrí la puerta la cual rechinó un poco y empecé a aventurarme por la casa.

La casa era muy fría, no sabía si la casa en verdad tenía una temperatura baja o los nervios eran los que provocaba que mi piel se erizara.

Empecé a revisar las habitaciones de ese piso, un poco de tiempo después escuché pisadas subiendo las escaleras.

Maldita sea, ¿Qué hago?

Traté de buscar algún lugar para esconderme en aquel pasillo, sin mucho éxito entre al cuarto del fondo y ahí vi un armario donde me metí tratando de no hacer ruido.

La puerta de la habitación se abrió.

Era mi fin.

Cartas para Theodosia (Phildosia)#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora