ENERO (parte 1)

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El amor verdadero no existe. Durante años creí que sí. De hecho, creí haberlo encontrado. Cuatro veces, para ser exacta.

Veamos: Taylor. Mi novio del instituto. Estuvimos juntos durante los cuatro años. Era una estrella del béisbol, el mejor jugador que jamás había pisado el instituto. Fuerte, con más músculos que cerebro y con una picha del tamaño de un cacahuete, probablemente a causa de todos los esteroides que tomaba a mis espaldas. Me dejó la noche de la graduación. Se largó con mi virginidad y con la jefa de las animadoras.Al cabo del tiempo me enteré de que había dejado los estudios y estaba trabajando como mecánico en alguna ciudad sin nombre, tenía dos hijos y una mujer que ya no lo animaba.

Después vino el profesor ayudante de prácticas de mi clase de psicología en el centro de estudios superiores de Las Vegas. Se llamaba Maxwell, creía que aquel chico caminaba sobre las aguas, pero lo único que hizo fue pisotearme el corazón al tirarse a una alumna de cada clase a las que asistía. El tío se puso las botas. Pero no pasa nada. Acabó dejando embarazadas a dos chicas a la vez y lo expulsaron de la facultad por conducta inapropiada.

Con diecinueve años ya tenía a dos madres detrás de él para que les pagase la manutención. Había algo poético en aquello. Menos mal que yo siempre le exigía que se la enfundara antes de metérmela.

A los veinte me tomé un descanso. Me pasé todo el año sirviendo mesas en el hotel casino MGM Grand de la Franja de Las Vegas. Allí fue donde conocí al número de la suerte, Benny. Pero no tuve suerte, y él tampoco. Era un contador de cartas. En su momento, me dijo que trabajaba en ventas, que frecuentaba los casinos y que le encantaba jugar al póquer. Tuvimos un romance apasionado que no fue para nada romántico. Creo que me pasé la mayor parte del tiempo borracha y debajo de él pero,en fin, creía que me quería porque me lo decía sin parar. Nos pasamos dos meses bebiendo,nadando en la piscina del hotel y follando toda la noche en una de las habitaciones que un compañero mío del departamento de limpieza me conseguía. Yo lo invitaba a él y a sus amigos a unas copas en el bar, y él me daba la llave de una habitación casi todas las noches. Funcionaba. La cosa funcionaba. Hasta que dejó de hacerlo.

A Benny lo pillaron contando cartas y desapareció. El primer año de su desaparición lo pasé furiosa. Después descubrí que le habían pegado una paliza y habían estado apunto de matarlo. Permaneció un tiempo en el hospital y, cuando le dieron el alta, se largó de la ciudad, abandonándome definitivamente sin decir una palabra.

El Calendario de SofiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora