Capítulo 12

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Me quedé perpleja al escucharlo decir eso. No daba crédito a lo que había salido de si boca. Suspiró y continuó.

—Me gustas desde que entré al salón, por eso me senté a tu lado, por eso te hablé y cuando supe lo que pasaba, no dudé en ayudarte porque quería acercarme a tí. Pero eras muy cerrada y yo lo entendía. Pensé que con el tiempo el sentimiento pasaría y me equivoqué. El día que te bese, me di cuenta que siempre he estado perdidamente enamorado de ti, Azura.

Oh. Por. Dios.

Mark siempre me amó como yo lo amo... Me quedé en silencio procesando sus palabras. Él sentía lo mismo que yo por él, y no podía creerlo. Lo miré a los ojos, pero estos de pronto se entristecieron.

—Oh... Vaya, veo que no sientes lo mismo, yo...

—¡No! –grité, él se asustó y me miró –. Es decir si, no... Agh –cerré mis ojos y respiré hondo –. También estoy enamorada de ti, Mark... Siempre lo estuve, pero me enfoque más en hacerte feliz que nunca pensé en eso... Hasta hace unos meses –y lo miré.

—¿Estás enamorada de mí? –asentí sintiendo que mi rostro explotaría de la vergüenza. Me abrazó –. Nunca terminas de hacerme feliz Azura. No puedo creerlo.

—Yo tampoco –reí y quiso besarme pero lo detuve –. No sé besar...

—Yo tampoco –se encogió de hombros y me besó.

Sonreí y le respondí el beso, que probablemente haya sido el peor de todos, pero igual estaba tan feliz.

Luego de dos meses de salir casi dos veces por semana, me pidió ser su novia. Estaba tan nervioso que cuando le dije que si se puso a gritar "yes" de la emoción luego me abrazó y me besó.

Un año y medio después, nos graduamos de la preparatoria y la situación en mi casa empeoraba, era probable que yo no pudiera seguir estudiando mi carrera. Mi padre trabajaba más, mi mamá menos, estaban a punto de despedirla, el restaurante ganó mucha fama y nos extendieron la jornada de trabajo.

Estaba estresada y para rematar, ese día Mark y yo habíamos peleado. Le dije que debía reconciliarse con sus padres antes de que fuera tarde pero no quiso y se fue de mi casa molesto. Cuando discutíamos por tonterías, a la mañana siguiente aparecía en mi puerta con un peluche o un libro rogándome que lo perdonara, pero esta vez solo dejo una nota donde decía que me esperaba en el Jardín Trasero. Pero al entrar a la escuela, vi un auto vagamente familiar y a muchas chicas alrededor de alguien, me importó poco y me dirigí a donde estaba Mark, pero Samantha me vió y gritó.

—¡Azura! ¿Te enteraste?

—¿De qué?

—EL PRÍNCIPE NATANIEL ESTÁ AQUÍ –y corrió a donde estaba el montón de chicas.

Un momento... ¿Prince Na...?

No puede ser.

Miré con atención y las chicas abrieron paso, ahí estaba. Muchísimo más alto que Jack o que cualquier otro chico que hubiese visto antes, su rostro había cambiado pero su porte no, ni sus ojos. Definitivamente era él. Mi Ale. Sus ojos encontraron los míos y, con un extraño brillo en ellos, caminó hacia mí mientras el mayordomo que recordaba a la perfección les pedía a las chicas que se alejaran del Príncipe. Ale llegó hasta mí, tomó mi mano y la besó.

—Ha sido mucho tiempo, Azura. Es un verdadero honor volver a verte –reaccioné y aparte la mano con más rudeza de la que en realidad quería.

—No me toques.

—Lo lamento. Pero, es necesario que hablemos los dos, en verdad es muy urgente.

—No tengo nada de qué hablar contigo ¡Te pido que me dejes en paz! –alguien cubrió mi boca.

¿Princesa? |#1| © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora