Reinicio.

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El carruaje parte de la base con total tranquilidad. Todos los que están de paisano conmigo parecen estar calmados, creen que solo es un muchacho. Se equivocan. Aquí hay mucha más mierda de la que aparenta haber. 

Intentaré ordenar mis memorias, veamos.

El chico es un inútil, o por lo menos no ha hecho nada útil en lo que viajamos. Sin embargo, por la cara, se convierte en una fiera por culpa de un collar y luego todo se vuelve confuso. Idas y vueltas temporales, visiones, dolores de cabeza... 

- Uf! - Suspiro.

Quizá todo ha sido un mal sueño, me habré dormido mientras el general me hablaba, que más dará.

Después de muchas horas de viaje Myrlenia se asoma entre las montañas. Es tan bonita de ver como siempre, parece que tenga vida propia. Sin embargo, la misión de verdad empieza ahora.

El carruaje frena cerca del mercado. Por lo que tengo entendido, los calabozos están en la planta subterránea 24, de manera que he de bajar las 24 plantas... buscándole... sin que me detecten... Joder, por eso odio estas misiones.

Cruzo todo el mercado hasta el corazón de Myrlenia, hay dos guardias en la puerta, si no me dejan entrar, tendré que zurrarles. Voy a acercarme.

- Perdonen, podría preguntar que se halla detrás de esa puerta? - 

Los guardias me observaron atentamente. Si me contestan he ganado.

- Verás joven, el interior de esta construcción es... - Dijeron ambos a la vez.

Han picado, ahora!

- Imperium... - Susurré

Ambos se quedaron anonadados. Me miraban con los ojos en blanco.

- Abrid - 

Ambos soldados abrieron las puertas y pasé lo más rápido que pude.

- Vuestras armas al suelo - 

Dejaron caer dos espadas de acero del norte y una RYL-680, el arma de fuego más usada por la guardia Myrleniana. 

- Suicidaos - 

Ambos guardas cogieron sus espadas y se empalaron el uno al otro. Genial. Cogí la RYL y me dispuse a bajar, cuando me di cuenta de algo mejor. Hay ascensor.

- Gracias, gracias, mil gracias al dios Tyrle por darles la pereza de subir y bajar a los reinos -

Subí al ascensor y le dí a la última planta hacia abajo.

Al llegar abajo había algo que no me esperaba para nada. Se abrieron las puertas y tenía a 7 guardias reales esperándome en la puerta. Genial, genial. 

- A ver, no se vosotros, pero yo no haría nada de lo que vuestras cabezas de matón están pensando... - 

Todos me miraron aún más cabreados.

- ¡A ELLA! - 

Se lanzaron a por mi, pero no saben quién soy yo.

- Palabras prohibidas: Meumerratier. -

La oscuridad emanó de mi boca y se abalanzó sobre los guardias. Al segundo estaban muertos.

- En fin, esto me deja muy cansada, pero que le haremos. A ver, donde de todas las celdas estará el chaval. - 

Entonces lo vi al fondo del pasillo, cubierto por muchísimas capas de barras de acero del norte, una puerta enorme con muchos cerrojos.

- Bingo -.

Cerré los puños.

- Impetu - 

Mis puños empiezan a ser rodeados por un aura dorada. Vamos allá. Puñetazo tras puñetazo voy librándome de los barrotes y me voy acercando a la puerta. Cada vez más y más hasta que al fin la tengo en frente. Respira hondo. Uno, dos y tres. Destrozo la puerta por completo.

- A ver chaval tú y yo nos vamos a... -

Me quedo boquiabierta cuando veo el interior de la celda.

No hay nadie.

CaceríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora