Capítulo 1: De peligros

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Adrien bostezó cansado. No le gustaban los viernes, siempre había demasiado movimiento, trabajo y eso lo fastidiaba enormemente.

Había llegado temprano, más de lo que usualmente intentaba hacer, precisamente para evitar ser él quien tuviese que esperar a que todos llegaran. Suplicaba que Nino se apresurara, no quería estar solo para cuando Chloe llegara.

Durante muchos años ella había sido su única amiga, y la quería muchísimo, pero lo enfurecía ver como se comportaba con sus compañeros y especialmente con Marinette, quien era la víctima el 90% de los casos. Fuera de sentirse afortunado por no ser el blanco de las burlas de la rubia, se sentía impotente por no poderle poner un alto. ¡Lo más ridículo de todo, es que Marinette aún así intentaba ser linda con Chloe!

Para el gusto de Adrien, Marinette era a veces demasiado buena con todos; prefería mil veces más que otros se lucieran antes que ella. Era como esas estrellas que brillan y le comparten de su luminiscencia a otras. No sabía si físicamente eso podía suceder, pero en su mente las cosas sucedían así.

-Tonta Marinette...-suspiró. De nuevo sus pensamientos lo llevaban a ella. Su sonrisa cálida, su brillante cabellera, sus hipnotizantes ojos celestes y su exquisita figura.

Lo cierto es que todo el descubrimiento sobre sus sentimientos era mérito de Chat Noir quien, después de aquella noche, no podía apartar los ojos de ella. Era hermosa, astuta e inteligente; pero también era en extremo torpe y eso al contrario de molestarlo como a Chloe, a él le parecía tierno y dulce.

-¡Buenas!-saludó Alya, entrando al salón con su teléfono en mano.

-Buenos días, Lady WiFi.- saludó bromista el rubio, recibiendo una mirada llena de fastidio por parte de la de lentes.

-Ni lo menciones rubio. Gracias a Chat Noir ya no soy una loca psicópata que usa su teléfono para descubrir la identidad de nuestro héroe.

El muchacho elevó las cejas en una mueca graciosa.- Pero para eso no hay necesidad de akumatizarte.

-¡OYE!-gritó muy indignada la morena y como prueba de ello, le arrojó un lápiz que encontró tirado. Amaba escribir sobre su héroe favorito, pero no era así de intensa. El joven rió por un rato hasta que ésta se fue apagando al ver a cierto peli rojo, al cual no soportaba, cargando en su espalda a Marinette.

El rastro de gruesas lágrimas aún permanecía en las mejillas de la dulce chica, lo que alarmó tanto a Alya como a Adrien, obligándolos a acercarse a la puerta para recibir a los jóvenes.

-Una bicicleta chocó con ella por accidente.- explicó muy preocupado Nathaniel.

Alya se apresuró a sostener a su mejor amiga, ayudándola a sentarse para revisarla.- ¿¡Cómo que chocó!?

Adrien tomó por las mejillas a la chica de orbes celestes y se agachó a su altura, buscando lesiones o expresiones de dolor.

-Apareció de pronto, no sé de donde salió.-Dijo tranquila, aunque con el rostro preocupado.- Le dije a Nathaniel que no había sido nada, pero insistió en traerme en su espalda.

El muchacho se sonrojó cuando Adrien lo miró de soslayo, aburrido.- Es que me asusté mucho, porque por un segundo pareció como si se fuera a desmayar.

Ella negó.- lamento haberte preocupado, por mi culpa te asustaste.

Adrien bufó irritado.- No fue tu culpa.- odiaba eso, que se culpara hasta de lo que no podía controlar.- Lo importante es que no te lastimaste.

Ella asintió mirando sus manos raspadas. No quería contárselo a nadie, no quería que nadie hiciera preguntas. La había visto.

Aunque llevara sobre la cabeza aquel ridículo casco, pudo vislumbrar algunos mechones de su cabello.

Lila y ella jamás habían sido cercanas, pero tampoco habían tenido problemas, y era por eso que no entendía porque quería lastimarla.

-¿Marinette?-le llamó Alya, sacándola de sus pensamientos.- ¿Quieres irte a casa?

Aquello encendió las alarmas en la cabeza de la peli azul.- ¡No!- Si volvía a casa y le contaba a sus padres lo que había pasado, insistirían en llevarla con un médico y no pararían de hacer preguntas. No quería culpar a Lila, y si le cuestionaban no podría mentir.

Nathaniel le sonrió con cariño, podía ver en sus ojos la incomodidad que le causaba toda la atención, pero ella era la delegada de la clase, ella era quien siempre ayudaba a todos, incluso a la hermosa, pero insoportable niñita rubia.- Tranquila Marinette, solo si necesitas algo, no dudes en pedirlo ¿De acuerdo?

El modelo se molestó. Él no tenía ningún derecho de decir aquello.

-Gracias.- le dedicó una de sus mejores sonrisas, lo que hizo sentir muy feliz al pelirrojo. Marinette era una gran amiga y haría lo que fuera porque ella se encontrara bien.

[...]

Marinette caminó sigilosa por la calle, temiendo lo peor después de lo ocurrido por la mañana, pero no había ningún sonido que pudiese alarmarla, por lo que con un poco más de confianza avanzó entre la multitud parisina que se dirigían a sus trabajos u hogares.

-Marinette...- alguien la sostuvo de la mano, enviando una corriente de ardor a su sistema. Las raspaduras en sus manos, aún después de limpiarlas, dolían.

Levantó la vista y Adrien le sonrió en disculpa, sin soltar su mano.- ¿Te arde mucho?

Negó.- Sólo fue la sorpresa, tranquilo.- le sonrió, con auténtico cariño y con una suave caricia, retiró su mano de la de él.

Él sonrió enternecido.- ¿Quieres que te pasemos a dejar a casa?- señaló tras de sí, guiando la vista de la peli azul, del modelo a la limusina.

-Es muy amable de tu parte Adrien, pero prefiero caminar. Además, estoy muy cerca y no quiero interrumpir tus deberes.

Sus mejillas se colorearon. Hablar con él siempre la hacía sentir tan torpe. Pero le tenía tanto cariño que no podía evitar querer estar cerca del rubio.

-Esta bien.-respondió, entendiendo que quizá quería su espacio para pensar.- Pero llámame si necesitas cualquier cosa y vendré por ti.

Ella rió agradecida.- Gracias Adrien.

Sonrió. Si ella sonreía de esa forma el cielo se iluminaba. Quería un poco más de ese calor; y de pronto sintiéndose valiente, tomó el rostro de la chica y beso su frente.

-Lindo fin de semana, Marinette.

-Lindo fin de semana, Adrien.

El muchacho se marchó.

Si tan solo sus sentimientos de querer huir no estuvieran allí como siempre... Si tan sólo entendiera porque tenía la sensación de que el desastre la seguía.

-Ay abuelito, de peligros se llenó mi vida sin querer.- suspiró.- pero como tú decías: "de lo que menos nos esperamos se llenan nuestras vidas y corazones".

Siguió su camino a casa, mientras las mariposas se arremolinaban en el lugar donde había estado antes.

-Hora de la presentación.- la voz del extraño hombre pudo haber helado el corazón más cálido, y no había necesidad de comprobarlo.- andando mis amigas... París necesita una explicación.



Aún no hay una cantidad de capítulos exacta, pero espero no pasar de los 15. Espero disfruten de la lectura y les envío un abrazo enorme.
Hasta el siguiente capítulo.

"De tus ojos" (MariChat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora